Bilbao es la capital del territorio y la ciudad más grande de la provincia de Vizcaya en el País Vasco y es el lugar en el mundo que eligió Manuel Alberto Liendro Cortéz para residir gracias a una decisión que tomó veintiséis años atrás en Yuto, su pueblo natal. La ciudad donde hoy comparte con su familia, es conocida por su arquitectura moderna, su puerto y su rica historia cultural con esencia vasca. Pero su pasado, lo ubica en otro lugar geográfico. Desde los siete años estudió en la Escuela 142 y trabajó medio tiempo, así supo entender que la vida es sacrificio porque con constancia, todo se logra.
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Bilbao es la capital del territorio y la ciudad más grande de la provincia de Vizcaya en el País Vasco y es el lugar en el mundo que eligió Manuel Alberto Liendro Cortéz para residir gracias a una decisión que tomó veintiséis años atrás en Yuto, su pueblo natal. La ciudad donde hoy comparte con su familia, es conocida por su arquitectura moderna, su puerto y su rica historia cultural con esencia vasca. Pero su pasado, lo ubica en otro lugar geográfico. Desde los siete años estudió en la Escuela 142 y trabajó medio tiempo, así supo entender que la vida es sacrificio porque con constancia, todo se logra.
"Mi primer trabajo fue a los once años y fue manejando un tractor", expresó Liendro, un gaucho que creció en el ámbito rural y que recordó su origen con cariño.
Así, dotado de un fuerte entusiasmo por seguir adelante, terminó séptimo grado y se abocó de lleno a realizar labores de todo tipo. Levantó maderas, sembró granos en el campo y siempre motivado de tener un porvenir más prometedor.
Hasta que el amor lo encontró en su tierra natal. Cristina había llegado como cooperante -voluntaria solidaria- para ayudar a la comunidad rural en manualidades y extra clases para los niños de la escuela. Se conocieron y con el tiempo, coincidieron en vivir en el país Vasco porque aquí no avizoraron un futuro.
En 1999 partieron hacia su actual país. "El cambio fue brutal. Para mí fue salir de donde termina el río de las Piedras, prácticamente del monte", explicó este jujeño que tuvo que acostumbrarse a los frutos de mar y a las comidas con un sabor diferente al que estaba acostumbrado. "Me gusta la pesca pero no comía mucho pescado, salvo una vez al año. Aquí, el menú diario es el pescado, pero lo fusionamos con la comida argentina", comentó quien para comunicarse con su familia tuvo que escribir cartas, esperando la respuesta cada cuarenta y cinco días.
"Mis padres viajaban para hablar desde una telefónica, hace como veinte años atrás. Hoy con el celular y el Whatsapp es más fácil", comentó quien es padre de tres hijos que heredaron su pasión por la música.
Y es que el folclore que corre por sus venas tiene una gran influencia, por ello existe una fusión de culturas porque sus hijos nacieron allí, son vascos que quieren a sus raíces argentinas.
Con su arte musical, logró crecer personal y profesionalmente. Así como también a desempeñarse como marmolista, oficio que en Europa está desapareciendo por el nivel de labor artesanal que conlleva practicarlo.
"Como entré a trabajar de carpintero, cargaba y descargaba cosas; el encargado me dijo de aprender a trabajar mármol y empecé a hacer escaleras, peldaños y fachadas, fui peón primero", indicó quien se encuentra en la etapa de la pre-jubilación ahora.
Realiza escudos de armas, que son muy significativos en las fachadas de las casas tanto rurales como señoriales.
No olvida su origen, por eso lo primero que hizo fue la bandera argentina, la botita de Jujuy y el escudo de River Plate, aunque el verdadero sentimiento familiar se vista de celeste y blanco porque son seguidores del "Lobo" jujeño. "Hoy no puedo hacer un trabajo tan pesado como antes, porque tengo degeneración ósea, por mi peso que me desgastó mucho los huesos, pero sigo haciendo cositas artesanales como pendientes para mi mujer", detalló. Imaginarse plantando tomates en Bilbao era una locura para Liendro que tiene una huerta en casa donde sembró -además- zapallitos, ajíes y cebolla verde que utiliza cuando realiza las empanadas. Así es que este jujeño orgulloso recibió el premio "Padre de la Patria" por defender la cultura argentina lejos de su tierra.