POR LIC. MARÍA LAURA LEZAETA
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POR LIC. MARÍA LAURA LEZAETA
Cuando hablamos de crianza y sobre todo de límites, seguramente sean muchos los interrogantes que se nos presenten al momento de tener que abordar este tema con nuestros hijos, como ser ¿desde qué edad tengo que comunicarles límites?, ¿cómo lo hago?, ¿qué puedo hacer para que cooperen con lo que les pido?, entre otras tantas preguntas más.
Es importante tener presente que desde que son bebés, los niños necesitan de nuestra ayuda y acompañamiento para comprender su entorno; qué es lo mejor para ellos; de qué manera responder ante determinadas situaciones y cuáles son las reglas de que lo es esperable o lo que no en los diferentes contextos (familiar, educativo, social, etc). Estos aprendizajes pueden lograrse gracias a los límites que establezcamos y comuniquemos a nuestros hijos desde los primeros años de vida, ya que es mediante el límite que les damos esa oportunidad de convertirse progresivamente en personas capaces de responder de manera adecuada y tomando decisiones acertadas en los diferentes ámbitos de su vida; aprender a gestionar sus emociones de manera asertiva y poder pensar en los demás.
Lo que sucede a menudo, es que solemos como adultos no ser del todo conscientes sobre como transmitimos dichos límites, centrándonos y poniendo nuestro foco de atención, por ejemplo, en la "queja" hacia ellos de que no nos escuchan cuando les decimos o pedimos algo, cuando en realidad lo que sucede, en muchas ocasiones, es que no somos del todo claros al momento de transmitirles dichos límites.
En ese sentido, es importante poder registrar cómo es nuestra comunicación con ellos, ya que la misma influirá de manera positiva o negativa en la búsqueda de que cooperen o no con nosotros.
Claves para mejorar la comunicación con nuestros hijos al momento de establecer límites:
Comunicarnos de manera asertiva con ellos. Al momento de dar indicaciones, se aconseja que las mismas sean claras, concretas y acordes a la etapa evolutiva en la que se encuentra nuestro hijo. También, es importante que nos expresemos de manera firme, pero respetuosa. Si nos dejamos guiar en esos momentos por nuestro propio enojo, podemos reaccionar de forma impulsiva, como por ejemplo gritándoles, o haciendo comentarios indecuados, lo cual generaría un impacto negativo en la autoestima de nuestros hijos y en nuestro vínculo con ellos.
Al momento de comunicar un límite, es importante que indiquemos cuál es la conducta adecuada que esperamos ver en nuestros hijos ("camina más despacio, por favor") y no centrarnos en el comportamiento que no queremos que realice ("deja de correr por la calle"). Cuando sólo nos centramos en "detener" el comportamiento inadecuado, no les estamos brindando la oportunidad de enseñarles aquellas habilidades que aún necesitan desarrollar y ejercitar mediante nuestra ayuda y acompañamiento.
Brindarles opciones/alternativas, dentro de los límites que queremos transmitirles. Cuando le damos la posibilidad de que puedan elegir los ayudamos, no sólo a desarrollar su autonomía, sino también a buscar la cooperación. Por ejemplo al momento de la hora del baño, podemos ofrecerles: "puedes bañarte llevando alguno de tus juguetes preferidos, o podemos hacer espuma en la bañera".
En la medida en que seamos empáticos y nos comuniquemos de manera asertiva con nuestros hijos al momento de establecer límites, podremos brindarles infinidad de experiencias de aprendizaje, siendo esto uno de los pilares centrales de la crianza: educarlos para la vida.
(*) María Laura Lezaeta es psicóloga infantil, co-autora del libro EmocionadaMENTE y co-fundadora de JUEGOlogía (@juegologia), donde desde hace varios años equipan y forman a profesionales de la salud y familias con herramientas lúdicas y terapéuticas para trabajar diferentes áreas cognitivas, emocionales y sociales en niños.