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12 de Agosto,  Jujuy, Argentina
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Las Invasiones Inglesas y la Reconquista del 12 de Agosto de 1806

Martes, 12 de agosto de 2025 01:02

Algo de la Historia de hace 219 años, que los argentinos no debemos olvidar nunca, es la celebración de uno de los acontecimientos más importantes, como antecedente de la Revolución de Mayo de 1810, el sacrificio y triunfo del Pueblo de Buenos Aires, frente a los invasores ingleses de 1806/07.

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Algo de la Historia de hace 219 años, que los argentinos no debemos olvidar nunca, es la celebración de uno de los acontecimientos más importantes, como antecedente de la Revolución de Mayo de 1810, el sacrificio y triunfo del Pueblo de Buenos Aires, frente a los invasores ingleses de 1806/07.

Esta Historia la conocemos como las Invasiones Inglesa de 1806/1807, Reconquista y Defensa de Buenos Aires.

La Primera Invasión al mando de Guillermo Carr Beresford, traía 1650 hombres de desembarco, contra una aldea desguarnecida y un virrey sin suerte, ni olfato, ni valentía, se entera del inminente desembarco enemigo la noche del 24 de junio en la Casa de Comedias. Ya los ingleses habían navegado frente a la Ensenada de Barragán, donde su comandante Santiago de Liniers ordena un cañoneo sin mayores consecuencias. El 25, al mediodía comienzan a bajar por las playas de Quilmes, sus soldados con uniformes de un rojo intenso, bandera y gaitas. Una llovizna intensa empantana pertrechos, artillería y hombres. Recién el 26 a la mañana el ejército inglés puede avanzar en dos columnas al centro, entorpecido por una caballería al mando de don Pedro de Arce de 500 hombres con dos cañoncitos de 4 pulgadas y un obús de 16. Los británicos con sus cañones desbandaron la defensa y al anochecer Sobremonte ordena contraataque que también fracasa. Aturdido por los acontecimientos el virrey decide lo previsto en caso de guerra, se lleva los caudales y deja el mando de la defensa al coronel Pérez Britos y el brigadier Hilarión de la Quintana, con poca probabilidad de resistencia.

Béresford ocupa la fortaleza, el día 27 a las cuatro de la tarde. Dirá Mariano Moreno, testigo del acontecimiento: "Yo he visto en la plaza mayor llorar a muchos hombres por la infamia con que se les entregaba a los ingleses, que apoderados de mi patria se alojaron en el Fuerte y demás cuarteles de la ciudad". Los ingleses ni bien ocupan el Fuerte exigen la entrega del tesoro. La ocupación les costó un muerto y 12 heridos, con las banderas británicas en lo alto del Fuerte y la incautación de todos los barcos anclados en la rada de Buenos Aires.

Sobremonte huye a Luján, donde deja el caudal, con ideas de establecer la capital del virreinato en Córdoba y es alcanzado por cabildantes que le piden entregar el millón de pesos en plata a los ingleses, para evitar daños mayores a los propietarios de los barcos confiscados.

Esta intentona inglesa por quedarse con la colonia española del Río de la Plata, duro 46 días. Al comienzo nomás con Sobremonte en Córdoba, que decía reunir milicias para ir a Buenos Aires para liberar la ciudad; y lo mismo hacía Huidobro en Montevideo y Pueyrredón en zonas rurales. Se necesitaba ahora un jefe que coordinara la acción. Ahí surgió don Santiago de Liniers, francés al servicio del rey de España y que ya lo vimos ordenar un cañoneo desde la Ensenada, ahora en representación de la fuerza de Bs.As. va a Montevideo en busca de apoyo y consigue 600 hombres. El 3 de agosto, aprovecha una intensa neblina y logra cruzar el río vigilado por los ingleses. Aumenta 300 hombres de una flotilla y 73 de un corsario francés anclado en la ribera. El día 4 está en cercanías de San Isidro donde se unen fuerzas de Pueyrredón, que días antes sufrieran un revés en chacra de Perdriel. El 10 llega a plaza de Miserere, hoy plaza once, desde donde intima a Beresford a la rendición y le da 15 minutos para responder. El jefe inglés se niega a responder y Liniers marcha con su tropa al Retiro,

Hoy terminal y estación de trenes. Ayer plaza de toros, donde se fortificaron los ingleses y se combatió con toda la sangre desde la madrugada hasta el anochecer del día once, momento que aprovecharon los ingleses para replegarse hacia la plaza mayor y el Fuerte. Liniers aprovecha el tiempo para el descanso de sus fuerzas y el aumento de hombres y reemplazo de las pérdidas sufridas, con un número superior al que tenía. Los ingleses fortifican las entradas a la plaza y ponen tiradores de las azoteas.

El día doce, Liniers avanza con cuatro columnas, una para cada punto elegido de la plaza y ordena el ataque que los ingleses no pudieron contener y se repliegan al interior de la fortaleza, dejando los cañones que las fuerzas patriotas usarán contra el enemigo invasor. Al atardecer Beresford levanta bandera de parlamento y Liniers exige rendición incondicional. Los ingleses deponen las armas y desfilan ante una fuerza bisoña y triunfante. El botín de guerra consiste en 35 cañones de muralla, 29 de campaña, 1.600 fusiles y las banderas del famoso regimiento 71.

Con el triunfo de Liniers la población de Buenos Aires renació con un júbilo inmenso y con los ojos en el caudillo y conductor que había nacido al calor de una lucha, por defender la tierra considerada fácil de roer.

Después de la Reconquista, había que defender lo ganado. Ante la ausencia de Sobremonte, la audiencia ejerce su autoridad, pero el 14 de agosto un Cabildo abierto bajo presión popular se pronuncia contra el virrey y designa jefe militar a Liniers, quien, en 11 meses, dice Ernesto Palacio en su Historia Argentina, "desplegó una intensa actividad, dando muestra de gran organizador… y convirtió a una población de comerciantes en una república militar". Ya sabemos que tuvo que enfrentar a una fuerza superior a la anterior casi 10 veces, al mando del inglés, John Withelocke pero la victoria conseguida, el orgullo y el amor patrio por la tierra a defender hizo al ejército de Liniers imbatible y triunfó una vez más el 7 de julio de 1807. Los ingleses tuvieron que abandonar Buenos Aires y Montevideo, casi a tres años del nacimiento de una nueva Nación, nuestra argentina.

La Gesta gigante del pueblo de Buenos Aires, acompañado por las provincias del interior tuvo en 1946 una ley de reconocimiento histórico y debe continuar para las generaciones futuras.

 

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