Aunque el frío congelaba al sol dela mañana de junio, ellos se veían iluminados; como los protagonistas de la escena que, sin previo aviso, aparecían sobre el césped recién cortado ante el martes naciente.
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Aunque el frío congelaba al sol dela mañana de junio, ellos se veían iluminados; como los protagonistas de la escena que, sin previo aviso, aparecían sobre el césped recién cortado ante el martes naciente.
Caminando por el centro de la plaza Belgrano, iban los amigos abrigados del otoño nublado como dúo de distintas especies que disfrazaban su piel, pero con un mismo sentimiento en sus almas; el de la amistad.
Mientras el vaivén de los peatones se entretejía con los árboles en una coreografía por el camino empedrado, el caniche de color negro dejaba ver junto a su uniforme, ese andar tranquilo tan suyo. Y la luz del día aclaraba más y el brillo se acentuaba en las pupilas del can que buscaba atento las de su compañero, como si por dentro se conectaran desde un instinto sutilmente compartido.
El pequeño ser no dejaba de observarlo con la misma atención que los niños muestran al mirar con asombro aquello que tanto los maravilla. Y con un "¡Vamos, 'Milo'!", hizo caso a la voz que le daba inicio a su jornada laboral. Quien marcó esa otra presencia fue José Domingo Teseira, ese amigo fiel que lo acunara desde cachorro y que, tras la pandemia, lo convirtiera en un incondicional mini obrero municipal.
"A mi 'Milo' no lo cambio ni por diez humanos juntos", comenzaba diciendo Teseira, que a sus sesenta y dos años sonríe, saludando a niños y a adultos, por igual.
La danza entre el viento y las hojas secas se ofrecía como espectáculo natural en alta definición. La tarea a primera hora fue retirar las ramas secas que habían ocultado las plantas, desenlace de un símil invierno que asomaba desde tempranito entre las palmeras que a diario cuidan. "Es un hijito para mí", aseguró el cuidador y jardinero dedicado sobre la adorable criatura.
Pero la historia no es reciente, lleva cinco años de amor; edad del canino que utiliza indumentaria hecha a medida y una gorrita derrochadora de simpatía. "Una vez en el barrio de Ciudad de Nieva lo llevé a tomar sol y le puse una gorra, sin saberlo le sacó una sonrisa a una abuelita que estaba sentada en la banca. Entonces pensé: 'tengo que buscarle otras gorritas y ropitas'", recordó. Sin dudarlo demasiado, nació la frase "Milo municipal" como parte de su atuendo en textil de grafa beige, mismo que lleva José para despejar la maleza de la alfombra verde de tordos renegridos e incontables palomas.
Con el avance del tiempo, empezó a ser un obrero más y desde el primer momento se transformó en el guardián de la plaza.
De pronto, posa elegante y se sienta como al resguardo de la labor que José concreta, cavando con un pico el surco del cantero para que fluya el agua. Y entonces más personas se acercaron sólo a mirarlo, pronto sacan sus smartphones para contemplarlo de cerca y llevarse como recuerdo su estampa encantadora.
Los estudiantes que pasaban cada vez más seguido también espiaban con cariño el especial cuadro del jardinero con su can. Uno tan amigo del otro que se entienden a la perfección, aun si hablar el mismo idioma. "Yo lo veo a mi perrito como un ejemplo porque siempre está a mi lado, desde sus cuarenta y cinco días de vida me acompaña", dijo con la ilusión de tener para siempre al más mimado de su familia.
La existencia del canino famoso en las redes, se constituyó como receptora de sonrisas y miradas de desconocidos pero que lo conocen muy bien. Es que su porte en miniatura no hace más que ganarse mimos sinceros de quien pasa por cerca suyo o un "íQué bonito!".
Inteligente y generoso, desparrama la fascinación de perro a gusto por la vida que le tocó. Él sabe cruzar la calle, se porta muy bien ya que desde bebé es obediente y es tranquilo.
No confunde las amistades peligrosas, porque cuando las lee en el aura, simplemente se queda junto a su papá humano, ese que lo defendería hasta el fin del mundo. Es que no importa si es de mañana o de tardecita, la gente de todo el país y del exterior llega sin demoras para sacarse fotos con este ángel de cuatro patas.
Cada día que pasa, "Milo" -que cumple seis años este once de junio y se viste de smoking para la ocasión- sabe desempeñarse. Y desde su misión como can de compañía, es el noble apoyo emocional de Teseira a quien desde hace cinco años mira regar las plantas, acomodarlas y quitarles las ramas secas para la preservación. "Es lindo tener a 'Milo' aquí, me hace bien y no me siento solo. Hace poco tuve un accidente cerebrovascular (ACV) y cuando me reincorporé, lo primero que vi fue a 'Milo', estaba echado a mi lado y me lamía la cara para que me sienta mejor", detalló quien, afectado por esta circunstancia, logró recuperar su salud paulatinamente.
"Es la compañía más incondicional", redobló la afirmación en el marco de una -para nada- enfrascadora jornada. En simultáneo, las hojas seguían lanzadas a su suerte, haciendo lo suyo para capturar atenciones de inmediato. Y cuando lo inquieto de su alma canina se desprendía a primera hora en la mañana otoñal, la mirada de su humano favorito lo perseguía para cuidarlo, tal cual un padre a su hijo. Una postal que es amor en estado puro.