El 8 de setiembre de 1916 era asesinado en
Santa Catalina el sacerdote
Vicente Cardillo, último de los siete padres que descansan en la iglesia del pueblo puneño desde aquellos primeros de 1759. Desde entonces no hay cura residente y se habla de una suerte de culpa que cargan pagando con la falta de asistencia religiosa cotidiana.
La construcción del templo es más antigua, se dice que del siglo XVII, y su estado actual preocupa a los responsables de cuidarla. Blanca Morales de Farfán, nacida en La Quiaca, llegó como maestra a la escuela de Oratorio en 1960. En 1962 se casa con César Farfán. Blanca fue allí directora por 12 años y luego en las escuelas de Piscuno, La Cruz y Juella hasta jubilarse, en 1991, en la de Chaupi Rodeo.
Nos cuenta que "entonces nos jubilamos los dos y nos vinimos a vivir a Santa Catalina, a la casa paterna de César". César Farfán agrega que sus abuelos vivieron en esa casa, frente a uno de los laterales de la iglesia. "Es una de las casas más antiguas del pueblo, de 1760, y que se mantiene con la misma estructura aunque con algunas modificaciones", dice.
La familia Farfán cuenta con una larga tradición agropecuaria en la puna, que César continúa. Blanca nos dice que el padre Pedro "decidió que yo quedara a cargo de la iglesia y de la
casa parroquial. También pensamos en organizar un museo sacro con la cantidad de cosas de valor y de antigüedad que se estaban perdiendo".
Nos cuenta que también tienen que cambiar el piso y el cielo raso del templo, que se encuentran muy deteriorados. "Pidiendo colaboración a los residentes de Santa Catalina y a los vecinos del pueblo logramos hacer cambiar la instalación eléctrica", dice Blanca y César agrega que "tenían cables antiguos forrados de tela de 1937, que en cualquier momento podían producir un incendio. Esa reparación se realizó con la ayuda de monseñor Pedro Olmedo".
En la parroquia se celebra a Santa Catalina de Siena los 25 de noviembre y a la Virgen de Canchilla los 15 de agosto.
La de Santa Catalina es la veneración más antigua y, de Canchilla, César Farfán recuerda que "vinieron dos vírgenes del Cuzco, una quedó aquí pero la otra no sabemos dónde ha ido a parar. Dicen que eran idénticas, eso a nosotros nos han contado los abuelos. Esta imagen la traen desde el santuario de Canchilla, a 15 kilómetros".
Para el proyectado museo sacro tienen guardados en vitrinas objetos de culto de plata así como los atuendos de los curas que ya no se usan, manteles bordados con hilos de oro, tejidos a crochet que formarán parte de la exposición.
Del primer libro de la parroquia, cuyas tapas eran de cuero, recuerdan que lo comió un perro, y del segundo saben que se encuentra en Humahuaca. De los bautismos allí asentados se deduce que la parroquia data del año 1.600. César Farfán nos habla entonces de la importancia que tuvo Santa Catalina hasta la fundación del ferrocarril, que pasó por La Quiaca, cuando el poblado decae.
Nos dice que "este era el camino principal para comunicarse con el Alto Perú, porque el de Yavi comunicaba con el oriente. El camino salía de Colonia Caroya, Córdoba, pasaba por Santa Catalina y seguía a Potosí. Mi familia está acá desde 1875, o al menos esos son los datos más antiguos. Dicen que ellos vinieron de Arabia, parte quedándose en Yavi y parte acá".
Blanca agrega que "se casaron con nativas de acá." César recuerda a su abuela curandera "que supe verla preparar sus menjunjes de remedios. Ella se llamaba Serapia Nieves, era originaria, y se casó con Fructuoso Farfán".
A las espaldas de Blanca y César, en su casa, vemos colgadas escopetas antiguas. Nos dicen que una fue parte de los pertrechos de la batalla de Quera (1875), parte de la larga memoria que guarda esta tierra cuyo lado religioso, proveniente de tiempos en que Santa Catalina tuvo una importancia económica vital en nuestra provincia, quieren resguardar en el museo.
El 8 de setiembre de 1916 era asesinado en
Santa Catalina el sacerdote
Vicente Cardillo, último de los siete padres que descansan en la iglesia del pueblo puneño desde aquellos primeros de 1759. Desde entonces no hay cura residente y se habla de una suerte de culpa que cargan pagando con la falta de asistencia religiosa cotidiana.
La construcción del templo es más antigua, se dice que del siglo XVII, y su estado actual preocupa a los responsables de cuidarla. Blanca Morales de Farfán, nacida en La Quiaca, llegó como maestra a la escuela de Oratorio en 1960. En 1962 se casa con César Farfán. Blanca fue allí directora por 12 años y luego en las escuelas de Piscuno, La Cruz y Juella hasta jubilarse, en 1991, en la de Chaupi Rodeo.
Nos cuenta que "entonces nos jubilamos los dos y nos vinimos a vivir a Santa Catalina, a la casa paterna de César". César Farfán agrega que sus abuelos vivieron en esa casa, frente a uno de los laterales de la iglesia. "Es una de las casas más antiguas del pueblo, de 1760, y que se mantiene con la misma estructura aunque con algunas modificaciones", dice.
La familia Farfán cuenta con una larga tradición agropecuaria en la puna, que César continúa. Blanca nos dice que el padre Pedro "decidió que yo quedara a cargo de la iglesia y de la
casa parroquial. También pensamos en organizar un museo sacro con la cantidad de cosas de valor y de antigüedad que se estaban perdiendo".
Nos cuenta que también tienen que cambiar el piso y el cielo raso del templo, que se encuentran muy deteriorados. "Pidiendo colaboración a los residentes de Santa Catalina y a los vecinos del pueblo logramos hacer cambiar la instalación eléctrica", dice Blanca y César agrega que "tenían cables antiguos forrados de tela de 1937, que en cualquier momento podían producir un incendio. Esa reparación se realizó con la ayuda de monseñor Pedro Olmedo".
En la parroquia se celebra a Santa Catalina de Siena los 25 de noviembre y a la Virgen de Canchilla los 15 de agosto.
La de Santa Catalina es la veneración más antigua y, de Canchilla, César Farfán recuerda que "vinieron dos vírgenes del Cuzco, una quedó aquí pero la otra no sabemos dónde ha ido a parar. Dicen que eran idénticas, eso a nosotros nos han contado los abuelos. Esta imagen la traen desde el santuario de Canchilla, a 15 kilómetros".
Para el proyectado museo sacro tienen guardados en vitrinas objetos de culto de plata así como los atuendos de los curas que ya no se usan, manteles bordados con hilos de oro, tejidos a crochet que formarán parte de la exposición.
Del primer libro de la parroquia, cuyas tapas eran de cuero, recuerdan que lo comió un perro, y del segundo saben que se encuentra en Humahuaca. De los bautismos allí asentados se deduce que la parroquia data del año 1.600. César Farfán nos habla entonces de la importancia que tuvo Santa Catalina hasta la fundación del ferrocarril, que pasó por La Quiaca, cuando el poblado decae.
Nos dice que "este era el camino principal para comunicarse con el Alto Perú, porque el de Yavi comunicaba con el oriente. El camino salía de Colonia Caroya, Córdoba, pasaba por Santa Catalina y seguía a Potosí. Mi familia está acá desde 1875, o al menos esos son los datos más antiguos. Dicen que ellos vinieron de Arabia, parte quedándose en Yavi y parte acá".
Blanca agrega que "se casaron con nativas de acá." César recuerda a su abuela curandera "que supe verla preparar sus menjunjes de remedios. Ella se llamaba Serapia Nieves, era originaria, y se casó con Fructuoso Farfán".
A las espaldas de Blanca y César, en su casa, vemos colgadas escopetas antiguas. Nos dicen que una fue parte de los pertrechos de la batalla de Quera (1875), parte de la larga memoria que guarda esta tierra cuyo lado religioso, proveniente de tiempos en que Santa Catalina tuvo una importancia económica vital en nuestra provincia, quieren resguardar en el museo.