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En nuestro recorrido por París, hemos visitado en un día los lugares emblemáticos de esta mágica y hermosa ciudad.
Nos hemos metido en varios rincones para confundirnos con los parisinos que pasean en medio del estrés de una ciudad que nunca duerme y siempre tiene una sorpresa. Pero nos han quedado algunas partes pendientes que vamos a ver en nuestro segundo día.
La parte chic de París con sus avenidas y sus iglesias ya la hemos visto al salir del museo del Louvre. Por supuesto que hemos de pasar por la Sorbona y sentirnos parte del alumnado de esta universidad medieval, por cuyos claustros pasaron grandes personajes. Además el barrio donde se encuentra es muy tranquilo y lleno de plazas con cafés acogedores.
También hemos visitado la ópera Garnier, pues el cometido de nuestra visita a París es la música clásica pero nos habremos de permitir la visita a los legendarios cabarets, pues esta columna se dedica a difundir la cultura en general y la música en especial.
También visitaremos los suburbios, pues el gran París tiene muchísimas caras, poco conocidas por el turista de apuro.
Por eso recorreremos un barrio bohemio, el famoso Montmartre. Este barrio, con la basílica del Sacré Coeur, está situado sobre una colina desde la que tenemos una vista magnífica de la torre Eiffel, sobretodo de noche, cuando se ilumina a cada hora.
En la place du Tertre jugaremos a ser artistas, mezclándonos entre los pintores que se han instalado en esta plaza y que nos ofrecen pinturas de París, como los buquinistes o vendedores de libros y cuadros en las orillas del Sena, un dejo de nostalgia. Quizás nos hagan un portarretrato con el fondo de la basílica o la escalera con su tranvía.
Este barrio es emblemático porque fue el escenario de la película “Amélie“. Por eso no podemos dejar de visitar el café de “Los dos molinos“, que ofrece fotos y figuras de la película. Muy cerca de este local hay queserías y tiendas de delicatessen franceses de los que nos deleitaremos y hasta probaremos unas ancas de rana, muy controvertidas por la forma de obtnerlas. Pero también lo es comer unas chuletas de cerdo o un buen bife.
Luego de haber probado o rechazado esta especialidad francesa descenderemos hacia el barrio próximo, Goutte d´or, para ver el contraste que nos ofrece París. En la zona de las grandes avenidas y la rue Royale, con el restaurante Maxim´s hemos visto el París de lujo y clásico, donde nos hemos sentido los personajes de una película llena de glamour.
Al llegar a Goute d´or veremos cómo la población de París ha cambiado por las inmigraciones de las ex-colonias africanas. Nos sorprenderemos al ver la comunidad africana, en gran parte bereber y negra, que se ha instalado en este barrio y ha cambiado la imagen de París. Es así que una negra puede estar sentada en el suelo vendiendo tres bananas y dos batatas mientras al frente un carnicero marroquí vende carne jalal (según la tradición musulmana). Por cierto, por la noche creeremos que estamos en Jujuy pero en París, pues salen los vendedores africanos a asar maní y mazorcas de choclo en tachos de lata con fuego hecho a lena. Así, nos sentiremos en casa en medio de Europa.
La comunidad árabe y norarfricana tienen grandes mercados y restaurantes. No abren los viernes por su religión. En muchas de estas tiendas incluso se puede practicar el regateo, típico de la cultura árabe y del Próximo Oriente. Así, creeremos que estamos en el Mercado de la Antigua Terminal de San Salvador y podremos comprarnos un bolso o maleta, pero dudaremos de su autenticidad.
Pasearemos por las zonas en las afueras del periférico, que es el límite de París y nos quedaremos la tarde en Clichy, un barrio simpático y muy parisino pero que a diferencia del centro de París, es más tranquilo y podremos tener un respiro en algún café para luego visitar su ayuntamiento, sus parques y ver el río Sena desde otra perspectiva.
Así, recorreremos esta ciudad por sus lados oscuros, secretos y poco conocidos.
No podemos dejar de visitar sus centros nocturnos, sus legendarios cabarets, por donde pasaron vedettes tan famosas como la española la Bella Otero y Josephine Baker, la primera vedette que bailó desnuda, cubierta sólo por una guirnalda de bananas.
Como el tiempo es poco, elegiremos uno por el nombre de una canción: el Moulin Rouge.
Nos extasiaremos al ver los números de acrobacia y los espectáculos con animales, como la de la boa gigante en el agua y la bailarina.
Y al amanecer habremos de estar agotados pero contentos. Además habremos aprendido y visto muchísimo en una de las ciudades más cosmopolitas del mundo.