Autoridades de
Armenia, acompañadas por los presidentes de
Rusia y
Francia junto a enviados de decenas de países, conmemoraron ayer el centenario de la matanza de 1,5 millones de armenios por la
Turquía otomana, un evento que todavía despierta rencores y al que
Ankara se niega a reconocer como genocidio.
Durante un acto celebrado en la capital armenia, Ereván, en el memorial del Genocidio, el presidente francés, Francois Hollande, urgió a la Turquía moderna, la heredera política del Imperio Otomano, reconocer las masacres como genocidio.
"Se han dicho palabras importantes en Turquía, pero hay otras que aún se esperan, para que el dolor compartido pueda convertirse en destino compartido", dijo Hollande ante la audiencia, que incluía también a los gobernantes de Serbia y Chipre y a delegados de unos 60 países.
Por su parte, el presidente ruso, Vladimir Putin, dijo: "No hay ni puede haber justificación para los asesinatos en masa". El mandatario ruso aprovechó su discurso para advertir de los peligros del nacionalismo y la "rusofobia", en una clara alusión al Gobierno nacionalista y pro occidental de Ucrania, con el que mantiene una disputa por el conflicto separatista en el este rusoparlante de ese país.
Más temprano, caminando bajo una tenue lluvia, los líderes extranjeros depositaron cada uno una flor amarilla en una corona de flores en el memorial que recuerda a las víctimas, que está ubicado sobre una colina que domina Ereván.
"Estoy agradecido a todos aquellos que están aquí para confirmar una vez más su compromiso con los valores humanos, para decir que nada se olvida, que después de 100 años, todavía recordamos", dijo el presidente armenio, Serge Sargsian a sus invitados. Pero el limitado número de dignatarios extranjeros que asistieron a la ceremonia evidenció la falta de consenso internacional en torno a los esfuerzos de décadas de Armenia para que las masacres sean reconocidas como genocidio, algo que sólo han hecho una veintena de países, entre ellos Argentina.
La conmemoración anual del 24 de abril recuerda el día en que unos 250 intelectuales armenios fueron arrestados en la entonces Constantinopla, la actual Estambul, en lo que se considera el primer paso antes de las masacres ocurridas entre 1915 y 1917, en los años de la Primera Guerra Mundial.
Se estima que hasta 1,5 millones de armenios murieron en fusilamientos o deportaciones forzadas que comenzaron en 1915 ante los temores de la oficialidad otomana de que los armenios, que son cristianos, se aliaran, como muchos lo hicieron, con la Rusia zarista, enemiga del Imperio Otomano en el conflicto.
La mayoría de los historiadores occidentales consideran a esas matanzas un genocidio, pero la moderna Turquía lo rechaza vehementemente.
Autoridades de
Armenia, acompañadas por los presidentes de
Rusia y
Francia junto a enviados de decenas de países, conmemoraron ayer el centenario de la matanza de 1,5 millones de armenios por la
Turquía otomana, un evento que todavía despierta rencores y al que
Ankara se niega a reconocer como genocidio.
Durante un acto celebrado en la capital armenia, Ereván, en el memorial del Genocidio, el presidente francés, Francois Hollande, urgió a la Turquía moderna, la heredera política del Imperio Otomano, reconocer las masacres como genocidio.
"Se han dicho palabras importantes en Turquía, pero hay otras que aún se esperan, para que el dolor compartido pueda convertirse en destino compartido", dijo Hollande ante la audiencia, que incluía también a los gobernantes de Serbia y Chipre y a delegados de unos 60 países.
Por su parte, el presidente ruso, Vladimir Putin, dijo: "No hay ni puede haber justificación para los asesinatos en masa". El mandatario ruso aprovechó su discurso para advertir de los peligros del nacionalismo y la "rusofobia", en una clara alusión al Gobierno nacionalista y pro occidental de Ucrania, con el que mantiene una disputa por el conflicto separatista en el este rusoparlante de ese país.
Más temprano, caminando bajo una tenue lluvia, los líderes extranjeros depositaron cada uno una flor amarilla en una corona de flores en el memorial que recuerda a las víctimas, que está ubicado sobre una colina que domina Ereván.
"Estoy agradecido a todos aquellos que están aquí para confirmar una vez más su compromiso con los valores humanos, para decir que nada se olvida, que después de 100 años, todavía recordamos", dijo el presidente armenio, Serge Sargsian a sus invitados. Pero el limitado número de dignatarios extranjeros que asistieron a la ceremonia evidenció la falta de consenso internacional en torno a los esfuerzos de décadas de Armenia para que las masacres sean reconocidas como genocidio, algo que sólo han hecho una veintena de países, entre ellos Argentina.
La conmemoración anual del 24 de abril recuerda el día en que unos 250 intelectuales armenios fueron arrestados en la entonces Constantinopla, la actual Estambul, en lo que se considera el primer paso antes de las masacres ocurridas entre 1915 y 1917, en los años de la Primera Guerra Mundial.
Se estima que hasta 1,5 millones de armenios murieron en fusilamientos o deportaciones forzadas que comenzaron en 1915 ante los temores de la oficialidad otomana de que los armenios, que son cristianos, se aliaran, como muchos lo hicieron, con la Rusia zarista, enemiga del Imperio Otomano en el conflicto.
La mayoría de los historiadores occidentales consideran a esas matanzas un genocidio, pero la moderna Turquía lo rechaza vehementemente.