Hogar: ¿Hotel?
¡Buen día! Cuando los hijos son chicos resulta bastante fácil manejarles las ausencias del hogar. Tal vez protestarán porque no se los deja más tiempo jugando con sus compañeros o en la casa de algún amigo.
En la preadolescencia los límites a las salidas son más difíciles de establecer. Y ni digamos en la adolescencia y la juventud. Llega un momento en que los hijos parecen huéspedes... de hotel.
"En un hotel, el huésped no tiene más obligaciones que pagar con dinero los servicios que recibe. Por supuesto, nadie lo consulta para la organización del mismo. Todo lo que tiene que hacer es disfrutarlo. Eso hace que no lo abandone, pero... "¿lo siente suyo?". Es la pregunta que se hace una interesante nota publicada hace tiempo en la revista "Educación para la Vida Cotidiana". El tema, que da origen al título, es "¿Cómo lograr que el hijo adquiera un buen sentido de pertenencia a la familia?"
Continuemos leyendo. "La diferencia entre el hotel y el hogar donde el chico no participa -no se le marcan pautas ni se le ponen límites- estaría dada porque en el hogar los servicios no se retribuyen con dinero. Por lo tanto, diríamos que el hogar, en estas condiciones, es un hotel sui generis. En cuanto al sentido de pertenencia...
Sin lugar a dudas, el sentido de pertenencia será bastante similar. No solo porque no se participa, sino porque no se convive de acuerdo a las reglas de juego que deben darse en el vínculo familia. En la vida de hotel, la intimidad no cuenta, como tampoco cuenta la vocación de servicio, ni hay lugar para los acuerdos, por ejemplo, tres de las reglas de juego que debieran regular la vida en familia...
El sentimiento de pertenencia a un grupo familiar se nutre con algo más que confort. Se nutre de sentimientos, confidencias, esperanzas, sueños compartidos, intimidad. También se nutre de discusiones, del intercambio de experiencias que ayudan a crecer. En el grupo familiar se comparten ocupaciones y preocupaciones, lágrimas, sonrisas y, sobre todo, se comparte el amor".
Tarea nada fácil, muchas veces. Con todo, vale la pena el esfuerzo. A los jóvenes les ayudará también después, cuando tengan que fundar su nuevo hogar.
¡Hasta mañana!
Hogar: ¿Hotel?
¡Buen día! Cuando los hijos son chicos resulta bastante fácil manejarles las ausencias del hogar. Tal vez protestarán porque no se los deja más tiempo jugando con sus compañeros o en la casa de algún amigo.
En la preadolescencia los límites a las salidas son más difíciles de establecer. Y ni digamos en la adolescencia y la juventud. Llega un momento en que los hijos parecen huéspedes... de hotel.
"En un hotel, el huésped no tiene más obligaciones que pagar con dinero los servicios que recibe. Por supuesto, nadie lo consulta para la organización del mismo. Todo lo que tiene que hacer es disfrutarlo. Eso hace que no lo abandone, pero... "¿lo siente suyo?". Es la pregunta que se hace una interesante nota publicada hace tiempo en la revista "Educación para la Vida Cotidiana". El tema, que da origen al título, es "¿Cómo lograr que el hijo adquiera un buen sentido de pertenencia a la familia?"
Continuemos leyendo. "La diferencia entre el hotel y el hogar donde el chico no participa -no se le marcan pautas ni se le ponen límites- estaría dada porque en el hogar los servicios no se retribuyen con dinero. Por lo tanto, diríamos que el hogar, en estas condiciones, es un hotel sui generis. En cuanto al sentido de pertenencia...
Sin lugar a dudas, el sentido de pertenencia será bastante similar. No solo porque no se participa, sino porque no se convive de acuerdo a las reglas de juego que deben darse en el vínculo familia. En la vida de hotel, la intimidad no cuenta, como tampoco cuenta la vocación de servicio, ni hay lugar para los acuerdos, por ejemplo, tres de las reglas de juego que debieran regular la vida en familia...
El sentimiento de pertenencia a un grupo familiar se nutre con algo más que confort. Se nutre de sentimientos, confidencias, esperanzas, sueños compartidos, intimidad. También se nutre de discusiones, del intercambio de experiencias que ayudan a crecer. En el grupo familiar se comparten ocupaciones y preocupaciones, lágrimas, sonrisas y, sobre todo, se comparte el amor".
Tarea nada fácil, muchas veces. Con todo, vale la pena el esfuerzo. A los jóvenes les ayudará también después, cuando tengan que fundar su nuevo hogar.
¡Hasta mañana!