Durante veintidós años Aldo Abalos honró con su pluma a nuestro diario. Fue el corresponsal de la Puna que siempre estuvo al servicio de las causas del hombre de las alturas, exaltando sus valores y denunciando, con firmeza, el abandono de una región a la que amaba profundamente. Profesional como pocos, presentaba sus notas impecables, con una pureza de lenguaje y manejo del idioma que denotaba su elevadísimo nivel cultural. Para él no había un lugar más maravilloso en el mundo que su Puna, la que conocía en detalle.
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Durante veintidós años Aldo Abalos honró con su pluma a nuestro diario. Fue el corresponsal de la Puna que siempre estuvo al servicio de las causas del hombre de las alturas, exaltando sus valores y denunciando, con firmeza, el abandono de una región a la que amaba profundamente. Profesional como pocos, presentaba sus notas impecables, con una pureza de lenguaje y manejo del idioma que denotaba su elevadísimo nivel cultural. Para él no había un lugar más maravilloso en el mundo que su Puna, la que conocía en detalle.
El día de su fallecimiento, el 27 de febrero de 2011, las arenas cantarinas del Huancar enmudecieron en una señal de respeto a la partida de un hijo dilecto de la Puna. Su recuerdo sigue intacto entre quienes tuvimos el honor de trabajar con este periodista de raza.