En vísperas del inicio de la peregrinación al abra de Punta Corral, los tilcareños celebraron el Domingo de Ramos e iniciaron la Semana Santa, tiempo que vivirán con fe, meditación, emotividad y muchas esperanzas.
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En vísperas del inicio de la peregrinación al abra de Punta Corral, los tilcareños celebraron el Domingo de Ramos e iniciaron la Semana Santa, tiempo que vivirán con fe, meditación, emotividad y muchas esperanzas.
Esta mañana en la capilla de Cerro Chico (de la familia Farfán), el párroco Daniel Amante bendijo los ramos y posteriormente junto a las numerosas bandas de sikuris y vecinos que se trasladaron hasta ese sector, regresó a la iglesia donde cerca del mediodía ofició la solemne misa.
La comunidad tilcareña durante la semana que se inicia manifestará su fe en Jesús pero también en la Virgen de Copacabana del abra de Punta Corral que están esperando su regreso desde su santuario (el Miércoles Santos) para sentir su protección.
En esta jornada cálida y hermosamente soleada los vecinos se predisponen a alistarse para ascender mañana al santuario, iniciar los preparativos para elaborar las ermitas y participar en las celebraciones litúrgicas para el próximo fin de semana festejar el Domingo de Gloria.
El marco que genera el inicio de la Semana Santa en Tilcara es muy particular y se vive con mucha alegría en familia, que hoy se concentran en el atrio de la iglesia y en la plazoleta “Antonino Peloc” para escuchar al sacerdote y acompañar a los sikureros que con sus melodías alaban al Señor.
A medida que transcurran las jornadas el pueblo se irá colmando de turistas y las calles adquirirán otro ritmo dejando la rutina de lado, ya que la villa quebradeña es uno de los destinos más elegidos en el país para vivir la Pasión del Señor.
Las angostas callecitas de Cerro Chico y las calles del casco céntrico por donde se desplazará la procesión amanecieron hermosamente ornamentadas con ramos de flores multicolores y palmas señalando el camino de Jesús.
Y a lo largo de ellas la comunidad se desplaza cargando sus ramos bendecidos y dejando notar en sus rostros la felicidad de compartir la religiosidad católica.