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SpaceX y el mayor desafío de Starship: cómo será el vuelo de prueba que puede cambiar la exploración espacial

El despegue está previsto para las 19:15 en Starbase, Texas (23:15 GMT, 20:15 hora argentina) y, en caso de éxito, será un paso clave para avanzar en los planes de llevar misiones humanas a la Luna y Marte.

Lunes, 13 de octubre de 2025 12:54

SpaceX enfrenta la posibilidad de marcar un hito si el vuelo 11 de Starship, el cohete más grande y potente desarrollado hasta ahora, logra regresar completo en ambas etapas tras un nuevo lanzamiento de prueba no tripulado.

La misión busca validar la potencia, la precisión y la reutilización de un sistema concebido para transformar la actividad espacial. El despegue está previsto para las 19:15 en Starbase, Texas (23:15 GMT, 20:15 hora argentina) y, en caso de éxito, será un paso clave para avanzar en los planes de llevar misiones humanas a la Luna y Marte.

Starship mide 123 metros de altura y está compuesto por dos etapas: el propulsor Super Heavy, que utiliza 33 motores Raptor, y la etapa superior, conocida como Starship, equipada con 6 motores de la misma serie. Cada componente está diseñado para ser reutilizado rápida y completamente, lo que permitirá reducir los costos y aumentar la frecuencia de los vuelos.

La combinación de potencia y capacidad de reutilización convierte al vehículo en un proyecto sin paralelo en términos de alcance y visión. Los ingenieros de SpaceX buscarán, con este vuelo, validar maniobras críticas de aterrizaje, la reentrada de la nave y la liberación controlada de cargas ficticias de satélites Starlink, pasos esenciales para futuras misiones comerciales y científicas.

 

El vuelo 11 se desarrolla sobre la base de la experiencia acumulada en el vuelo 10 del 26 de agosto último, que se cerró con éxito parcial: Super Heavy amerizó en el Golfo de México y la nave Starship descendió en forma controlada en el Océano Índico.

Pero esta vez, la misión incluirá pruebas más arriesgadas. SpaceX decidió retirar piezas de los escudos térmicos de la nave para evaluar su comportamiento ante altas temperaturas y turbulencias, recopilando datos críticos para perfeccionar el diseño y garantizar la seguridad en misiones lunares y marcianas.

 

El multimillonario empresario Elon Musk, dueño de SpaceX, explicó que resultaba fundamental “recopilar datos sobre el rendimiento del escudo térmico del Starship, ya que era uno de los puntos clave para el éxito de la misión”.

 

El aterrizaje del propulsor Super Heavy promete captar la atención de todos. SpaceX diseñó una secuencia de tres etapas: trece motores para frenar el descenso inicial, cinco motores para estabilizar la trayectoria y tres motores centrales para llevar adelante el toque final en el Golfo de México. Esta coreografía de potencia optimiza el consumo de combustible y busca lograr un aterrizaje estable y eficiente.

Mientras tanto, Starship desplegará ocho cargas ficticias de satélites Starlink, simulando los procedimientos que luego se aplicarán a lanzamientos comerciales reales.

 

La maniobra incluye una inclinación dinámica y pruebas de algoritmos de guía subsónica antes del amerizaje en el Océano Índico, con el objetivo de evaluar sistemas que posteriormente sostendrán misiones tripuladas y transporte de carga.

 

El acero inoxidable de la serie 300, elegido para el cuerpo principal de Starship, garantiza resistencia al calor, mientras que las baldosas de cerámica protegen zonas críticas del reingreso. SpaceX combina materiales y geometrías para ofrecer protección sin aumentar el peso innecesariamente, un factor crucial para la eficiencia en vuelos interplanetarios.

Cada ajuste, cada prueba y cada lanzamiento generan información que permitirá construir naves más confiables y eficientes. En vuelos anteriores, como el vuelo 8, Super Heavy ya demostró capacidad de recuperación tras el regreso a Starbase, cuando fue atrapado por los brazos de la torre de lanzamiento. Para el vuelo 11 se probarán nuevas técnicas de recuperación en mar abierto, ampliando el conocimiento sobre maniobras de aterrizaje sin comprometer la integridad de la nave.

 

La magnitud de la prueba se refleja en la complejidad técnica: la combinación de reingreso, liberación de cargas ficticias y aterrizajes precisos exige coordinación absoluta entre sistemas de propulsión, control de vuelo y telemetría. Durante el décimo vuelo, surgió un fenómeno que llamó la atención de los especialistas: la aparición de un tono naranja en la segunda etapa.

 

Se especuló sobre posibles daños al acero inoxidable o desprendimiento de las baldosas, pero SpaceX publicó imágenes de alta resolución mostrando el escudo térmico intacto, con cierta oxidación superficial. Este detalle confirma que la nave está preparada para soportar condiciones extremas sin comprometer su estructura, consolidando la confianza en el diseño y la ingeniería del vehículo.

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