De un estallido de colores, nace de la inspiración que las manos hábiles se encargan de brindar en piezas llenas de alma jujeña y paciencia, con la más hermosa de las virtudes.
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De un estallido de colores, nace de la inspiración que las manos hábiles se encargan de brindar en piezas llenas de alma jujeña y paciencia, con la más hermosa de las virtudes.
Así, cuando el vellón de llama y oveja se trabajan para crear el fieltro, se convierten en las estrellas de las obras de arte textiles que se lucen como prototipos de lo propiamente autóctono y jujeño.
Del entramado y laborioso acto creativo, conoce los secretos Adriana Borús, una diseñadora jujeña, apasionada fieltrista y exploradora de universos únicos que se abren gracias a su propuesta que nació veintitrés años atrás.
"Hacer esta labor me dio muchas satisfacciones, el fieltro es un material natural que tiene técnicas milenarias", relató Adriana Borús acerca de este saber tradicional aplicado en prendas de indumentaria, piezas de arte y obras decorativas.
Como toda tarea artesanal, el fieltro lleva un proceso al que la jujeña realiza con dedicación. "El vellón proviene de la lana del animal, luego de la esquila, se lava y se carda -que es peinado- se hace por milimetrajes y si se quiere más fino, se carda más; si se quiere más grueso se lo deja como para un tapado, por ejemplo", explicó Borús.
Un sinfín de oportunidades se abre para la realización de piezas como abrigos, chalecos, vestidos, botas y tapices.
"El diseño jujeño está en un tapiz en el Palacio de Dubai, en Emiratos Árabes; es un gran honor", expresó la artesana que participó con sus obras en el desfile por los 25 años en la moda del diseñador Claudio Cosano.
"Fue un desfile muy impresionante, con figuras del espectáculo que les gustó lo natural de nuestra tierra", dijo. La artista del fieltro llegó a exponer su trabajo en la feria Warmi de Puro Diseño y con Benito Fernández logró compartir sus obras, mostrando a su Jujuy amado.
A través de la creatividad genuina con el propósito de reflejar los paisajes de las cuatro regiones de suelo jujeño, como de flamencos de Pozuelos, las salinas grandes o imponentes águilas; Borús creció en la impronta de resaltar la cultura de los habitantes y compartirla con el mundo.
"Gracias a Dios tengo una boutique en Francia, 'Atelier 70' dentro de una galería en Bordeaux; donde se exponen mis piezas. Tengo una satisfacción personal porque lo logré, sin bajar los brazos y a base de esfuerzo. Es muy importante para la mujer en general empoderarse y tener sueños porque se pueden concretar", explicó Borús que no dejó de dictar cursos con fieltro para ayudar a otras mujeres a superarse.
"Me encanta ver a mis alumnas crecer y que expongan en ferias, que sus trabajos se luzcan y que sean jujeños. Las plazas de nuestro norte, se llenan de productos peruanos. Por eso, es valioso que hayan obras hechas en Jujuy y no traídas de otros países", dijo.
La fieltrista fue a Caspalá para establecer lazos con las bordadoras y compartir saberes. La experiencia fue especial porque significó dejar como una semillita de su labor y aplicar la técnica unida con la maestría de las mujeres de los Valles. "Es una unión muy linda y todo es una tradición que se trasmite", destacó. Y es que, por ejemplo, para darle color al fieltro, lo hace con elementos naturales como cáscara de cebollas, el corazón de la palta y la cochinilla; por citar tres de los más de sesenta tintes.
Las plantas se transforman en generadoras de color y diseño junto al fieltro, logrando una simbiosis fantástica que se coloca en bolsos, mochilas y carteras de esencia ecológica.
"Tuve la posibilidad de que mis prendas hayan llegado en ponchos, capas y chalecos a Ileana Calabró, Elena Roger y Jazmín Laport -hija de Osvaldo Laport- que fue gratificante decir que tienen prendas con diseño jujeño", contó orgullosa la artista del fieltro que no deja de admirar cómo un saber tan particular ha llegado al mundo, resaltando sobre él, la imaginación y el ingenio.
