En el Día Internacional de la Mujer, mis más profundos respetos a todas nosotras y a lo femenino que habita en cada hombre.
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En el Día Internacional de la Mujer, mis más profundos respetos a todas nosotras y a lo femenino que habita en cada hombre.
Hay distintas formas de vivir los hitos de la historia. Si vamos a honrar el dolor, el sacrificio y lo que muchas mujeres hicieron para darnos paso hoy a nuevos lugares, vamos a honrarlas, no perpetuando las memorias donde fuimos víctimas, sino actualizando percepciones y tomando nuevos recursos para nuevas construcciones.
¿Qué es lo que nos hace víctimas? Quedar en ese "no pude", "estuve sola". La sed de la injusticia es una sed que nunca se sacia, por lo tanto, es necesario pasar de las memorias de sed a las memorias de poder. Para ir a nuestro poder es necesario abrirnos al dolor. Como señala Clarissa Pinkola Estés en "Mujeres que corren con los lobos", el dolor es un portal hacia la sanación profunda, es un retorno al alma salvaje y a la verdadera naturaleza instintiva.
Desde las constelaciones familiares, Bert Hellinger nos enseña que honrar el destino de las mujeres que nos precedieron es asumir la vida tal como es, sin cargar con el sufrimiento del sistema familiar. "La verdadera libertad viene cuando podemos mirar con amor a las que vinieron antes y tomar la fuerza de su historia", diría Hellinger.
Mónica Simone, en su enfoque de Sabiduría Femenina, nos invita a reconectar con la matriz, con el útero como símbolo de creación, no solo de vida física sino de proyectos, sueños y relaciones nutritivas. Honrar a las ancestras es honrar la matriz colectiva que nos conecta como red, como tejido vivo de experiencias y aprendizajes.
Laura Gutman nos recuerda la importancia de desandar los mandatos, de reconstruirnos desde una verdad más profunda y propia: "Es necesario desvestirse de lo impuesto y reescribirse desde lo auténtico".
Claudio Naranjo, con su trabajo en el eneagrama y en la integración del masculino y femenino internos, nos anima a abrazar tanto lo sensible como lo racional, a permitirnos ser completas, con todas nuestras luces y sombras.
En todas las experiencias donde hemos sido relegadas de nuestros lugares, donde se nos ha quitado la voz, donde hay que hacer muchos esfuerzos por ocupar nuestros espacios, todo esto que se ha hecho y se sigue haciendo no es algo que se le hace solo a la mujer, se le hace a la humanidad. Se somete aún hoy la intuición, lo sensible, la conciencia corporal, nuestro lado salvaje. Ese sometimiento trae mucho enojo. El enojo que no se resuelve, que no se gestiona, nos sigue dando un mundo de tuertos, ciegos. Heridas que no cierran, obturan el fluir, dejándonos en un ciclo de perpetradores al servicio de lo que si cree justicia.
Para sanar los enojos, hemos de mirar el dolor y transformarlo en fuerza creativa ese es el gran desafío.
¿Cómo manejar el dolor? ¿Cómo saber que hemos sanado? Si nos sigue doliendo como la primera vez, es porque aun no ha sanado. Sanar es transformar ese dolor en sabiduría, en fuerza, en una nueva mirada. Es convertirnos en tejedoras de un destino consciente, donde el dolor se transmuta en poder y en servicio a la vida.
Activar nuestros dones, talentos, atributos. Ser tejido, red, útero, sabiduría, intuición. Honrar a las que nos precedieron es hacer algo por nosotras. Es volver a nuestra esencia, como lo expresa Pinkola Estés: "Ser salvaje significa vivir una vida natural, una vida en la que tengamos integridad. Es saborear la intuición profunda, escuchar los propios ritmos, despertar con un entusiasmo y energía para la vida".
La figura de la mujer a lo largo de la historia ha transitado desde ser la diosa creadora, la chamana y la curandera en las culturas ancestrales, hasta ser relegada al silencio y la sumisión en muchas sociedades patriarcales. Fue también musa inspiradora, líder espiritual, guerrera, protectora del hogar, defensora de la vida y agente de cambio en revoluciones silenciosas. A lo largo de los siglos, las mujeres han tejido sus historias entre el amor y la resiliencia, encontrando siempre la manera de florecer incluso en los contextos más adversos.
Frases célebres para inspirarnos:
- "Yo no deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre sí mismas." - Mary Wollstonecraft
- "La feminidad es una energía que no pertenece solo a las mujeres, es un estado del ser que invita a la creación, la intuición y la conexión profunda." - Anónimo
Hoy, seguimos creando un mundo mejor, reinventándonos tantas veces como queramos, transformando miedos en fuerza y expresando la magia en las dificultades. Seamos apasionadas, valientes y nuestra mejor versión, honrando lo sagrado femenino y masculino en cada uno de nosotros. (Gracias Judith Natalia Arraya, hermana que me ayudaste a sentir esta nota para todas nuestras hermanas y hermanos)
Y cierro sintiendo este día ocho como el símbolo del flujo infinito de energía, del poder, la abundancia, el éxito (recordemos que éxito viene de exitus que significa salir. De qué lugares necesitamos salir) se asocia con la eficiencia, la organización y la capacidad de materializar sueños. Significa renacimiento y regeneración, eternidad, continuidad del alma, conexión entre lo espiritual y lo material. Significa fortuna, nuevos comienzos, equilibrio y verdad
Y traigo también esta reflexión que devino de observar la sincronía de los momentos, la coincidencia del Día Internacional de la Mujer entre el Carnaval y la Semana Santa abre un abanico simbólico muy interesante.
1. El Carnaval: La Alegría y la Libertad
El carnaval es una celebración de la vida, del cuerpo, de la alegría y la expresión sin máscaras (o, paradójicamente, con máscaras que permiten ser lo que uno desea). Es un momento de desinhibición, de color, de placer y de conexión con la tierra y los sentidos.
La mujer, en este contexto, puede representar la fertilidad, la creación y el disfrute de la vida. Su conexión con la tierra, con el cuerpo y con la naturaleza se alinea con la energía del carnaval.
2. Semana Santa: La Espiritualidad y la Trascendencia
Por otro lado, la Semana Santa es un tiempo de introspección, espiritualidad y transformación. Simboliza la muerte y la resurrección, llevando la energía hacia lo trascendental, lo eterno y lo espiritual.
Aquí, la mujer se presenta como guía en procesos de transformación. Piensa en las figuras femeninas en la historia espiritual: María, Magdalena, las mujeres que acompañaron a Jesús. Ellas fueron las testigos de la resurrección, las portadoras del mensaje de vida nueva.
3. Las Mujeres como Puentes
La idea de la mujer como puente entre la alegría y lo espiritual es poderosa. Somos las mujeres las que gestamos, la que transformamos la energía de lo mundano (carnaval) en lo sagrado (Semana Santa). Mediando entre la materia y el espíritu, haciendo sagrada cada acto de la vida.
Este puente simboliza la capacidad femenina de navegar entre la risa y la profundidad, entre el caos creativo y la calma meditativa. La mujer, desde esta perspectiva, es alquimista, convirtiendo el gozo terrenal en una experiencia espiritual.
4. Un Ciclo de Vida Completo
El ciclo entre carnaval y Semana Santa también podría simbolizar el viaje de la vida:
El nacimiento y la infancia (alegría pura y espontaneidad del carnaval).
La madurez y la responsabilidad (el tránsito, el puente).
La vejez y la muerte (la espiritualidad y el retorno a lo esencial).
La mujer, en cada una de estas etapas, aporta su energía nutricia, su capacidad de sostener, de transformar y de guiar.
Que cada paso sea un puente entre el carnaval y la Semana Santa, entre la alegría terrenal y la trascendencia espiritual. Que podamos ser alquimistas de nuestras propias vidas, convirtiendo cada experiencia en una oportunidad de florecimiento y evolución.
Honremos nuestra capacidad de sostener, transformar y guiar, con la certeza de que cada acto cotidiano puede ser un acto sagrado, y cada mujer, un canal de vida, amor y sabiduría infinita.