Otro duro golpe volvió a sacudir las fibras más íntimas de la comunidad sampedreña, al tomar conocimiento sobre el fallecimiento de Jorge Darío Sánchez Ibáñez, quien tuvo una importante proyección en los diferentes ámbitos, como militante de la UCR, dirigente social, fundador del jardín Rayito de Sol, co-fundador de la plazoleta y gruta Virgen de Urkupiña, activo colaborador de la parroquia San Andrés, entre otras actividades que lo tuvieron como protagonista. Hoy el COVID-19, le arrebató a San Pedro, otro hijo más, un hijo que dejó su impronta por donde fuera que lo llevaran sus pasos. Por varios días, luchó contra la enfermedad, pero esta tarde, su corazón no pudo resistir y partió a la morada azul de los recuerdos, dejó esta vida terrenal para habitar en el corazón de su gente, que hoy, llora por tan irremediable pérdida.
Realizando la labor periodística, nuestro diario descubrió un día a un loco visionario, con ganar de hacer cuanto pudiese para servir a su comunidad, había conformado la ONG Rayito de Sol, fundada el 8 de marzo de 1999, como un justo homenaje a la tarea diaria que realiza la mujer, “ese día se conmemora el Día Internacional de la Mujer, recordando esta fecha, creímos que el mejor reconocimiento a la mujer, era la puesta en funcionamiento de una institución que albergara lo más valioso que tiene y que son sus hijos. El objetivo es brindarle contención y educación sistemática”, expresaba por aquel entonces y lo reiteraba en cada aniversario y en cada velada artística que convocaba a una nutrida cantidad de asistentes. Agradecía siempre a quienes lo acompañaban y al grupo de docente, cuyo trabajo constante, permitió cubrir una sentida necesidad social, asistiendo a niños de diferentes sectores.
“Para mí es un orgullo y una tremenda satisfacción desde mi condición humana, poder hacer un aporte a la sociedad, creando este bonito espacio de contención. Muchos hablan de los niños, pero creo que más que hablar es importante hacer. Es importante haber cristalizado el primer objetivo que es el de fortalecer la familia, lograr la mayor participación en las actividades de los niños y rescatar los valores como el diálogo, el respeto, la responsabilidad y el amor”. El jardín contaba con salitas de 2, 3 y 4 años en el turno mañana y de 2 y 3 en la tarde. Lamentablemente, por las dificultades económicas y el nulo apoyo recibido, y luego de haber dejado numerosas promociones de alumnos, tuvo que cerrar sus puertas.
Paralelamente, y llevado por el ímpetu de hacer el mejor aporte a su comunidad, junto a un grupo de devotos de la Virgen de Urkupiña, integrado por Ignacia Wierna, Wilfredo Pinaya, Anita Zambrana, Juana Mercado de Nieto, Nelly Villoldo, Lucila Dávila, Guillermina Rivas, en el mes de julio del 2006, tuvo la feliz iniciativa de recuperar un espacio verde en barrio Güemes, que se encontraba en total abandono, era utilizado como refugio por personas indigentes y por menores que aprovechando la oscuridad, se reunían a ingerir bebidas alcohólicas y a aspirar pegamento. Juntos, unieron manos y voluntades, trabajaron sin descanso para reunir los fondos necesarios. De apoco el basural desapareció ante la vista de todo el vecindario y en su lugar se levantó una hermosa y singular gruta, pero allí no quedó todo, ya que los solidarios devotos, hicieron pintar murales en las paredes y se abocaron a la construcción de bancos y jardines. Una de las experiencias que fortaleció aún más la fe de los devotos, fue el viaje realizado al Santuario de la Virgen de Urkupiña, ubicado en el Valle de Quillacollo, para traer la sagrada imagen que desde hace 14 años bendice a los vecinos del acceso norte.
Queda mucho por desandar para conocer la rica siembra que Jorge Darío Sánchez Ibáñez, dejó escrita en las páginas del libro de la historia de su amado San Pedro.