El reciente cierre del IV Congreso Argentino de Agroecología, realizado en esta ciudad y que reunió a más de 500 experiencias de todo el país y Latinoamérica, permitió destacar avances en la evaluación de sistemas agroecológicos mediante herramientas como "Tape", la sistematización de 27 "faros agroecológicos" y el impulso a redes territoriales.
Uno de los ejes centrales del encuentro fue la evaluación y visibilización del avance de la transición agroecológica en Argentina. En ese sentido Luis Narbona, ingeniero agrónomo, investigador del Instituto de Patología Vegetal del Inta Córdoba y colaborador de la Red Nacional de Municipios y Comunas que Promueven la Agroecología (Renama), presentó avances clave en dos líneas estratégicas. Estas son la sistematización de "faros agroecológicos" y la implementación del instrumento internacional Tool for Agroecology Performance Evaluation (Tape), desarrollado con apoyo de la FAO y validado a nivel global.
Narbona explicó que Tape se aplicó en nueve nodos distribuidos desde Jujuy hasta Misiones, incluyendo Santiago del Estero, Catamarca, Buenos Aires, la Comarca Andina, Mendoza, Corrientes y Bellavista. Esta red nacional permite comparar sistemas convencionales con aquellos en transición o plenamente agroecológicos, evaluando no solo su productividad, sino también su impacto social, económico y ambiental. "Lo que mostramos son los niveles de articulación logrados, universidades, Inta, municipios y organizaciones como Renama trabajando juntos para visibilizar los aportes reales de la agroecología", afirmó.
Además, compartió los resultados del relevamiento de 27 "faros agroecológicos" en diez provincias argentinas, que abarcan cerca de 8.800 hectáreas y representan una amplia diversidad productiva, hortícolas, frutícolas, ganaderos (bovinos, ovinos, caprinos), apícolas, extensivos e intensivos y muchos con agroindustria asociada.
Explicó que más allá de los datos técnicos, el equipo recopiló los "sentipensares", "los desafíos a los que se han enfrentado, los sentimientos, los sentipensares que han transitado durante el proceso de transición y las cuestiones también técnico-productivas, organizativas, políticas que transitan para llevar adelante sus experiencias agrológicas", dijo.
Estas experiencias, surgidas mayormente de sistemas convencionales dependientes de agroquímicos, lograron recuperar la fertilidad del suelo, incrementar la biodiversidad, reducir costos y fortalecer su autonomía. El objetivo ahora es transformar estos casos en "fichas inspiradoras" para guiar a otros productores.
"La agroecología no es un modelo único, sino un camino colectivo y diverso", expresó Narbona, quien también participó en un taller sobre organoponía, agricultura urbana intensiva en sustratos orgánicos, en una apuesta por enfoques participativos.
Por otra parte, también participó Eduardo Cerdá, exdirector nacional de Agroecología y actual presidente de Renama, quien ofreció un balance contundente. "Siempre se da un pasito más, a pesar de los tiempos tan difíciles", afirmó. Recordó que entre 2020 y 2023, bajo la órbita estatal, la agroecología experimentó un crecimiento sin precedentes, los grupos de Cambio Rural Agroecológico pasaron de 16 a 190, abarcando más de 200.000 hectáreas; los municipios comprometidos se triplicaron de 40 a 105; y se consolidaron diez nodos territoriales.
Explicó que sin embargo, en 2024 el nuevo gobierno disolvió la Dirección Nacional de Agroecología, generando temor de un retroceso. Pese a ello Cerdá detalló que aunque los municipios vinculados a Renama bajaron a 45 , en parte por cambios políticos locales, los productores no solo resistieron sino que avanzaron. Hoy existen 14 nodos, con nuevas incorporaciones como la Universidad Nacional de General San Martín y un espacio en Tierra del Fuego.
La red también incursionó en la comunicación popular: sus documentales superaron el millón de vistas, y en 2024 estrenó "El principio del camino" y "La aurora", obras que ya circulan en escuelas y asambleas. Además, Renama impulsa una plataforma digital para que los consumidores identifiquen productos verdaderamente agroecológicos, basada en criterios técnicos y éticos. Paralelamente, analiza alimentos cotidianos -como yerba mate y té- en busca de residuos de agroquímicos, generando conciencia sobre el consumo consciente.
"Muchas veces no tenemos capacidad para responder a toda la demanda que hay", reconoció Cerdá, pero dejó un mensaje claro: "Esto no es solo una técnica, es un modo de vida. Es salud, soberanía, justicia ambiental. Y no depende de un ministerio, sino de una red viva que ya está en marcha". Para Cerda, en coincidencia con otros participantes del congreso, la agroecología en Argentina ya no tiene marcha atrás.
Lanzan becas y microcréditos
Durante el IV Congreso Argentino de Agroecología, celebrado recientemente en Buenos Aires, la flamante fundación Ciencia para el Ser, presidida por el empresario Alfredo Román, presentó luego de la apertura un ambicioso programa destinado a fortalecer la producción agroecológica en Argentina.
A través de su vocero, Hernán Farina, la organización detalló un paquete integral de iniciativas orientadas a promover una cadena agroalimentaria más saludable y sostenible, con énfasis en la inclusión de pequeños productores, investigadores y jóvenes interesados en el sector.
El plan incluye subsidios de hasta 15 millones de pesos para proyectos de innovación y desarrollo productivo en agroecología, microcréditos de hasta 3,5 millones, ajustados al salario mínimo vital y móvil, y becas de entrenamiento laboral por un monto de hasta 750.000 pesos, bajo un esquema de cofinanciamiento con empleadores.
Además, en alianza con la Sociedad Argentina de Agroecología (SAE), prevén lanzar una convocatoria para jóvenes investigadores, cuyas bases estarán disponibles desde diciembre en la web de la fundación: cienciaparalyser.org. “Recorrimos el país y vemos oportunidades en toda la cadena: desde la salud del suelo hasta la comercialización y la diferenciación del producto agroecológico”, destacó Farina, quien también ponderó la importancia de articular con instituciones como el Inta y el Inti. La fundación también brindó dos correos de contacto, info@cienciaparalyser.org y convocatorias@cienciaparalyser.org , para consultas y acceso a formularios, que también se pueden encontrar en la página oficial de la fundación: https://cienciapa raelser.org/
Con sistemas participativos
Por su parte, Andrea Cardozo, de la Agencia de Extensión Rural del Inta El Bolsón, expuso su experiencia en el análisis de sistemas productivos durante la transición agroecológica. Participó en una mesa redonda centrada en el diseño de indicadores que permitan identificar puntos críticos y brindar soluciones concretas a pequeños productores. Desde la Patagonia, la ingeniera agrónoma trabaja en estrecha colaboración con un entramado socioproductivo diverso de productores convencionales, en transición y agroecológicos.
“Lo hacemos desde un enfoque de cogeneración del conocimiento”, explicó y destacó que la elaboración artesanal de biofertilizantes y biopreparados en los propios predios como estrategia para recuperar y mantener la fertilidad del suelo. Además, impulsa innovaciones organizativas como los Sistemas Participativos de Garantía, que valorizan los productos locales agroecológicos. Su trabajo se articula en red con universidades, municipios y organizaciones de productores.
En la región, si bien la frambuesa es el cultivo principal, predominan sistemas diversificados que incluyen horticultura bajo cubierta y a campo abierto, lúpulo, y pequeñas producciones ganaderas. “Hay mucho por hacer, pero avanzamos con soluciones prácticas y colectivas”, concluyó Cardozo sobre la experiencia.