En el marco del 37° Encuentro Plurinacional de Mujeres, surge en mí la necesidad de reflexionar sobre dos puntos fundamentales: 1) lo femenino y 2) las mujeres. Cuando hablamos de lo femenino, nos referimos al arquetipo femenino que habita en hombres y mujeres. A menudo, la balanza entre lo femenino y lo masculino se encuentra desequilibrada. El desafío radica en lograr la integración de ambas energías que coexisten en nosotros. Resulta interesante observar que, en realidad, el mundo está más impregnado de lo femenino de lo que solemos reconocer. Las grandes estructuras que rigen nuestra sociedad, como la Iglesia, la Escuela, la Universidad, la Economía, la familia, la justicia, la naturaleza, la sociedad, la política, la medicina, las artes, la tecnología, la literatura y la filosofía, presentan una notable influencia femenina.
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En el marco del 37° Encuentro Plurinacional de Mujeres, surge en mí la necesidad de reflexionar sobre dos puntos fundamentales: 1) lo femenino y 2) las mujeres. Cuando hablamos de lo femenino, nos referimos al arquetipo femenino que habita en hombres y mujeres. A menudo, la balanza entre lo femenino y lo masculino se encuentra desequilibrada. El desafío radica en lograr la integración de ambas energías que coexisten en nosotros. Resulta interesante observar que, en realidad, el mundo está más impregnado de lo femenino de lo que solemos reconocer. Las grandes estructuras que rigen nuestra sociedad, como la Iglesia, la Escuela, la Universidad, la Economía, la familia, la justicia, la naturaleza, la sociedad, la política, la medicina, las artes, la tecnología, la literatura y la filosofía, presentan una notable influencia femenina.
Es importante resaltar que, en muchas culturas, ha habido predominio de matriarcados, mientras que en culturas patriarcales, se ha minimizado el papel de la mujer, aunque el de la madre suele ocupar un lugar privilegiado. La observación de lo femenino y lo masculino se asemeja a contemplar los dos hemisferios de nuestra mente, el derecho e izquierdo.
Es lamentable ver cómo los seres humanos nos hemos fragmentado y alejado de nuestra esencia original, que es el todo, la unicidad, la integración. Al distanciarnos, nos desconectamos de nosotros mismos de y de los demás. Nos desconectamos de nuestro propio cuerpo, emociones, intuición, sensibilidad y amor. Sin estos elementos, nos vemos envueltos en violencia y falsas concepciones de éxito.
En este contexto de lo femenino y masculino, es crucial abordar la noción de Ser Mujer. A lo largo de la historia, las mujeres han sido sometidas a presiones y opresiones, de manera similar a aquellos países que se encuentran en conflicto debido al poder de sus recursos y territorio. El sometimiento se perpetúa hacia aquello que es percibido como poderoso o amenazante. Creo en el poder de las mujeres, y creo que es por ello que ha sido limitada y relegada. Lo importante es que a pesar de ello, siempre hubo mujeres que alzaron la bandera de la libertad y avanzaron. Abrieron camino para las que seguíamos.
Aun hay mucho por hacer, pero los vientos de cambio ya se sienten y aun quedan desafíos por alcanzar y traspasar. Cuando las mujeres logramos vibrar en el poder de la energía femenina en armonía con nuestro lado masculino, nos volvemos seres poderosos, hacemos en red y armonía. Tejemos relaciones, contextos, proyectos y sueños con la destreza de un útero fértil donde la vida se gesta y las ideas se transforman en realidad. Las mujeres hemos avanzado significativamente, pero aún queda mucho por hacer. En tiempos antiguos, los errores eran castigados con dureza, bajo el lema "El saber con sangre entra". Aunque los golpes físicos están prohibidos, las violencias simbólicas resultan igualmente devastadoras, ya que el lenguaje del inconsciente es eminentemente simbólico y metafórico. Es por ello que los aplazos son en rojo.
Vamos conquistando nuevos espacios, pero aun hoy, persisten creencias, miedos y sometimientos arraigados en nuestros inconscientes y en nuestras memorias colectivas y viscerales que urge liberar.
El viernes en Casa Baca, mientras miraba la proyección "Las Hermanas del Viento". Corto ganadores del festival internacional de Cine de las alturas, en entrevista a Julia Carrizo, rescaté las palabras: "No podrán" y ellas pudieron.
¿Qué creencias aun guardas o le has dado poder? ¿Qué sientes o has escuchado que no podrías? Por alguna razón, aun hoy el mundo económico es complejo para las mujeres y muchas veces sentimos que no podemos. Que es difícil. Que si estamos solas, será muy difícil o no lo lograremos. Pero yo se que sí lo lograremos. Sí lo lograremos porque ya no estamos solas. Podemos ir a la par. Maternar juntas. Ser emprendedoras. Ser empresarias, apoyarnos. Generar oportunidades. Conectar, sentir. Ir al silencio, a la pausa, a la danza que tanto bien nos hace. Sentirnos. Movernos. Sentir el placer. Gozar simplemente por gozar. Sin miedos a las etiquetas. Ser simplemente las que somos. Auténticas, sin máscaras, sin frenos. Diciendo sí cuando queremos decir sí. Decir No cuando queremos decir No. Simples. Complejas. Lunares. Lobas salvajes. Intuitivas, racionales. Solitarias, tribales. Pues la vida es la danza con uno, con el otro, con los otros, con lo otro.
Ser desde nuestra voz, que a lo largo de la historia ha sobrevivido, en el arte, en las artesanías, en los tejidos, en los hijos que parimos, en el viento, en las quenas y zampoñas, en las bandas de sikuris. Terminar con la colonización y plantar bandera desde nuestra esencia, corazón. Con voz, expresando, comunicando.
Es momento de levantar la voz, de alzarla con poder. Clara, simple. Expresar nuestras verdades, nuestras necesidades, nuestros deseos. Es tiempo de ser nosotras mismas, auténticas y valientes. Es hora de unirnos, de apoyarnos unas a otras, de tejer redes de sororidad y solidaridad.
Cierro este artículo con lo que alguna vez escribí: ¿Dónde quedó tu voz?/ Su voz se apagó,/ su voz le era un idioma extraño,/ su propia voz le daba miedo./ Era tan opuesta a su identidad, que la vivía como ajena/ y cuando la escuchaba, se asustaba aún más/ eran las voces de los demonios,/ eran voces extrañas./ Las apagó./ Las apagó de mil maneras/las apagó con la fe./ Las apagó con las normas sociales,/ las apagó sirviendo/ las apagó enfermando. . . /Las apagó con la riqueza, con el éxito/ las apagó con la estabilidad/ después de todo,/ ¿valdrá la pena oponerse a tanto por no sé qué?/ Porque la voz no puede ser oída./ ¿Y valdrá la pena exponerse a tanto sin la certeza de la tierra prometida?/ ¿y si no hay nada?/ ¿y si se pierde todo?/ Porque todo cambio implica un quiebre de mandatos,/ y esto lleva el sabor al exilio, a la soledad, a la culpa./ Las memorias de apedreamiento y vergüenza que llevamos por tantos años drenan/ el miedo, la angustia, el llanto o la manía te toman/ sentiste la muerte de tu voz vacía./ Sentiste la falta de piel./ Y en la locura, el vacío, las preguntas y el perderte. Comenzaste a encontrarte/ y te diste cuenta que no era ningún pecado amarte,/ que no era ningún pecado ser salvaje, sexual, amante/ que no era ninguna vergüenza llevar cicatrices humillantes,/ y te diste cuenta que no importaba tu clase social, y que tampoco tu saber te pudo dar voz, sólo sos una mujer que pudo romper su silencio/ y tu voz, como el resonar de una celda, vibro hasta la prisión de otra que por vergüenza calló/ y tu miedo de no ser mirada ni amada, comenzó a disolverse/ y una mirada te sostuvo, y una mano entibió la tuya./ Y te sorprendió, porque muchas veces te habías imaginado que esa mirada iba a ser la de un otro que de verdad te amara y te protegiera./ Y al final, después de tantos abrazos mariposas, la mirada era la tuya./ Ese día comenzaste a sentir tu poder./ Y lágrimas limpiaron la perla que tras el dolor cerro toda posibilidad/ y el frío se volvió primavera, y la mierda fue abono/ y el desamor se volvió presencia, mirada./ Y tu mirada te sostuvo/ círculos que avivan tu Chispa Divina/ ven, llora, suelta, siente, renace/ tiempos de liberar la voz/ tiempos de liberar nuestras voces, nuestros cuellos, de ir codo a codo./ Tiempos de poder.