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22 de Octubre,  Jujuy, Argentina
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Modo avión, modo automático, modo poder

Miércoles, 22 de octubre de 2025 00:00

Entre los muchos regalos que recibí este Día de la Madre -desde las muestras de amor de mi hija hasta el compartir en familia- hubo uno que no fue material: me regalé tiempo y espacio para mí.

Junto a mi hermana Judith, vimos la película "Lucy", y fue como abrir un portal: sensaciones, pensamientos y emociones se entrelazaron en un viaje de conciencia. Lo que parecía una simple historia de ciencia ficción se transformó en un espejo filosófico, psicológico y espiritual.

La materia, el tiempo y el espacio -esas coordenadas que damos por naturales- se volvieron preguntas vivas: ¿qué es realmente la materia cuando dejamos de verla como "cosa" y la sentimos como energía en movimiento? ¿Qué sentido tiene el tiempo cuando dejamos de correr tras él y lo habitamos? ¿Qué es el espacio cuando nos atrevemos a expandirnos más allá de lo que nos dijeron que somos?

A partir de allí, cada modo de habitar la vida -avión, automático, poder- comenzó a revelarse no solo como un estado emocional, sino como una forma de percepción del mundo.

La película Lucy (2014), escrita y dirigida por Luc Besson, es un thriller de ciencia ficción que explora el despertar de la conciencia humana a través del acceso progresivo a la capacidad cerebral total. La protagonista, interpretada por Scarlett Johansson, representa a un ser humano que atraviesa una individuación acelerada -en términos junguianos- hasta llegar a un estado de integración total con el universo.

"Lucy" no es solo una historia: es una metáfora sobre el viaje humano del miedo a la expansión. Sobre cómo pasamos del modo reactivo a la conciencia creadora cuando dejamos de vivir anestesiados. "La vida nos fue dada hace miles de millones de años. Ahora sabes qué hacer con ella". (Lucy, 2014). Así como Lucy va atravesando capas de conciencia, nosotros también transitamos modos distintos de estar en el mundo. El primero, el más silencioso, es el que muchas veces pasa inadvertido.

Modo avión: vivir desconectados. Modo avión es cuando seguimos vivos pero desconectados de nosotros mismos. Es el "no veo, no siento, no actúo". Es estar físicamente presentes, pero emocionalmente ausentes. Sobrevivir en piloto automático sin registrar la experiencia de estar vivos.

Ejemplos cotidianos de modo avión: estar en una reunión, pero revisar el celular como si nada importante pasara; decir "sí" para evitar conflictos, aunque por dentro algo grite "no"; caminar con auriculares sin mirar el cielo ni sentir la respiración; aparentar normalidad mientras la vida interior se apaga lentamente.

En este modo, la conciencia está anestesiada. Como dice Carl Gustav Jung, "hasta que no hagas consciente lo inconsciente, este dirigirá tu vida y lo llamarás destino" (Jung, 1959).

Preguntas para reflexionar: ¿en qué momentos de tu vida funcionás en modo avión?;¿qué emociones evitás sentir cuando te desconectás?; ¿qué pasaría si empezaras a habitar lo que hoy evitás? Salir de este modo no es cuestión de voluntad únicamente, sino de volver a sentir, volver al cuerpo y a la presencia. Y cuando eso sucede, emerge otro escenario más intenso: el de la supervivencia emocional.

Modo automático: sobrevivir en un cerebro en alarma. Cuando el miedo se instala, no usamos menos cerebro anatómicamente, pero sí menos de sus redes superiores. En estado de supervivencia, la amígdala cerebral toma el control, el hipotálamo dispara hormonas de estrés y la corteza prefrontal -donde habita la reflexión, la creatividad y la toma de decisiones- se inhibe. Uso funcional estimado: en modo defensa se activan intensivamente solo entre un 15 % y un 20 % de las redes cerebrales, priorizando la supervivencia y reduciendo el campo perceptivo.

Esto explica por qué, cuando tenemos miedo, pensamos peor, creamos menos y sentimos menos. El cuerpo sobrevive; el alma se repliega.

El miedo prolongado nos vuelve reactivos y nos empuja a sobre adaptarnos a situaciones que no elegimos conscientemente.

Como señalan Verónica Andrés y Florencia Andrés, cuando el miedo guía nuestras decisiones, no construimos futuro: solo tratamos de no perder lo que ya tenemos (Andrés & Andrés, 2015).

Preguntas para reflexionar: ¿qué decisiones de tu vida nacieron del miedo y no de la libertad?, ¿qué precio estás pagando por sostener "lo que hay" aunque no te haga bien?, ¿qué podrías crear si tu energía no estuviera secuestrada por el miedo?

Y sin embargo, hay un modo más allá del miedo, un lugar donde la percepción se expande y la conciencia recupera su poder creador. Allí habitamos nuestra verdadera naturaleza.

Modo poder: recordar nuestra naturaleza creadora

El modo poder no es el de la fuerza bruta, ni el de la dominación. Es el estado de conciencia en el que recordamos quiénes somos realmente: seres capaces de elegir, crear y transformar.

Como explica Joe Dispenza, cuando cambiamos nuestra frecuencia interna -pensamientos, emociones y energía-, dejamos de reaccionar al entorno y comenzamos a crear realidades nuevas (Dispenza, 2014).

Este modo requiere práctica y coraje: Coraje para dejar de alimentarnos solo de la "novela" mediática, que muchas veces manipula la percepción colectiva y nos deja sin poder.

Conciencia para distinguir entre el fenómeno (lo que sucede) y la interpretación manipulada (lo que se muestra). Ética para que la expansión no nazca de la avaricia o el sometimiento, sino de valores y propósito.

"La ignorancia produce caos, no conocimiento" (Lucy, 2014).

Modo poder es cuando recuperamos la capacidad de pensar, sentir y actuar de forma integrada. Cuando pasamos de ser víctimas de la historia a escritores conscientes del presente. Cuando la expansión no es individualista, sino creativa, ética y colectiva.

Preguntas para reflexionar: ¿estamos preparados para nuestro propio poder?, ¿qué tendríamos que desprogramar colectivamente para liberarnos de narrativas limitantes?, ¿qué significa para vos ejercer el poder con conciencia y valores?

El camino hacia este modo no es instantáneo: es un viaje, igual que el que hace "Lucy" en la película. Pasamos de la inconsciencia a la expansión, no por negar el miedo, sino por atravesarlo.

Materia. Tiempo. Espacio. Conciencia. "El tiempo es la única unidad de medida que da sentido a la existencia" (Lucy, 2014).

Cuando expandimos la conciencia, la materia deja de ser objeto y se vuelve energía viva, el tiempo deja de ser un tirano y se convierte en aliado, el espacio deja de ser contenedor y se vuelve campo infinito.

Como enseña el budismo, cuando soltamos el apego a la forma, accedemos a la esencia.

Como plantea Jung, cuando integramos la sombra, el yo se encuentra con el Sí mismo.

Como inspiran Dispenza y Villen Lakhiani, cuando elevamos la frecuencia interior, el poder no se impone: irradia.

Cada modo que atravesamos -avión, automático, poder- no es una etiqueta rígida, sino una posibilidad de transformación. Podemos habitarlos de manera consciente y elegir, cada día, desde dónde queremos vivir.

¿Cuánto de tu vida estás viviendo en modo avión? ¿Qué te mantiene atrapada/o en modo automático? ¿Qué podrías crear si vivieras en modo poder? ¿Estamos preparados para habitar nuestro verdadero poder? ¿Cómo desprogramarnos colectivamente de narrativas limitantes? ¿Qué valores necesitamos encarnar para que la expansión sea creadora y no destructiva?

Vivir en modo poder es un acto profundamente humano. Implica despertar, sentir, elegir y crear. No se trata de controlar el mundo, sino de dejar de ser controlados por él. Ahí, donde la conciencia se expande, la materia, el tiempo y el espacio se convierten en aliados, no en jaulas.

 

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