Cuantas veces me fastidio descubriendo lo que pienso, más aún gestos que nacen del hastío. Tengo la sensación de que me persigue, es como una sombra desbordando mi capacidad de autonomía y control. Entonces vuelvo, ípero, ya lo pensé, o lo hice! Es decir, alguien escondido me superó y dispuso un pensamiento o acción con el que, en plenitud, puedo no compartir en absoluto.
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Cuantas veces me fastidio descubriendo lo que pienso, más aún gestos que nacen del hastío. Tengo la sensación de que me persigue, es como una sombra desbordando mi capacidad de autonomía y control. Entonces vuelvo, ípero, ya lo pensé, o lo hice! Es decir, alguien escondido me superó y dispuso un pensamiento o acción con el que, en plenitud, puedo no compartir en absoluto.
La evidencia termina demostrando que no soy libre, estoy condicionado por cierto "espectro" que administra lo más importante en la vida: "ser yo mismo, o no ser" lo que por capacidad mediante pretendo ser. Puede que en ello afiance su famosa hipótesis Descartes hacia el año 1650 cuando reflexiona: "Pienso, luego existo", pero no califica.
Parece un juego de palabras, pero es lo que a diario y de por vida ocurre. Una compleja encrucijada donde por momentos comparto y me produce alegría, o que contraría todo análisis posterior.
¿Qué cosas influyen para tan dual comportamiento? En primer lugar recordar que en la naturaleza de los genes ya viene elaborado este acontecer. En segundo lugar, su potenciación (puede llegar a la obsesión) obedece con frecuencia a razones relacionadas con la crianza, temperamento, experiencias, nivel de educación, edad, voluntad e inteligencia, entre otras quizá menos importantes.
Más allá de que el planteo que hago no sea para nada original, es lo que presumo acontece usualmente. Lo que digo es de naturaleza humana sin duda, pero, ¿es posible no poder cambiar la dirección del inconsciente? No lo sé totalmente, sí en cambio estoy seguro al menos se debe intentar. Aunque justo es decirlo, hay quienes lo padecen en forma patológica hasta alcanzar niveles de tormentos tal, que llevan a terminar con su vida o de otras ajenas a él.
Ocurre que traemos como parte constitutiva del cerebro a través de sus complejas estructuras, elementos o sucesos llamados conciencia y su contraparte, la inconsciencia. Lugar al que cuesta llegar, descubrir en plenitud y que en mayor tiempo frecuenta desde las sombras su consagración. También mencionado como "estado que sucede a espaldas de la conciencia" o determinándola, sin que esta lo advierta.
La vida anímica se desenvuelve en esta área ejerciendo constante presión sobre la conciencia, valiosos conocimientos aportados por Sigmund Freud a partir del año 1915 en sus estudios sobre la misma y en su tratado sobre "Interpretación de los sueños". Tema sobre el que vuelve 20 años después de un prolongado silencio al respecto. La inconsciencia continúa siendo un misterio, aunque se haya adelantado sustancialmente en años posteriores a la fecha mencionada. Eso hace que de aquello del "Yo y Ello", y luego el "Súper Yo" como una porción ideal del Yo que identifica, sigue una serie interminable de posiciones de diferentes investigadores que en definitiva aun no terminan de cerrar capítulo tan apasionante como complejo.
Pero nosotros no estamos aquí para intentar hacer un análisis neuropsiquiatrico, más bien lo hacen los profesionales del área. Sin embargo, es imposible abstraerse a escrutar su existencia. Análisis pretendido también desde lo teológico. Cuando San Pablo en la Carta a los romanos 7,15-20 dice: "Realmente mi proceder no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino que hago lo que aborrezco. Y si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo con la ley en que es buena; en realidad, ya no soy yo quien obra, sino el pecado que obra en mí. Pues bien sé yo que nada bueno habita en mi carne; en efecto, querer el bien lo tengo a mi alcance, más no realizarlo, puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero. Y si hago lo que no quiero, no soy yo quien lo obra, sino el pecado que habita en mí".
En esta carta a mi entender, se pinta muy bien la lucha entre el consciente y el inconsciente. Claro que, me apuro decir, está en alusión al pecado, pero también es cierto cuanta contienda vivimos permanentemente en este ámbito, donde algo empuja y nos reniega haciendo o pensando lo que no queremos. ¿Acaso no es la lucha mencionada?
Lo dejamos aquí para expertos y teólogos, aunque justo es decirlo, esto es lo que la Biblia y la experiencia a mí me dice. Entonces y concluyendo, este es, fue y será por siempre mi yugo y el de la humanidad toda.
En lo personal podré pensar y obrar muchas cosas buenas, pero condicionado por pensamientos que no dejan de ser un fuerte "anteproyecto" del tembloroso paso a seguir. Como vemos, tan malos ni débiles no somos, pues estamos a cada paso luchando contra el peor enemigo: los malos pensamientos, o si ustedes quieren por la tentación propuesta y alimentada en un mundo que especula y manipula nuestras debilidades. Todo parece estar claro, pero no deja de ser un análisis que solo sirve para hacer consciente esta realidad sin ofrecer soluciones, salvo "lo valiosa que resulta la meditación en un retorno calmo a nuestra fuente de paz, amor y armonía".