Con energía genuina y una gran predisposición para compartir su misión en la vida, ella se encuentra feliz de saber que su trabajo crea felicidades en diferentes personas.
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Con energía genuina y una gran predisposición para compartir su misión en la vida, ella se encuentra feliz de saber que su trabajo crea felicidades en diferentes personas.
Es que a través del movimiento, de la vibra optimista y de zumba en estado puro, brinda sus clases de baile adaptado para encontrar en la actividad física un motivo de superación, recreación pero, lo que es más importante, una transformación de voluntades en las almas que la practican.
Así es como Natalia Amalia Limache comprendió desde que era adolescente que la educación física se constituía en algo más que una asignatura educativa, sino en un incentivo que logra el bienestar general y la salud en las personas sin importar la edad.
Desde hace nueve años es instructora de baile y ritmos adaptados; y al frente de la clase destaca su amor por bailar desde desplazamientos estratégicos hasta ayudar a movilizar emociones y sensaciones.
"Es un placer conocer a las alumnas, escucharlas y ofrecer la clase para que se sientan bien", expresó Limache sobre la función que cumple con cariño y respeto.
Revitalizar el ánimo y cambiarlo por tiempo de alegrías es la meta que persigue cada día, siempre que se lanza a dictar sus clases, envuelta en una fiesta de sonidos y ritmos que contagian a su entorno casi instantáneamente.
"Siento que las chicas me enseñan todo el tiempo. Tengo estudiantes de treinta, de cuarenta, de más cincuenta y hasta de más de setenta años y con todas me encanta compartir", explicó la docente que focaliza en generar momentos de alegría y recreación por un motivo muy especial.
Durante su niñez en la Escuela 79 "Dr Estanislao Severo Zeballos" aprendió a querer la educación física; y ya en su adolescencia entre el Colegio del Huerto y el Bachillerato Provincial 2 "Gobernador Jorge Villafañe"; a practicarla con gusto.
Y fue en este transcurso que sufrió la pérdida muy importante en su vida.
Su madre Mabel Martínez atravesó por una enfermedad terminal y el cambio en su perspectiva de vida la hizo comprender de circunstancias que iban más allá y de tener una mayor empatía en los momentos difíciles.
Lejos de quedarse en lo negativo de la pérdida, se dio tiempo para el duelo y, luego, transformó su manera de ver la realidad, reflexionando sobre la misión de vida que debía cumplir.
"No quise quedarme con ese sufrimiento y entonces pensé en cambiarlo por alegría. Uní lo que siempre me gustó hacer que fue la actividad física, lo que me encanta bailar y decidí hacer el instructorado", explicó Limache.
Fue así que desde hace nueve años ofrece su don en ritmos para promover la vida saludable a partir de la actividad física, acción que considera una herramienta indispensable para disfrutar sanamente de una existencia plena.
Mientras, el recuerdo de su madre es permanente reflejo de amor y paz en su alma, así también la familia que supo constituir gracias un encuentro especial de energías.
Se permite evolucionar desde el optimismo y compartirlo en pasos de baile adaptado y coreografías simples con aquellas mujeres que tengan la edad que tengan; son maestras con una luz propia, como lo es su madre desde el cielo.
"Mi mamá, mi pareja y ni hijo son los motores que están todo el tiempo en mí. Gracias a ellos puedo seguir adelante todos los días", dijo "Natu" como la conocen sus alumnas que encuentran en su guía, a una mujer llena de fortaleza y con el corazón generoso, dispuesto a ayudar.