La miel de azahar de limón de Tucumán fue reconocida oficialmente con el Sello de Indicación Geográfica (IG), convirtiéndose en la primera miel del país en lograr esta distinción. El Laboratorio de Palinología de la Universidad Nacional de Jujuy fue la que analizó las mieles y conformó el perfil botánico de la miel mediante análisis melisopalinológicos.
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La miel de azahar de limón de Tucumán fue reconocida oficialmente con el Sello de Indicación Geográfica (IG), convirtiéndose en la primera miel del país en lograr esta distinción. El Laboratorio de Palinología de la Universidad Nacional de Jujuy fue la que analizó las mieles y conformó el perfil botánico de la miel mediante análisis melisopalinológicos.
Eso no solo certifica su origen y calidad, sino que también le otorgó un valor comercial diferencial de modo que hoy los apicultores que la producen obtienen un 25% más de ganancia gracias a su identificación en el mercado como producto regional de excelencia. Detrás de este importante logro hay más de 15 años de trabajo articulado entre diversas instituciones, entre ellos el Laboratorio de Palinología de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Jujuy (Unju) que jugó un papel protagónico.
Desde este laboratorio se hicieron los análisis melisopalinológicos necesarios para caracterizar botánicamente la miel y así respaldar científicamente su procedencia. Así fue el laboratorio jujeño el que determinó, a través del estudio del polen, que se trata efectivamente de una miel de azahar de limón, clave para validar su singularidad.
La doctora Liliana Lupo, responsable del laboratorio, explicó la trayectoria como especialistas en el NOA. "Cuando empezamos teníamos una Unidad de análisis palinológico. Ya en el año 2002 hicimos una caracterización botánica y geográfica de las mieles. En principio nos convocaron como únicos expertos a nivel regional en lo que hace al estudio polínico de mieles, de la composición del polen qué integra las mieles, por ende también la florapícola y empezaron los trabajos", afirmó.
Recordó que al inicio trabajaban en el programa del Consejo de la Microempresa con un Cluster Apícola Noa donde recibieron apoyo para empezar a montar los primeros laboratorios, y la facultad de Ciencias Agrarias de la Unju institucionalizó su trabajo creando la Unidad de Análisis Palinológico actual. Desde allí, junto a la doctora Carina Sánchez, quien inició su trayectoria en el marco de un proyecto de investigación y más tarde orientó su tesis doctoral a la caracterización geográfica y botánica de mieles, avanzaron con estudios de base que permitieron construir el perfil polínico de la miel de limón.
Ambas explicaron que los análisis melisopalinológicos consisten en el procesamiento de las muestras en laboratorio y la observación microscópica para identificar y contar los tipos de polen presentes. Este tipo de análisis permite determinar con precisión las fuentes florales utilizadas por las abejas, dato fundamental para avalar la trazabilidad y autenticidad del producto. "Ese es un elemento clave, que acompañado de estudios fisicoquímicos y sensoriales, permite clasificar y etiquetar una miel con identificación geográfica", dijo Sánchez.
Lupo, destacó que la certificación representa un gran avance para el sector agrícola, no solo un respaldo técnico sino un beneficio económico concreto. "Las mieles de limón, con esta caracterización, se cotizan un 25% más que las demás en el mercado internacional", dijo.
Desde el Inta Famaillá, Alejandro Álvarez, ingeniero del Área de Agroindustria y Agregado de Valor del Inta, declaró que el sello de IG se sustenta no solo en la geografía de origen, sino también en prácticas productivas específicas, condiciones del suelo y el clima, y conocimientos técnicos aplicados por los apicultores.
Para alcanzar este estándar, se implementaron capacitaciones que permitieron a los productores cumplir con un protocolo de Buenas Prácticas de Manejo en apiarios y Buenas Prácticas de Manufactura en salas de extracción y fraccionado, habilitadas por Senasa. Los estudios fisicoquímicos se realizan en el Laboratorio de Agroindustria del Inta Famaillá, y la verificación palinológica en el laboratorio jujeño.