El 2025 se convirtió en un año donde se volvió a dejar en evidencia que el bullying continúa siendo una de las problemáticas más persistentes y dolorosas presentes dentro del sistema educativo jujeño. A lo largo de los meses, distintos casos registrados en instituciones de la capital y en toda la provincia expusieron una misma situación, estudiantes que denuncian acoso sostenido en el tiempo, familias que reclaman contención y un abordaje escolar que, según los testimonios en primera persona, resulta insuficiente y superficial frente a la gravedad de la problemática.
Uno de los hechos que marcó el año ocurrió en Tilcara, durante la elección de reina en la Escuela Normal Superior "Dr. Eduardo Casanova". Allí, una exalumna y reina saliente 2024 transformó un acto festivo en un espacio de denuncia pública al relatar el bullying que padeció, la exclusión, los insultos y la indiferencia institucional ante sus reiterados pedidos de ayuda. Su testimonio mostró no solo el sufrimiento que vivió sino también la ausencia de intervenciones pedagógicas.
Está situación publica se da en un contexto más amplio de reclamos. Durante gran parte del año, vecinos de Tilcara y otras localidades, acompañados por las "Madres del Dolor", se movilizaron para exigir la declaración de una emergencia por bullying, en un escenario complejo por intentos de suicidio y por el antecedente de una adolescente de 15 años. Las notas expusieron un sistema que no funciona, reuniones inconclusas, promesas de asambleas generales que no se concretaron y medidas que no lograron modificar la realidad cotidiana dentro de las escuelas.
Pero Tilcara no fue el único punto crítico. En San Salvador de Jujuy otro caso generó fuerte impacto social cuando, una estudiante de un reconocido colegio decidió abandonar el colegio tras años de sufrir bullying. La estudiante hizo pública su decisión pegando un afiche afuera de la institución, donde expresó el maltrato y el acoso que padecía. Su accionar fue una forma de decir "basta" y de interpelar a toda la comunidad educativa, luego de no encontrar respuestas para frenar la violencia.
Uno de los casos más complejos fue un episodio aún más grave, que evidenció el pasaje del acoso verbal y psicológico a la violencia física. En abril, a la salida de una escuela, en el barrio Alto Comedero, se registró un hecho de bullying que se viralizó en redes sociales. En el video difundido se observa cómo una estudiante es perseguida por sus compañeras y posteriormente atacada por otra alumna. Las imágenes generaron indignación y volvieron a poner en debate la falta de prevención y control en los entornos escolares y sus alrededores.
Estos casos, ocurridos en distintos puntos de la provincia y en diferentes niveles educativos, refuerzan una mismo mensaje, el abordaje del bullying por parte del Ministerio de Educación continúa siendo superficial e insuficiente. Las intervenciones suelen limitarse a reuniones, derivaciones o cambios de institución para las víctimas, sin políticas estructurales que apunten a la prevención, el acompañamiento psicológico sostenido y la contención de quienes ejercen la violencia y quienes la reciben.
Las familias denunciaron reiteradamente que, en muchos casos, son los estudiantes acosados quienes terminan dejando la escuela. También advirtieron sobre la falta de gabinetes interdisciplinarios suficientes y de protocolos claros que se apliquen de manera efectiva y no solo en lo burocrático.
El balance de 2025 es contundente, hubo más visibilización, más testimonios y más denuncias públicas, pero no avances estructurales acordes al tamaño del problema. La pregunta que deja este año es inevitable, ¿cuántos casos más deberán hacerse públicos para que el bullying deje de ser tratado como un problema menor y se convierta en una verdadera prioridad de política educativa? (Bárbara Cabrera).