La música siempre tuvo una presencia fundamental en su vida. Es por ello, que desde que abrió los oídos para escuchar las anécdotas como artistas y de escenarios recorridos de los amigos de su padre, sin darse, cuenta estaba en el inicio del camino que elegiría para sí mismo.
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La música siempre tuvo una presencia fundamental en su vida. Es por ello, que desde que abrió los oídos para escuchar las anécdotas como artistas y de escenarios recorridos de los amigos de su padre, sin darse, cuenta estaba en el inicio del camino que elegiría para sí mismo.
La primera aventura a nivel artístico fue Guatemala, un país que le amplió los conocimientos musicales que tenía incorporados porque se inscribió en la Escuela de Poliritmos para evolucionar; mientras otra oportunidad se le abría en La Habana, Cuba; donde se perfeccionó por dos años.
En Guatemala, descubrió la identidad del aborigen y el orgullo que significa tomar conciencia de lo autóctono. "Fue un shock cultural para mí, estando allá valoricé mi origen como jujeño, como tendría que haberlo hecho antes. Descubrí mejor mi lado indígena", expresó Sebastián Cordero, sobre este primer impacto personal en tierra centroamericana.
En su paso por Guatemala, encontró pares con quienes compartió tiempo, intercambió saberes e intensificó su deseo de evolución en El Caribe. "Con la música conocí a 'Cacho' López que me enseñó mucho y con Alfredo Cáceres porque viajamos por El Salvador, Costa Rica, Nicaragua y Belice; armamos un trío", reveló quien vivió su infancia y adolescencia entre Mariano Moreno y Los Perales.
Mientras intensificaba el estudio de guitarra, conocer a más personas, le amplió el horizonte con respecto a lo que quería trasmitir desde su arte. A su regreso al país, tomó una decisión esencial y fue la de proyectar su carrera artística, virando de rumbo hacia el Viejo Continente.
Francia se convirtió en su lugar en el mundo desde que arribó en el año 2001. En ese momento de la historia, una nueva transformación tuvo lugar en él. Y es que desde que miró por primera vez el cielo francés, quedó prendido de la magnitud del todo a su alrededor, en conjunción a lo cosmopolita de una ciudad llena de vida como lo es París. "Fue tan diferente a lo que había vivido, desde el idioma que es distinto, las calles y el movimiento en sí", indicó este músico, ávido por descubrir la espectacular cultura en todos los sentidos.
Cargado de sueños conoció el mar y se encandiló de la belleza por sus cálidas aguas, un regalo divino para este hombre oriundo de los Valles jujeños.
Al poco tiempo de permanecer en tierra gala, comenzó a aprender el idioma y comunicarse de manera independiente; para luego inscribirse en la Universidad de París IV París - Sorbonne. Su determinación fue fundamental en los primeros tiempos porque aplicó la enseñanza de su padre y dejó que el instrumento hablara por él. Y en cada canción, la mística lo acompañó cuando interpretó su arte en el metro, restaurantes, pequeños teatros y festivales; fue en estos espacios donde avanzó gracias a la música ante la mirada de franceses y de espectadores de diversas nacionalidades.
Desde hace veinticinco años que forma parte de una cultura que lo tiene maravillado, donde prima el respeto por el otro y lo laboral es atravesado por las buenas costumbres y el trato acorde. "Aquí existe una mentalidad distinta, donde nada cae del cielo sino que todo se hace por mérito propio. Hay que tener voluntad de progreso", expresó Cordero que en la actualidad, agradece a la vida la posibilidad de crecer en otro país, pero sin olvidar sus raíces. "Ser jujeño te da un plus y ellos -franceses- valoran cuando ven las ganas de crecer en lo que a uno le gusta", destacó quien vive cerca de la estación de trenes con destino a Londres, Inglaterra.
Envuelto en una multiculturalidad que palpita cada instante de sus días, degusta de los sabores del mundo a través de especialidades de Uzbequistán, Vietnam y Argentina; con la que se llena de melancolía.
"Tengo mis momentos de extrañar a Jujuy, a la familia; pero trato más de agradecer a la vida estar aquí, camino por las noches y me gusta ver el río Sena, los museos, la catedral de Notre Dame, los teatros y los jardines de Luxemburgo; son maravillosos", comentó este jujeño que no deja de soñar desde que estudiaba en la Escuela 1 "Gral. Manuel Belgrano" y que se formó en la secundaria del Colegio Del Salvador, siendo promoción en la Escuela Provincial de Comercio 3 "José Manuel Estrada" a la par de la Escuela de Música de Jujuy.