27 de Junio,  Jujuy, Argentina
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Un oficio para "buenas personas''

Martes, 07 de junio de 2016 01:30
Pensar en un periodista con el cual me sienta identificado es algo complicado. No coincido en la idea de elegir a un referente en esta profesión porque soy un convencido de que la esencia del periodismo pasa por otro lado; de que transcurre por otras vías, no por una persona en sí sino por la labor diaria que realiza.
Sin embargo hace unos años tuve la oportunidad de conocer una de las obra del escritor polaco Ryszard Kapuscinski, que a mi entender es uno de los intelectuales que mejor entiende la idea del "ser periodista". Él decía que, "para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias".
Creo, humildemente, que es lo más sensato que escuché en toda mi vida y que se puede traducir sin ningún problema a todas las profesiones y oficios del mundo. Se trata de algo simple pero a la vez difícil de concretar. Un esfuerzo que muchos colegas deberíamos estar dispuestos a hacer para mantener viva la llama de esta noble profesión. Se trata de usar el conocimiento y la cuota de confianza que deposita en nosotros la sociedad en pos del bien común y no a los servicios de intereses espurios y mezquinos.
Va más allá de saber o no escribir, de dar una buena imagen en la televisión o impactar con nuestra voz en la radio. Se trata de intentar ser una persona íntegra, de actuar con profesionalismo y de no ceder jamás al hambre de nuestro ego. Hablo de buena fe, respeto, solidaridad, compañerismo, y de todos aquellos valores que se han perdido en una sociedad que necesita de los "buenos" para salir adelante.
Kapuscinski nos invita entonces a forjar de nuestro lugar en los medios de comunicación a buscar incesantemente la perfección en lo que hacemos, no sólo en la técnica sino también en lo humano sin olvidar que se aprende de todo y de todos, en una profesión que nos apasiona y nos mantiene expectante las 24 horas.
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Pensar en un periodista con el cual me sienta identificado es algo complicado. No coincido en la idea de elegir a un referente en esta profesión porque soy un convencido de que la esencia del periodismo pasa por otro lado; de que transcurre por otras vías, no por una persona en sí sino por la labor diaria que realiza.
Sin embargo hace unos años tuve la oportunidad de conocer una de las obra del escritor polaco Ryszard Kapuscinski, que a mi entender es uno de los intelectuales que mejor entiende la idea del "ser periodista". Él decía que, "para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias".
Creo, humildemente, que es lo más sensato que escuché en toda mi vida y que se puede traducir sin ningún problema a todas las profesiones y oficios del mundo. Se trata de algo simple pero a la vez difícil de concretar. Un esfuerzo que muchos colegas deberíamos estar dispuestos a hacer para mantener viva la llama de esta noble profesión. Se trata de usar el conocimiento y la cuota de confianza que deposita en nosotros la sociedad en pos del bien común y no a los servicios de intereses espurios y mezquinos.
Va más allá de saber o no escribir, de dar una buena imagen en la televisión o impactar con nuestra voz en la radio. Se trata de intentar ser una persona íntegra, de actuar con profesionalismo y de no ceder jamás al hambre de nuestro ego. Hablo de buena fe, respeto, solidaridad, compañerismo, y de todos aquellos valores que se han perdido en una sociedad que necesita de los "buenos" para salir adelante.
Kapuscinski nos invita entonces a forjar de nuestro lugar en los medios de comunicación a buscar incesantemente la perfección en lo que hacemos, no sólo en la técnica sino también en lo humano sin olvidar que se aprende de todo y de todos, en una profesión que nos apasiona y nos mantiene expectante las 24 horas.

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