La presidente de Brasil, Dilma Rousseff, descartó ayer que vaya a renunciar al cargo y en forma vehemente denunció la existencia de un intento de "golpe" para sacarla del poder mediante un juicio político que le ha iniciado la oposición en el Congreso, al recibir el respaldo de cientos de abogados en el Palacio del Planalto, sede del Gobierno en Brasilia.
"No hay lugar para medias tintas: lo que está en curso es un golpe contra la democracia; jamás renunciaré", afirmó Rousseff en un pronunciamiento que apunta a dar batalla contra el proceso de juicio político que debe ser sometido a votación, según la oposición, a partir del 11 de abril.
Con ese discurso, la presidente condenó el posicionamiento político de los jueces, al recordar que fue blanco de escuchas telefónicas divulgadas públicamente por parte del magistrado federal Sergio Moro, que investiga el caso de corrupción en la petrolera estatal Petrobras, sin que, según ella, respetase la Constitución ni dejara el asunto en manos del Supremo Tribunal Federal.
En la grabación divulgada, Rousseff habla con el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, investigado por Moro por supuestos vínculos con empresas constructoras involucradas en el caso Petrobras, y le pide que firme un acta de asunción como jefe de ministros "si cree que hay necesidad", lo que según la oposición apuntaba a proteger con fueros al líder del Partido de los Trabajadores (PT) gobernante.
"No renuncio bajo ninguna hipótesis; no importa si el arma es un fusil o la voluntad de ciertas personas de llegar al poder", sostuvo la mandataria en su discurso más duro desde que estalló la crisis el jueves pasado por la asunción de Lula como jefe de ministros, nombramiento que quedó en suspenso por decisión judicial y aún debe ser autorizado por el STF.
En este marco, Rousseff aseguró que existe en Brasil una "ruptura institucional que está siendo forjada en los peores sótanos de la baja política" y clamó para que el Poder Judicial "despierte para combatir la corrupción respetando los derechos de todos los ciudadanos, con conquistas civilizatorias como la presunción de inocencia y el amplio derecho de defensa". La mandataria recordó que fue presa política de la última dictadura militar brasileña entre 1970 y 1972, expresó que ahora debe luchar "para no ser víctima en plena democracia" y agregó que los que buscan destituirla niegan la existencia de un golpe así como negaban la existencia de los presos políticos en (1964-85).
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La presidente de Brasil, Dilma Rousseff, descartó ayer que vaya a renunciar al cargo y en forma vehemente denunció la existencia de un intento de "golpe" para sacarla del poder mediante un juicio político que le ha iniciado la oposición en el Congreso, al recibir el respaldo de cientos de abogados en el Palacio del Planalto, sede del Gobierno en Brasilia.
"No hay lugar para medias tintas: lo que está en curso es un golpe contra la democracia; jamás renunciaré", afirmó Rousseff en un pronunciamiento que apunta a dar batalla contra el proceso de juicio político que debe ser sometido a votación, según la oposición, a partir del 11 de abril.
Con ese discurso, la presidente condenó el posicionamiento político de los jueces, al recordar que fue blanco de escuchas telefónicas divulgadas públicamente por parte del magistrado federal Sergio Moro, que investiga el caso de corrupción en la petrolera estatal Petrobras, sin que, según ella, respetase la Constitución ni dejara el asunto en manos del Supremo Tribunal Federal.
En la grabación divulgada, Rousseff habla con el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, investigado por Moro por supuestos vínculos con empresas constructoras involucradas en el caso Petrobras, y le pide que firme un acta de asunción como jefe de ministros "si cree que hay necesidad", lo que según la oposición apuntaba a proteger con fueros al líder del Partido de los Trabajadores (PT) gobernante.
"No renuncio bajo ninguna hipótesis; no importa si el arma es un fusil o la voluntad de ciertas personas de llegar al poder", sostuvo la mandataria en su discurso más duro desde que estalló la crisis el jueves pasado por la asunción de Lula como jefe de ministros, nombramiento que quedó en suspenso por decisión judicial y aún debe ser autorizado por el STF.
En este marco, Rousseff aseguró que existe en Brasil una "ruptura institucional que está siendo forjada en los peores sótanos de la baja política" y clamó para que el Poder Judicial "despierte para combatir la corrupción respetando los derechos de todos los ciudadanos, con conquistas civilizatorias como la presunción de inocencia y el amplio derecho de defensa". La mandataria recordó que fue presa política de la última dictadura militar brasileña entre 1970 y 1972, expresó que ahora debe luchar "para no ser víctima en plena democracia" y agregó que los que buscan destituirla niegan la existencia de un golpe así como negaban la existencia de los presos políticos en (1964-85).
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