Donald Trump, a menos de seis meses de asumir la Presidencia, anunció que buscará su reelección en 2020 y hoy mismo comenzará a recaudar fondos para esa campaña, con una cena en el lujoso y gigante hotel que lleva su nombre en Washington, a sólo metros de la Casa Blanca.
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Donald Trump, a menos de seis meses de asumir la Presidencia, anunció que buscará su reelección en 2020 y hoy mismo comenzará a recaudar fondos para esa campaña, con una cena en el lujoso y gigante hotel que lleva su nombre en Washington, a sólo metros de la Casa Blanca.
"Por supuesto que se presentará a la reelección", respondió ayer la vocera adjunta de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, cuando periodistas le preguntaron sobre la cena que se realizó anoche en el Hotel Internacional Trump.
Según se filtró en la prensa, cada comensal pagó alrededor de 35 mil dólares para compartir un rato con Trump, quien además dio un discurso durante el encuentro, que se realizó a puertas cerradas, sin presencia de periodistas.
El evento fue organizado por Trump Victory, un comité conjunto creado por la campaña presidencial del mandatario y el Comité Nacional Republicano, que se repartirán los fondos recaudados.
Pese a que no existe ninguna ley que lo prohíba, no es común que un presidente estadounidense comience a recaudar plata para su campaña de reelección a menos de un año de asumir. El antecesor de Trump, Barack Obama, recién comenzó a trabajar para su reelección en el tercer año de su primer mandato.
Pese a que los mandatarios no hacen campaña ni participan activamente de eventos de recaudación, la búsqueda de fondos nunca se detiene en Washington. Pero Trump le imprimió más velocidad que sus antecesores.
En su primer día en el gobierno firmó todos los documentos necesarios para comenzar a recaudar dinero y, según el diario The New York Times, en los primeros tres meses de mandato ya había conseguir más de siete millones de dólares y el Partido Republicano, otros 23.
Obama y el Partido Demócrata apenas habían reunido 15 millones en ese mismo período en el año 2009.
Pero Trump no sólo le sumó velocidad al proceso, sino también un manto de sospecha por posibles conflictos de intereses.