En diciembre de 2013 Marcos Figueroa (27) vio que la balanza le señalaba un número en rojo: 99 kilos en 1,76 de altura. "Me sentí mal porque hasta hacía ocho años atrás mi peso oscilaba entre los 75 y 78 kilos y entonces me dije que eso no podía continuar y pensé que si rebasaba la marca de los 100 kilos ya no habría marcha atrás", relató. Desde entonces, cuando levanta la copa para brindar por la transición de un año a otro se propone adelgazar. Ya visitó a tres nutricionistas y la dieta, el ejercicio y el cambio de hábitos alimentarios para retornar a su peso ideal, como máximo 76 kg, van postergándose, aunque "ahora en 2016 lo conseguiré" dijo.
La finalización de un año lleva al balance en el que la columna del "debe" se llena de metas incumplidas y la del "haber" tal vez no se encuentra tan nutrida. El inicio de otro año conduce a recolocar en el ahora espacio en blanco de un flamante "debe" esos objetivos no alcanzados. ¿Por qué las mismas metas se dilatan año tras año? ¿Habrá que cambiar de camino, de recursos o de mentalidad para cumplir con los objetivos del Año Nuevo en el término de doce meses?
La programación neurolingística (PNL) es un abordaje que viene siendo utilizado para realizar cambios profundos y transformadores en el nivel de las creencias y los valores que fortalecen el sentido de identidad y promueven las capacidades de las personas, llevándolas a actuar con firmeza, determinación y seguridad en el mundo y así alcanzar resultados. Básicamente, la PNL se basa en tres principios: el poder de las creencias, la emoción como agente que impulsa a la acción y la determinación del foco y la intención.
Según esta perspectiva las creencias son profecías autocumplidas. Así, quien verdaderamente cree que va a conseguir algo coloca por delante actitudes mentales y emocionales en acción que lo favorecen y lo impulsan en dirección de la meta deseada. Según la PNL, las creencias son como un programa de computadora creado para realizar determinada operación. De esta manera, cuando se activa, ese software permite y orienta la tarea que el operador quiere realizar.
Dicen que la emoción es la acción del adentro hacia el afuera. También es una experiencia subjetiva, asociada a la personalidad, el temperamento y la motivación. Las creencias promueven estados emocionales congruentes, directamente relacionados y alineados con las creencias que nutren el estado emocional. Si actuamos contrariando nuestras creencias, valores y principios, entramos en un proceso de culpa, autocrítica y autodestrucción. Así las creencias limitadoras reducen el poder de la intención, dejando nuestra mente multifocal, con pensamientos contrarios a la ejecución de la meta. Por último, cuando hacemos algo determinando fehacientemente el foco duplicamos, triplicamos y potencializamos el resultado. Es decir, que el foco y la intención son fuentes de energía que alimentan las acciones. Por lo tanto, primero hay que trabajar para transformar las creencias limitantes en fortalecedoras cuando nos proponemos hacer algo.
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En diciembre de 2013 Marcos Figueroa (27) vio que la balanza le señalaba un número en rojo: 99 kilos en 1,76 de altura. "Me sentí mal porque hasta hacía ocho años atrás mi peso oscilaba entre los 75 y 78 kilos y entonces me dije que eso no podía continuar y pensé que si rebasaba la marca de los 100 kilos ya no habría marcha atrás", relató. Desde entonces, cuando levanta la copa para brindar por la transición de un año a otro se propone adelgazar. Ya visitó a tres nutricionistas y la dieta, el ejercicio y el cambio de hábitos alimentarios para retornar a su peso ideal, como máximo 76 kg, van postergándose, aunque "ahora en 2016 lo conseguiré" dijo.
La finalización de un año lleva al balance en el que la columna del "debe" se llena de metas incumplidas y la del "haber" tal vez no se encuentra tan nutrida. El inicio de otro año conduce a recolocar en el ahora espacio en blanco de un flamante "debe" esos objetivos no alcanzados. ¿Por qué las mismas metas se dilatan año tras año? ¿Habrá que cambiar de camino, de recursos o de mentalidad para cumplir con los objetivos del Año Nuevo en el término de doce meses?
La programación neurolingística (PNL) es un abordaje que viene siendo utilizado para realizar cambios profundos y transformadores en el nivel de las creencias y los valores que fortalecen el sentido de identidad y promueven las capacidades de las personas, llevándolas a actuar con firmeza, determinación y seguridad en el mundo y así alcanzar resultados. Básicamente, la PNL se basa en tres principios: el poder de las creencias, la emoción como agente que impulsa a la acción y la determinación del foco y la intención.
Según esta perspectiva las creencias son profecías autocumplidas. Así, quien verdaderamente cree que va a conseguir algo coloca por delante actitudes mentales y emocionales en acción que lo favorecen y lo impulsan en dirección de la meta deseada. Según la PNL, las creencias son como un programa de computadora creado para realizar determinada operación. De esta manera, cuando se activa, ese software permite y orienta la tarea que el operador quiere realizar.
Dicen que la emoción es la acción del adentro hacia el afuera. También es una experiencia subjetiva, asociada a la personalidad, el temperamento y la motivación. Las creencias promueven estados emocionales congruentes, directamente relacionados y alineados con las creencias que nutren el estado emocional. Si actuamos contrariando nuestras creencias, valores y principios, entramos en un proceso de culpa, autocrítica y autodestrucción. Así las creencias limitadoras reducen el poder de la intención, dejando nuestra mente multifocal, con pensamientos contrarios a la ejecución de la meta. Por último, cuando hacemos algo determinando fehacientemente el foco duplicamos, triplicamos y potencializamos el resultado. Es decir, que el foco y la intención son fuentes de energía que alimentan las acciones. Por lo tanto, primero hay que trabajar para transformar las creencias limitantes en fortalecedoras cuando nos proponemos hacer algo.