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25 de Junio,  Jujuy, Argentina
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La vida es movimiento

Viernes, 06 de septiembre de 2024 01:04

La vida, en su esencia más pura, es un constante fluir, un baile interminable entre el cambio y la permanencia. Desde el primer latido en el vientre materno hasta el último suspiro que damos, estamos en movimiento. La vida es movimiento, el movimiento es vida. En el milagro de la nueva vida, desde el inicio reconocemos algo que es verdaderamente fundamental: el movimiento.

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La vida, en su esencia más pura, es un constante fluir, un baile interminable entre el cambio y la permanencia. Desde el primer latido en el vientre materno hasta el último suspiro que damos, estamos en movimiento. La vida es movimiento, el movimiento es vida. En el milagro de la nueva vida, desde el inicio reconocemos algo que es verdaderamente fundamental: el movimiento.

Cambios trascendentales ocurren, se crean conexiones y se inician patrones que continuarán a lo largo de la vida. Nos movemos en el tiempo, en el espacio, en nuestras emociones y pensamientos. Cada día a cada segundo algo se mueve en gran o en pequeña escala, es relativo, pero todo este milagro ocurre dándonos cuenta de ello o no.

Cada amanecer es una invitación a continuar este baile, a ser parte de la danza incesante del universo. A veces, sentimos que la vida nos empuja hacia adelante, casi sin darnos respiro.

Nos vemos atrapados en una rutina que se siente como un torbellino, incapaces de detenernos a pensar, a reflexionar, a sentir. Sin embargo, este movimiento, aunque a veces vertiginoso, es el pulso mismo de la existencia. Nos recuerda que estamos vivos, que estamos en el aquí y ahora, que somos parte de algo mucho más grande de lo que podemos comprender.

El movimiento no siempre es fácil. A menudo, implica dejar atrás lo que conocemos, lo que nos resulta cómodo y seguro.

Nos enfrenta a nuestros miedos más profundos, a nuestras dudas e inseguridades. Pero también es en ese movimiento donde encontramos la posibilidad de crecimiento, de transformación, de descubrir partes de nosotros mismos que no sabíamos que existían.

Cuando nos resistimos al movimiento, cuando nos aferramos al pasado o nos negamos a avanzar, nos estancamos. Es como si estuviéramos intentando detener un río con las manos; el agua busca su camino, y tarde o temprano, encontraremos la manera de seguir adelante. Porque la vida no se detiene, ni siquiera por nosotros. Sigue su curso, nos guste o no, y la única opción que tenemos es elegir cómo queremos movernos con ella.

Podemos elegir movernos con miedo o con valentía, con resentimiento o con gratitud, con tristeza o con alegría. Podemos decidir ver el movimiento como una amenaza o como una oportunidad.

La clave está en recordar que el movimiento es inevitable, pero nuestra actitud ante él es lo que determina la calidad de nuestra experiencia. Aceptar el movimiento significa también aceptar que la vida es cambio.

Las estaciones cambian, las personas cambian, nuestras circunstancias cambian. Cada momento es único e irrepetible. Aceptar el cambio es aceptar la naturaleza misma de la vida. Y cuando lo hacemos, algo mágico sucede: nos abrimos a nuevas posibilidades, a nuevas oportunidades, a nuevas formas de ser y de estar en el mundo.

Cuando abrazamos el movimiento, encontramos la belleza en la impermanencia. Nos damos cuenta de que, aunque nada permanece para siempre, cada momento tiene su valor, su lección, su regalo.

Aprendemos a confiar en que, aunque no siempre podamos ver el camino completo, siempre hay un siguiente paso que podemos dar. La vida es movimiento.

Y en ese movimiento, encontramos nuestra fuerza, nuestra sabiduría, nuestro propósito. Porque cada paso que damos, por pequeño que sea, nos lleva más cerca de quienes realmente somos, más cerca de nuestro ser más auténtico, más cerca de la plenitud que buscamos.

Así que, en lugar de temer el movimiento, elijamos bailar con él, con el corazón abierto y los brazos extendidos, confiando en que la vida, en todo su movimiento, siempre nos lleva exactamente a donde necesitamos estar. Namasté. Mariposa Luna Mágica.

 

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