27 de Junio,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

“Pachamama de la Banda”, patrimonio cultural de los mendieteños

El rumoroso Río Grande en La Mendieta se hace música para honrar a la Madre Tierra cada 1 de agosto.
Jueves, 01 de agosto de 2024 09:35
LA MENDIETA | OFRENDA A LA “PACHAMAMA DE LA BANDA” DE LOS MENDIETEÑOS

Acompañados por duendes viajeros y trovadores de caminos con sus alforjas desbordantes de hojas de coca, sahumerios, serpentinas y papel picado, iniciamos un nuevo camino por el solar sampedreño, enmarcado en este mes de agosto, por un paisaje ocre, salpicado de un rosa intenso de los majestuosos lapachos que ya despliegan su colorido en Jujuy. 

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Acompañados por duendes viajeros y trovadores de caminos con sus alforjas desbordantes de hojas de coca, sahumerios, serpentinas y papel picado, iniciamos un nuevo camino por el solar sampedreño, enmarcado en este mes de agosto, por un paisaje ocre, salpicado de un rosa intenso de los majestuosos lapachos que ya despliegan su colorido en Jujuy. 

Atravesando los verdes cañaverales del ingenio azucarero, llegamos hasta “La Banda”, un paraje casi escondido en medio de las dulces cañas y la espesura del monte y acunado por el rumoroso canto del Río Grande, en inmediaciones de la pintoresca y apacible localidad de La Mendieta.

En esas tierras ubicadas en una de las márgenes del curso de agua más importante de la provincia de Jujuy, se levanta el rancho de la familia Albarracín, quien desde hace algo más de treinta años, venera y agradece, en cada 1 de agosto, los beneficios recibidos por la Madre Tierra.

Una gigantesca y añosa mora silvestre, cedió su sombra para que a sus pies, se abra el mojón para rendir  culto a la Pachamama. Desde aquel entonces, la familia Albarracín abrió sus brazos para ir recibiendo año tras año a nuevos amigos, nuevos devotos, que se acercan con sus ofrendas, materializadas en comidas, bebidas, cigarrillos, hojas de coca, sahumerios, serpentina y papel picado.

Al amanecer del 1º Agosto, la estentórea explosión de una bomba de estruendo, saluda al nuevo día y anuncia a los mendieteños y lugareños, el inicio del festejo y las honras a la Madre Tierra. A primera hora se abre, se limpia y se sahúma el mojón, mientras la vetusta mora silvestre ofrece sus ramas para ornamentarlo con multicolores serpentinas. De a poco, la tierra se abre para recibir la generosa ofrenda de sus hijos, que atravesando la polvorienta y serpenteante senda que clama por la tan esperada lluvia, van llegando al rancho del gaucho Albarracín.

Cada uno, desde el más grande hasta los más chicos, se acerca con respeto y gran devoción a la apacheta para depositar su ofrenda y en una silenciosa súplica, agradece por lo recibido y pide por sus necesidades. 

Tras la ofrenda, todos se ubican en las mesas enviadas a construir por el intendente Jesús Lorenzo Guerra quien además como cada año, acerca todo lo necesario para las ofrendas, el almuerzo comunitario y el homenaje hecho música en la voz y el sentir de artistas del medio.

Patrimonio de los mendieteños “Todos los años llegamos hasta este lugar al que afectuosamente llamo ‘el gran chaparral’, donde los amigos Simeón Albarracín y su hijo Hugo, permiten el encuentro de amigos, familiares y compañeros de trabajo para honrar a la Pachamama, en esta Pachita que ha pasado a ser patrimonio cultural de nuestro pueblo” dijo el intendente Lorenzo Guerra.

“Desde hace 24 años, cada 1 de Agosto, llegamos hasta este mojón para honrar a la Pachamama. La familia recibe a los que van llegando, que se acercan primeramente a “darle de comer y de beber” a la Pachita, en lo que llamamos la “corpachada”.

Explicó que a diferencia de rituales que se realizan en otros lugares, en esta Pachamama no hay padrinos ni pasantes, sino que cada uno aporta lo que tiene, lo que está a su alcance y que el municipio y el ingeniero Arce, también colaboran.

“Mi pedido personal siempre es por salud y trabajo, asumiendo el compromiso de evitar también la contaminación. Debemos recordar que a la tierra se la debe honrar todos los días preservando el medio ambiente”, expresó.

Pachamama en tierra de gauchos Don Simeón Albarracín, un gaucho de 85 años, relató que hace más de sesenta años, junto a su familia se afincó en esas tierras fiscales, ubicadas a la margen del Río Grande. “En aquellos años, criábamos muchos animales; vacas, chanchos, caballos, y también teníamos sembradíos de maíz. Luego vinieron épocas malas, llegamos a perder casi todo, pero volvíamos a empezar y hoy a pesar de que ya pasaron tantos años, seguimos aquí”.

Al hablar de la historia de la “Pachamama de la Banda”, don Simeón relató que un buen día su familia decidió abrir su propio mojón para agradecer y darle de comer a la Pachamama. “Elegimos esta mora del campo, tuvimos tiempos difíciles pero para la Pachamama nunca faltó. Con el tiempo mis hijos se hicieron hombres y colaboraban para agradecerle a la Pachita, también se sumó el intendente Jesús Lorenzo Guerra, y desde hace casi veinticinco años, está con nosotros. No faltó nunca, siempre llega con la ofrenda para la Pachamama y para compartir un almuerzo  comunitario”, dijo el gaucho Albarracín.

En tanto que su hijo Hugo, también desandó las páginas de la historia, para comentar que eran niños, cuando sus padres abrieron la apacheta, recordó aquellos sembradíos de maíz y el puesto con el patio de tierra donde transcurrió felizmente su infancia.

“Fuimos creciendo con un profundo respeto hacia la Madre Tierra y hacia nuestra Pachita. Años más tarde, cuando llegó Lorenzo Guerra, mandó a construir mesas y bancos para la gente que llegaba cada 1 de agosto. Cada año se van sumando y hoy es una gran familia la que llega a rendirle culto a la Madre Tierra”. 

Temas de la nota

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD