Durante el tiempo de secundaria, la ilusión movilizaba sus ganas de conocer el mundo y mientras transcurrían los meses, más y más tenía la claridad consigo de que en algún momento de su vida, sería eso posible. La idea de conocer otros lugares se afianzaba en su mentalidad que se gestaba como cosmopolita desde una adolescente perspectiva y entonces cuando se le presentó la oportunidad de hacerlo, eligió Perú como destino. La cultura andina fue el inicio de su travesía con el fin de no tener miedo a fallar en el intento e insistió desde su proyección personal, estudiando la carrera de licenciatura en Turismo. Una vez finalizada esta etapa, su gran salto fue cuando emprendió una aventura a Europa.
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Durante el tiempo de secundaria, la ilusión movilizaba sus ganas de conocer el mundo y mientras transcurrían los meses, más y más tenía la claridad consigo de que en algún momento de su vida, sería eso posible. La idea de conocer otros lugares se afianzaba en su mentalidad que se gestaba como cosmopolita desde una adolescente perspectiva y entonces cuando se le presentó la oportunidad de hacerlo, eligió Perú como destino. La cultura andina fue el inicio de su travesía con el fin de no tener miedo a fallar en el intento e insistió desde su proyección personal, estudiando la carrera de licenciatura en Turismo. Una vez finalizada esta etapa, su gran salto fue cuando emprendió una aventura a Europa.
"Me encantó viajar desde que era más chica, ir a Perú me abrió una serie de puertas que quería conocer. Y en la gira por Europa, en Grecia me llamó la atención ver cómo era restaurar una escultura y me gustó", expresó Belén Nieva, la jujeña protagonista de un viaje que transformaría el enfoque de su vida.
Es que la curiosidad y las ganas de encontrarse con nuevas posibilidades, ya latían en su mente durante el vuelo de regreso a Jujuy. "Me informé para poder cursar la carrera de restauración y tenía la opción de Buenos Aires, La Plata o Mendoza; pero eran cinco años más. Entonces mi idea era hacerlo en menos tiempo", destacó. Así, cuando supo de los cursos cortos en Italia, comenzó a practicar el idioma y a indagar sobre historia del arte. "Luego de una búsqueda, encontré restauro arquitectónico y esperé dos meses hasta que me avisaron que apliqué para pasar a entrevista y examen de cultura general", detalló. Aunque su italiano no era de los mejores, ella se arriesgó y apostó por esa motivación de cambiar de rumbo.
Fue en un laboratorio de restauración de Turín donde se ejercitó en la teoría y en la práctica. Allí, su oda a la madera dio como resultado un aprendizaje que se dejó ver por primera vez en un tabernáculo del 800. "Era un mueble donde se guardan las hostias, con hojas de oro", dijo Nieva con la emoción de recordar ese inicio lleno de ilusión en el campo que había elegido para subsistir. El próximo paso tenía que ver con cuadros y pinturas; pero en simultáneo, su instinto le dictaba que debía aventurarse hacia otra experiencia. Así, abrió su vida al destino y repartió su currículum vitae a diferentes empresas.
En agosto de 2021 su hoja de vida llegó a la firma Lares de Venecia en Turín y aceptó ser parte de esta gran familia que aporta a la comunidad trabajos de construcción, mantenimiento, restauración y renovación de estructuras residenciales y edificios en general, incluyendo edificios históricos y monumentales. "Me hicieron contrato primero a tiempo determinado, me renovaron cada dos meses hasta que me pusieron en planta permanente", reveló. Entre las 8 y las 17, esta jujeña se encuentra abocada a su labor que depende de la obra y de las circunstancias externas que le toca vivir. "Hoy estoy con elaboraciones en un palacio medieval del 500, una fachada renacentista y me ocupo de la limpieza de mármoles con vaporizador para sacar el primer estrato de suciedad; luego con químicos, cepillos de bronce y al final con el láser herramienta con la que me especialicé", dijo la jujeña que conoce muy bien sobre mezclas de cemento, cal, estructuras con metales, pernos y resinas.
Como un regalo de la vida, le tocó la fortuna de dejar sus conocimientos en el Museo Egipcio de Turín. Allí, se exhibe una imponente colección de piezas oriundas de la tierra de las pirámides. "Fue de gran enseñanza porque estuve cerca de momias, papiros y sarcófagos. Estuve trabajando el año pasado, en la pared del lado externo con ladrillos. Cada trabajo es distinto porque me tengo que ir adaptando", comentó esta joven que se sorprende con cada obra que le toca dirigir. Tal como sucedió con uno de los castillos en el centro de Milán cuando intervino en el tratamiento del delicado y rosa mármol de Verona.
Ella es una vencedora del vértigo de manera casi permanente ya que -según la misión encomendada- tiene que elevarse entre los andamios para cumplir tareas. "Al principio me costaba, después es costumbre trabajar en la altura. Cuando empiezan a desarmarse, yo estoy arriba todavía. Cubro los agujeros y voy bajando, los obreros que van desarmando son de Egipto o Marruecos", explicó Nieva que palpa la cultura italiana desde la más pura esencia y contemplando las obras desde un lugar muy especial. "Ves la ciudad que está viva", sostuvo. Y es la energía que se mueve y no se esclaviza entre cuatro paredes. De la interacción en su equipo disfruta y toma lo positivo, mientras escucha música en sus auriculares y recuerda a su Jujuy natal. Es que si bien Turín es una ciudad universitaria, la gente que la moviliza es de todo el mundo. Con conciertos, exposiciones y eventos; que la mantienen emergente y hacen la diferencia.
"Noto un parecido con Jujuy cuando veo los dos ríos que la atraviesan en grandeza el Po e Stura di Lanzo", dijo quien visitó Turquía, degusta con cotidianeidad sándwiches de tortillas de papa o verduras y pastas con pescado.
"Aunque lo que extraño es el sabor de la carne, de los asados, las empanaditas; sabor como ese no hay en ningún lugar", dijo con una sonrisa, instando a más jujeños a cumplir sus sueños porque nada es imposible.