Cito: “La flor de Cempasúchil es originaria de México, su nombre proviene del náhuatl “Cempohualxochitl” que significa “veinte flores” o “varias flores”. Nuestros antepasados relacionaban el color amarillo de la flor de cempasúchil con el sol, razón por la que la utilizaban en las ofrendas dedicadas en honor a sus muertos; fuente: https://www.gob.mx (sitio oficial del Gobierno de México). El pasado dos de noviembre se celebró en México una de las fiestas más importantes del país: el Día de Muertos.
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Cito: “La flor de Cempasúchil es originaria de México, su nombre proviene del náhuatl “Cempohualxochitl” que significa “veinte flores” o “varias flores”. Nuestros antepasados relacionaban el color amarillo de la flor de cempasúchil con el sol, razón por la que la utilizaban en las ofrendas dedicadas en honor a sus muertos; fuente: https://www.gob.mx (sitio oficial del Gobierno de México). El pasado dos de noviembre se celebró en México una de las fiestas más importantes del país: el Día de Muertos.
En las semanas previas, la ciudad fue poblándose de esta flor redonda con pequeños pétalos ovalados que caracteriza la época en la que recordamos a quienes ya no están en este mundo. El Zócalo, frente a la catedral metropolitana, la Alameda, parques, las vidrieras de los negocios sobre la calle Mazaryk, los mercados de La Roma, y los bares de La Condesa, se engalanan con calaveras y alebrijes que son verdaderas obras de arte, arreglos florales de cempasúchil y guirnaldas multicolores. En todas partes del país, se preparan los altares particulares en las casas con velas, fotos, las comidas preferidas de los difuntos, flores, objetos recordatorios y calaveritas hechas de azúcar o de chocolate. Los cementerios abren sus puertas para recibir a un mundo de gente que llega con sus ramos y velas para adornar las tumbas con el recuerdo vivo y la emoción en la piel.
Según la creencia de los mexicas, habitantes originarios de México, el cempasúchil es un símbolo de vida y muerte. Su aroma intenso guía a las almas de los difuntos, y su color ilumina el camino hacia el altar preparado por sus familiares vivos. Basta solo con mirar la película Coco para terminar de entender la riqueza de esta celebración. Cada año, me organizo para visitar distintas ofrendas y altares dispuestos a lo largo y ancho de la ciudad, así como exposiciones y obras de teatro referidas al tema.
Me gusta aprovechar esta oportunidad para recordar a nuestros difuntos y, además, para pensar en la misma pregunta recurrente: a mí, ¿cómo me gustaría que me recuerden? ¿me recordarían con una sonrisa? Sin dudas, espero que así suceda y, para eso, trabajo cada día. Me gustaría que, cuando inevitablemente la muerte me convoque, quienes queden aquí en esta tierra, me recuerden con alegría y con muchas anécdotas compartidas. No importa si me hacen un altar, o si ponen una foto mía.
El recuerdo cariñoso, la huella que uno deja en los demás, es lo que realmente importa. Y vos, ¿cómo querés que te recuerden? Recuérdame hoy me tengo que ir mi amor/ recuérdame, no llores por favor/ te llevo en mi corazón y cerca me tendrás/ a solas yo te cantaré soñando en regresar/ “Recuérdame” de Carlos Rivera, película: Coco