°
7 de Noviembre,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

Desarrollemos auto apoyo

Viernes, 07 de noviembre de 2025 00:00

En el camino del crecimiento personal, hay un aprendizaje que marca un antes y un después: descubrir que podemos sostenernos a nosotros mismos. Que no necesitamos depender de la aprobación, la presencia o la mirada de los otros para sentirnos valiosos o capaces. Desarrollar el auto apoyo es aprender a ser nuestra base interna, a confiar en nuestros recursos, a reconocernos como un hogar posible para nuestras propias emociones.

Desde la mirada gestáltica, el auto apoyo no se trata de aislarnos ni de volvernos autosuficientes en exceso, sino de encontrar dentro de nosotros la fuerza necesaria para vivir con presencia y autenticidad. Es reconocer que podemos sentir miedo y, aun así, avanzar; que podemos sentir tristeza y, aun así, acompañarnos con ternura. Es la capacidad de estar disponibles para lo que nos pasa, sin exigir que otro nos rescate.

A lo largo de la vida, muchas veces aprendemos a buscar afuera lo que no encontramos dentro. Queremos que alguien nos apruebe, que nos calme, que nos valide o que nos haga sentir importantes. Y aunque el amor y la compañía son necesidades humanas esenciales, cuando dependemos exclusivamente de ellas para estar bien, nos alejamos de nuestro poder interior.

Desarrollar el auto apoyo implica aprender a mirar hacia adentro, a escucharnos, a cuidar de nosotros con la misma atención que ponemos en cuidar a los demás. El auto apoyo empieza por reconocer nuestras necesidades reales. Muchas veces confundimos deseos momentáneos con necesidades profundas. Podemos querer distraernos, huir, tapar el vacío con actividad, comida o compañía, pero lo que en verdad necesitamos es sentirnos seguros, sostenidos y aceptados tal como somos. Cuando logramos distinguir entre lo que queremos para calmar el malestar y lo que necesitamos para crecer, damos un paso hacia la madurez emocional. También requiere reconocer nuestros límites y vulnerabilidades. No se trata de negar lo que duele o de fingir fortaleza, sino de abrazar lo que somos con compasión.

El auto apoyo nace cuando dejamos de pelearnos con nuestra humanidad. Cuando comprendemos que sentirnos frágiles no nos hace débiles, sino profundamente vivos. Sostenernos a nosotros mismos significa permitirnos llorar sin sentirnos avergonzados, descansar sin culpa, decir "no" cuando algo nos invade o nos excede.

Desarrollar el auto apoyo también significa reconocer nuestros recursos. Cada uno de nosotros tiene una historia de superación, momentos en los que supimos salir adelante, aun sin darnos cuenta cómo. Recordar esas experiencias nos ayuda a reconectar con la confianza en nuestras capacidades. Podemos preguntarnos: ¿qué hice aquella vez que me ayudó a seguir? ¿qué fortalezas me acompañaron? ¿qué aprendí de mí en ese proceso? Estas preguntas nos devuelven la sensación de poder y de autoeficacia que tantas veces olvidamos.

La práctica cotidiana del auto apoyo implica pequeños gestos: detenernos a respirar cuando algo nos desborda, hablar con nosotros mismos de manera amable, darnos tiempo para procesar lo que sentimos antes de reaccionar. Cada vez que elegimos cuidarnos en lugar de criticarnos, estamos fortaleciendo nuestro soporte interno. No se trata de grandes cambios de un día para otro, sino de cultivar una presencia constante, una voz interna que nos acompañe con ternura. Hablo del contacto como un proceso vivo entre el yo y el entorno. En ese contacto, aprendemos a tomar del mundo lo que necesitamos y a ofrecer lo que somos. Pero para que ese intercambio sea sano, necesitamos un yo presente, capaz de autorregularse, de apoyarse en sí mismo. Si no tenemos un buen auto apoyo, el contacto se vuelve dependiente o evasivo: nos perdemos en el otro o nos aislamos para no sufrir.

Cuando desarrollamos auto apoyo, en cambio, podemos vincularnos desde la libertad y la elección. También tiene que ver con la confianza en nuestro cuerpo. El cuerpo es la base más concreta de nuestro sostén. A través de él sentimos, respiramos, nos afirmamos en el suelo. Aprender a escuchar las señales corporales, a descansar cuando lo necesitamos, a nutrirnos adecuadamente y a movernos con conciencia es una forma muy real de apoyarnos. Muchas veces, el cuerpo nos habla antes que la mente, pero no lo escuchamos.

Practicar la presencia corporal es reconectar con ese sostén natural que siempre está ahí, esperando nuestra atención. Dejamos de vivir en la exigencia constante. Ya no necesitamos demostrar nada para sentirnos válidos. Descubrimos que podemos fallar sin desmoronarnos, que podemos equivocarnos y volver a empezar, que no somos menos por pedir ayuda. Esto no excluye el apoyo del entorno: lo complementa. Es la base desde la cual podemos abrirnos a recibir sin miedo a perder nuestra autonomía.

En los procesos de terapia y desarrollo personal, muchas personas experimentan un momento clave cuando logran sentir que pueden acompañarse a sí mismas. A veces surge después de un llanto profundo, o al poner palabras a una verdad largamente negada. En ese instante, algo cambia. La persona deja de buscar salvadores externos y comienza a caminar con sus propios pasos, más liviana, más presente, más libre.

El auto apoyo también se construye en la confianza en el presente. Cada vez que volvemos al aquí y ahora, soltamos la fantasía de control y nos abrimos a lo que es. En lugar de luchar contra la realidad, aprendemos a sostenernos en ella, a sentirla y actuar desde la conciencia. No sabemos lo que traerá el futuro, pero sí podemos confiar en que sabremos responder. Esa confianza en nuestra capacidad de respuesta es una de las formas más profundas de auto apoyo. Quizás el desafío más grande sea hacerlo con amor. No con rigidez ni con auto exigencia, sino con la calidez que daríamos a un ser querido. Es tratarnos con ternura, especialmente cuando las cosas no salen como esperábamos. Es hablarnos con comprensión, darnos tiempo, perdonarnos los errores y celebrar nuestros logros. Es mirarnos con los ojos de quien ve en nosotros a un ser en crecimiento, no a un proyecto que hay que corregir. Desarrollarlo es, en definitiva, aprender a ser nuestra propia compañía segura. Es reconocernos como fuente de amor, fuerza y cuidado. Es aceptar que la vida es incierta, pero que dentro de nosotros hay un centro estable al que siempre podemos volver. Cuando ese centro se fortalece, la vida se vuelve más liviana, más auténtica, más plena.

Quizás no podamos evitar los desafíos, las pérdidas o las despedidas, pero sí podemos elegir cómo transitarlas. Y si al mirarnos en el espejo podemos decirnos con sinceridad: "Estoy aquí, conmigo, y me acompaño", habremos dado un paso inmenso hacia la libertad interior. Porque el verdadero sostén no viene de afuera: se construye día a día, con presencia, con amor y con conciencia. Desarrollar el auto apoyo es, entonces, un acto de amor hacia uno mismo. Es confiar en nuestra capacidad de sostenernos, de levantarnos, de cuidarnos. Es recordar que, pase lo que pase, somos nuestra mejor compañía. Y que dentro de nosotros hay un refugio posible, un abrazo disponible, un hogar que nos espera siempre: nosotros mismos. Namasté. Mariposa Luna Mágica. (Correo electrónico: gotasygotitasjujuy@gmail.com).

 

Temas de la nota

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD