Con las aguas marrones del río Grande como anuncio de la fertilidad que celebran los Carnavales, el Jueves de Ahijaditos dejó en el aire los primeros sonidos de las bandas de metales para alegrar el alma. Sus sones fueron entonces como aquellos clarines que sentencian la cercanía de la caballería salvadora.
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Con las aguas marrones del río Grande como anuncio de la fertilidad que celebran los Carnavales, el Jueves de Ahijaditos dejó en el aire los primeros sonidos de las bandas de metales para alegrar el alma. Sus sones fueron entonces como aquellos clarines que sentencian la cercanía de la caballería salvadora.
Las primeras espumas y el tacho de saratoga junto al mojón enflorado, que en el caso de la agrupación Ahijaditos está sobre la costanera tilcareña, estalló de ceremonialidad con los pasos de tinku del Grupo de Danzas Andinas Wara.
El momento más esperado del año está muy próximo
Los rostros entalcados sobre las sonrisas fueron esa imagen esperada desde el año pasado y aparecieron en la plaza de Tilcara desde mediodía.
Los turistas que eligieron estas fechas para visitarnos, se llevan así en sus celulares los registros de una fiesta que acaso no lleguen a conocer en este viaje, brotada desde la misma chayada del mojón. Los locales apenas saborearon que el momento más esperado del año está nomás que a la vuelta de la esquina.
Este jueves los padrinos celebraron a sus ahijados, el próximo se lo hará con los compadres para que, ya sobre el 20 de febrero, sean las comadres las que entalquen, se perfumen de albahaca y festejen en esas fronteras mismas donde la alegría del Carnaval se cuela en nuestra vida cotidiana.