Tras varias semanas de duda, el presidente venezolano,
Nicolás Maduro, anunció el miércoles, después de cuatro horas de explicaciones, un paquete de medidas de ajuste que incluye devaluar la tasa oficial de cambio del bolívar y el primer aumento en el precio de la gasolina en 17 años. El combustible más barato del mundo multiplica por 60 su precio en el caso de la gasolina de 95 octanos (una subida del 6 mil %); la de menor octanaje sube un 1 mil %.
El precio de la gasolina de 95 octanos, 6 bolívares por litro, sigue siendo el más barato del mundo. Con un dólar cambiado al tipo de cambio paralelo aún dará para pagar más de 170 litros. Llenar el depósito de un coche normal costará ahora como una taza de café grande, precio expuesto, eso sí, a la tasa de inflación más alta del planeta.
Maduro calculó que la medida permitirá ahorrar unos 800 millones de dólares (719 millones de euros) en el subsidio que el Estado concede al precio del combustible.
Con esta decisión, el mandatario venezolano entra en una dimensión política desconocida, que tal vez erosione aún más su ya baja popularidad mientras no termine, por otro lado, de solucionar los déficits financieros.
La recaudación adicional en bolívares que se consiga por el aumento del precio de la gasolina se destinará a financiar programas sociales. De ser así, poco aliviará a la atribulada petrolera estatal (Pdvsa), que no alcanza a cubrir ni siquiera sus costes de producción y pierde por el subsidio a la gasolina entre 5 mil y 10 mil millones de dólares al año, en función de la cotización del crudo en los mercados internacionales.
La tasa preferencial de cambio del dólar, reservada a abonar importaciones de alimentos y medicinas, pasará de 6,30 a 10 bolívares, y fluctuará en una "banda protegida" sin precisar.
Venezuela, el país con las mayores reservas petroleras del mundo que obtiene el 96% de divisas del crudo, padece una severa escasez, principalmente de alimentos básicos y medicinas, que provoca largas filas en los supermecados.
Tras varias semanas de duda, el presidente venezolano,
Nicolás Maduro, anunció el miércoles, después de cuatro horas de explicaciones, un paquete de medidas de ajuste que incluye devaluar la tasa oficial de cambio del bolívar y el primer aumento en el precio de la gasolina en 17 años. El combustible más barato del mundo multiplica por 60 su precio en el caso de la gasolina de 95 octanos (una subida del 6 mil %); la de menor octanaje sube un 1 mil %.
El precio de la gasolina de 95 octanos, 6 bolívares por litro, sigue siendo el más barato del mundo. Con un dólar cambiado al tipo de cambio paralelo aún dará para pagar más de 170 litros. Llenar el depósito de un coche normal costará ahora como una taza de café grande, precio expuesto, eso sí, a la tasa de inflación más alta del planeta.
Maduro calculó que la medida permitirá ahorrar unos 800 millones de dólares (719 millones de euros) en el subsidio que el Estado concede al precio del combustible.
Con esta decisión, el mandatario venezolano entra en una dimensión política desconocida, que tal vez erosione aún más su ya baja popularidad mientras no termine, por otro lado, de solucionar los déficits financieros.
La recaudación adicional en bolívares que se consiga por el aumento del precio de la gasolina se destinará a financiar programas sociales. De ser así, poco aliviará a la atribulada petrolera estatal (Pdvsa), que no alcanza a cubrir ni siquiera sus costes de producción y pierde por el subsidio a la gasolina entre 5 mil y 10 mil millones de dólares al año, en función de la cotización del crudo en los mercados internacionales.
La tasa preferencial de cambio del dólar, reservada a abonar importaciones de alimentos y medicinas, pasará de 6,30 a 10 bolívares, y fluctuará en una "banda protegida" sin precisar.
Venezuela, el país con las mayores reservas petroleras del mundo que obtiene el 96% de divisas del crudo, padece una severa escasez, principalmente de alimentos básicos y medicinas, que provoca largas filas en los supermecados.