En distintas comunidades, recordaron con gran afecto el natalicio del padre Tarcisio Rubín, quien había nacido en un pueblo de Italia hace 95 años. Otro acontecimiento importante fueron los 50 años de la llegada del querido misionero a Argentina, acaecida en 1974. Cabe recordar que la causa de beatificación del padre Tarcisio Rubín se encuentra en proceso, y desde su fallecimiento, ocurrido en 1983 en una capilla de Alto Calilegua, son muchas las personas que se han encomendado a la intercesión del padre pidiendo por su salud o por la de algún familiar, habiendo sido concedidas numerosas gracias. A modo de agradecimiento, en el lugar donde descansan sus restos, ubicado en la capilla del cementerio Cristo Rey, fueron colocadas varias plaquetas que dan cuenta de los favores recibidos.
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En distintas comunidades, recordaron con gran afecto el natalicio del padre Tarcisio Rubín, quien había nacido en un pueblo de Italia hace 95 años. Otro acontecimiento importante fueron los 50 años de la llegada del querido misionero a Argentina, acaecida en 1974. Cabe recordar que la causa de beatificación del padre Tarcisio Rubín se encuentra en proceso, y desde su fallecimiento, ocurrido en 1983 en una capilla de Alto Calilegua, son muchas las personas que se han encomendado a la intercesión del padre pidiendo por su salud o por la de algún familiar, habiendo sido concedidas numerosas gracias. A modo de agradecimiento, en el lugar donde descansan sus restos, ubicado en la capilla del cementerio Cristo Rey, fueron colocadas varias plaquetas que dan cuenta de los favores recibidos.
El padre Tarcisio Rubín nació en un pueblo de Loreggia, provincia de Pádua, Italia, el 6 de mayo de 1929, siendo el menor de diez hermanos. Sus padres Ermenegildo Rubín y Emilia Píccolo eran sencillos y modestos campesinos. Al terminar la escuela primaria, entró en el seminario Scalabriniano.
Fue ordenado sacerdote el 21 de marzo de 1953 y en el mismo año, fue destinado a la misión para los migrantes de Berna (Suiza). En el año 1969, fue destinado a trabajar con los migrantes italianos en la misión de Wuppertal (Alemania) hasta el año 1973. Luego de una experiencia de vida contemplativa en Palestina, fue destinado a la Argentina. Antes de partir de su tierra natal, celebró con la comunidad y predicó en todas las misas con su estilo de absoluta pobreza. Nunca llevó ni valija ni plata, solamente la ropa puesta, la sotana, sus sandalias, el rosario, el crucifijo y la Biblia.
Llegó a Buenos Aires el 9 de Abril de 1974. Apenas llegado, el padre Tarcisio, se constituyó como un centro de debates, de admiración, de dudas y de críticas. Su estilo de vida, tan desprendida de lo material, llamaba la atención. Fue destinado para los migrantes más marginados, particularmente a jujeños, bolivianos y chilenos de la zona mendocina.
Estando en Mendoza, observó que muchos jujeños y bolivianos llegaban del Noroeste Argentino, eran los llamados trabajadores "golondrinas", que al finalizar la cosecha de caña de azúcar, durante los meses estivales, viajaban a Mendoza para la vendimia. Fueron precisamente esos trabajadores quienes lo cautivaron y lo trajeron a Jujuy.
El padre Tarcisio fue figura preponderante en el establecimiento y organización de los misioneros scalabrinianos en la ciudad de San Pedro de Jujuy, desde donde se canalizaron las actividades tendientes a la atención de los migrantes de todo el Noroeste Argentino. Como sacerdote, tuvo la libertad de elegir una vida signada por el constante sacrificio y todas las privaciones materiales que para muchos resultan insoportables.
Era andariego como el viento. Para él la oración era la fuente de todo. En ella se nutría para ser misionero después. Para el sostén pastoral, pasaba horas y horas en adoración frente al Santísimo.
A fines de septiembre de 1983, el misionero cayó gravemente enfermo y fue derivado a un centro especializado en Córdoba. Pero desoyendo a toda prescripción médica, cumplió el que sería su último sueño, volver a Jujuy.
Al llegar a San Pedro de Jujuy prosiguió camino y el 1 de octubre celebró y predicó por la fiesta de Santa Teresita en Libertador General San Martín. Siguió viaje hasta San Francisco de Valle Grande, allí pidió a la comunidad que preparara todo para la fiesta patronal del día siguiente y partió a visitar a las familias de Alto Calilegua. Nunca se rendía ante los desafíos, ni siquiera en vísperas de su partida definitiva.
El 2 de octubre, la directora y un grupo de niños de la escuelita de Alto Calilegua fueron a recibirlo a la entrada del pueblo. Luego de celebrar misa a las 21, se retiró a orar a la capilla. Al día siguiente, el 3 de octubre de 1983, los niños encontraron su cuerpo sin vida tendido frente al altar. Desde allí y en una larga y riesgosa travesía, sus restos fueron trasladados a San Pedro de Jujuy y descansan en la capilla del cementerio Cristo Rey de esta ciudad.