El papa Francisco denunció ayer en Manila las "desigualdades sociales escandalosas" y proclamó su "rechazo a toda forma de corrupción", en el primer día de su visita a Filipinas.
Hay que "romper las cadenas de la injusticia y la opresión que dan lugar a evidentes y realmente escandalosas desigualdades sociales", dijo a las autoridades reunidas en el Palacio presidencial, llamando a una "reforma" de las estructuras sociales.
Es necesario que cada uno proclame su "firme rechazo a toda forma de corrupción que desvía los recursos destinados a los pobres", añadió.
El Papa aterrizó el jueves por la tarde en Filipinas, un bastión del catolicismo en Asia minado por la pobreza y la corrupción, para efectuar una visita de cinco días. Ayer, Francisco llegó al Palacio presidencial y fue aclamado desde las aceras por una muchedumbre entusiasta.
"Ahora, más que nunca, es necesario que los dirigentes políticos se distingan por su honestidad, su integridad y su responsabilidad respecto al bien común", agregó el Papa, ante las autoridades políticas.
En su discurso, de tono firme, el santo padre llamó al cambio: "La reforma de las estructuras sociales que mantienen la pobreza y la exclusión de los pobres requiere ante todo una conversión del espíritu y del corazón del pueblo filipino", dijo. "La exigencia moral de garantizar la justicia social y el respeto a la dignidad humana son esenciales para la consecución de los objetivos nacionales", subrayó Francisco.
Recién llegado de Sri Lanka, el Sumo Pontífice, de 78 años de edad, que tiene un programa extremadamente cargado durante su estadía en Filipinas, mostraba un semblante pálido y parecía fatigado.
Antes del discurso inaugural de su visita, se había reunido con el presidente Benigno Aquino, quien hizo de la lucha contra la corrupción el elemento central de la campaña electoral que lo llevó al poder en 2010.
Desde entonces, el anterior presidente y tres senadores han sido detenidos, y el propio Aquino orquestó la destitución del máximo responsable del Tribunal Supremo de Justicia por corrupción.
Sin embargo, aunque la comunidad internacional ha aplaudido los esfuerzos de su Gobierno, algunos sectores dentro de su país lo acusan de perseguir sólo a sus enemigos políticos y no a sus aliados.
Pese a que Filipinas es una de las economías asiáticas con mayor crecimiento, en cuatro años de poder Aquino no ha logrado rebajar las brutales tasas de pobreza que asuelan el país. La pobreza ha forzado a 10 millones de filipinos a salir del país en busca de una vida mejor.
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El papa Francisco denunció ayer en Manila las "desigualdades sociales escandalosas" y proclamó su "rechazo a toda forma de corrupción", en el primer día de su visita a Filipinas.
Hay que "romper las cadenas de la injusticia y la opresión que dan lugar a evidentes y realmente escandalosas desigualdades sociales", dijo a las autoridades reunidas en el Palacio presidencial, llamando a una "reforma" de las estructuras sociales.
Es necesario que cada uno proclame su "firme rechazo a toda forma de corrupción que desvía los recursos destinados a los pobres", añadió.
El Papa aterrizó el jueves por la tarde en Filipinas, un bastión del catolicismo en Asia minado por la pobreza y la corrupción, para efectuar una visita de cinco días. Ayer, Francisco llegó al Palacio presidencial y fue aclamado desde las aceras por una muchedumbre entusiasta.
"Ahora, más que nunca, es necesario que los dirigentes políticos se distingan por su honestidad, su integridad y su responsabilidad respecto al bien común", agregó el Papa, ante las autoridades políticas.
En su discurso, de tono firme, el santo padre llamó al cambio: "La reforma de las estructuras sociales que mantienen la pobreza y la exclusión de los pobres requiere ante todo una conversión del espíritu y del corazón del pueblo filipino", dijo. "La exigencia moral de garantizar la justicia social y el respeto a la dignidad humana son esenciales para la consecución de los objetivos nacionales", subrayó Francisco.
Recién llegado de Sri Lanka, el Sumo Pontífice, de 78 años de edad, que tiene un programa extremadamente cargado durante su estadía en Filipinas, mostraba un semblante pálido y parecía fatigado.
Antes del discurso inaugural de su visita, se había reunido con el presidente Benigno Aquino, quien hizo de la lucha contra la corrupción el elemento central de la campaña electoral que lo llevó al poder en 2010.
Desde entonces, el anterior presidente y tres senadores han sido detenidos, y el propio Aquino orquestó la destitución del máximo responsable del Tribunal Supremo de Justicia por corrupción.
Sin embargo, aunque la comunidad internacional ha aplaudido los esfuerzos de su Gobierno, algunos sectores dentro de su país lo acusan de perseguir sólo a sus enemigos políticos y no a sus aliados.
Pese a que Filipinas es una de las economías asiáticas con mayor crecimiento, en cuatro años de poder Aquino no ha logrado rebajar las brutales tasas de pobreza que asuelan el país. La pobreza ha forzado a 10 millones de filipinos a salir del país en busca de una vida mejor.
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