Durante toda la vida escuché hablar de la deuda externa argentina, algo que en lo personal no tenía idea lo que significaba; y no es que ahora entienda demasiado. Pero, luego de tantos economistas y periodistas especializados insistiendo sobre el tema, terminé por comprender por dónde pasa el drama económico de nuestra amada Argentina.
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Durante toda la vida escuché hablar de la deuda externa argentina, algo que en lo personal no tenía idea lo que significaba; y no es que ahora entienda demasiado. Pero, luego de tantos economistas y periodistas especializados insistiendo sobre el tema, terminé por comprender por dónde pasa el drama económico de nuestra amada Argentina.
Intentemos razonar sin cuestionamientos políticos. Pero si conocer la verdadera historia de esta deuda. Comienza con Bernardino Rivadavia en 1824, quién logra el primer préstamo de 2 millones 800 mil libras esterlinas de la Banca Baring Brothers de Inglaterra, gestionada dos años antes de ser presidente. La intención era construir y mejorar lo existente del puerto de Buenos Aires y el estado de la ciudad de Buenos Aires.
También Bartolomé Mitre hace lo propio en el año 1864 para financiar la guerra del Paraguay. Aunque no existen datos sobre el monto del crédito internacional otorgado. Luego fue Domingo F Sarmiento, el gran hacedor de una nación alfabetizada. Durante su presidencia realiza el primer censo, cuyo resultado evidencia una población analfabeta mayoritariamente. Decide entonces que su esfuerzo sería de educación fundamentalmente. Y pronuncia con fuerza aquella famosa frase. "Mi política será de educación y de educación" y así lo hizo. Gobierna entre los años 1868 y 1874. Para aquel propósito solicitó un préstamo internacional, haciendo una presidencia basada fundamentalmente en lo que se había propuesto, la educación. Razón por la cual construye escuelas en todo el país y trae 65 maestras estadounidense para aplicar un nuevo plan de estudio que significó un interesante y positivo adelanto en la educación.
Aunque como en el caso de Mitre, tampoco se conoce el monto del crédito. Similar situación puede decirse de Julio A Roca y su exitosa campaña del desierto. Al igual que Hipólito Irigoyen y Marcelo T de Alvear. Luego llega en el año 1958 la revolución Libertadora que amplía el crédito en mil millones de dólares. A continuación, el Dr Arturo Frondici, presidencia que va de 1958 a 1962, gestiona y logra un crédito de 75 millones de dólares. La revolución argentina de 1966 suma a la deuda 4.800 millones de dólares. En 1976 el golpe cívico militar aumenta la deuda a 45.000 millones de dólares. Luego el Dr Carlos Menem la lleva a 140.000 millones de dólares. Finalmente, Mauricio Macri en el año 2017 la incrementa en 50.000 millones de dólares. En el medio hubo contados intentos por reducir la deuda que no se cumplieron en forma disciplinada, sería y consciente.
Ahora viene la pregunta, ¿a qué se debe tanto endeudamiento? ¿Cuál es la razón o necesidad?
La respuesta:
Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía en 2001, muy suelto de cuerpo, pronosticó que Argentina tendrá una nueva crisis económica. Asegura que no podrá pagar los millones de dólares en deuda y que esta parada en la puerta de una nueva crisis. Si Stiglitz nunca colaboró en nada con nuestro país, y solo aparece para echar barro y tierra a nuestras esperanzas, lo mejor que podría hacer es irse al fin del mundo, olvidarse de nosotros y dejarnos en paz. Suficiente con lo que hizo enviándonos a su pupilo Guzmán que hundió mucho más a nuestra querida Argentina.
Ahora veamos cuál es el panorama que tenemos, y permítanme hacer antipáticas referencias.
Un poco de historia. Finalizada la segunda guerra mundial, Alemania occidental, a más de estar totalmente destruida, incluyendo su gente y su economía, tenía cuatro bases militares de los aliados en su territorio, a los cuales debía sostener. Primitivamente había quedado dividida en República Democrática Alemana o Alemania Oriental bajo dominio ruso. Y República Federal Alemana u Occidental, división que se mantiene hasta 1990, con la caída del muro de Berlín, durante el papado de San Juan Pablo II. Para poder dimensionar, Alemania tenía una monstruosa deuda de 320 mil millones de dólares. Es decir, en su conjunto, una situación muchísimo peor que la registrada por nuestro país. Su moneda totalmente devaluada y un gobierno constituido por ciudadanos destacados y respetados, ímás que políticos! Su canciller Conrad Adenauer y ministro de economía Ludwig E Erhard, implementan el Plan Marshall. Clave política de economía social de mercado que combinaban la libre empresa con una red de seguridad social. El resultado fue tal, que mundialmente se denominó "milagro económico alemán". Transformando a Alemania en una de las economías más fuertes y estables del mundo. En el año 1990 se reunifica con la famosa caída del muro de Berlín.
Volvamos a lo nuestro. Si Alemania, en situación extrema, incomparablemente más desesperante que la nuestra, logra lo increíble. ¿Por qué Argentina no puede salir de situación menos grave que la mencionada? ¿Cuál es el motivo que lo impide? ¿Qué ve Stiglitz que nuestros economistas no ven?
Humildemente creo, Alemania luego de la guerra queda sumida en el hambre y llanto por las pérdidas sufridas. Entonces, cada alemán dobla su espalda, comienza a limpiar los ladrillos o deshechos que había, e inicia su reconstrucción. Sin sindicalistas, sin gremios, sin curas villeros. Tampoco madres del dolor. Trabajaron codo a codo, como lo hicieron los japoneses luego de Hiroshima y Nagasaki. Entendieron que nada se logra sin sacrificios. Así, los alemanes que quedaron vivos multiplicaron sus esfuerzos, hasta lograr lo que demandaba su firme y gallarda estirpe. Vivir orgullosamente sin depender de una miserable cuota de alimento. Ganarse el pan con el sudor de la frente y gallardamente poder mostrar una Alemania unida, grande, poderosa, líder en cuanto adelanto muestre la ciencia.
Así tenemos que ser los argentinos, orgullosamente trabajadores, inteligentes y hábiles artesanos.