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14 de Agosto,  Jujuy, Argentina
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El Papa recorrió un campo de refugiados en la isla de Lesbos

Domingo, 17 de abril de 2016 01:30
<div>LESBOS / EL SUMO PONTÍFICE ESTRECHÓ LA MANO DE UNOS 250 REFUGIADOS.</div><div><div>
"No están solos. No pierdan la esperanza", animó ayer el papa Francisco a los migrantes de Moria, el mayor campo de refugiados de la isla griega de Lesbos, donde llegó ayer en un viaje relámpago para "atraer la atención del mundo", junto al Patriarca Bartolomé y al Arzobispo Hieronymos.
"He querido estar aquí con ustedes. Quiero decirles que no están solos. En estas semanas y meses, sufrieron mucho en su búsqueda de una vida mejor", saludó el Pontífice a los más de 2.500 refugiados que esperan en la isla helénica una respuesta al derecho de asilo para poder entrar en Europa, luego de haber cruzado al mar Egeo para escapar del hambre y las guerras.
Al ingresar al campo, donde fue recibido por 150 niños con carteles de bienvenida, el Pontífice recorrió el mismo pasillo que los refugiados deben hacer para registrarse y saludó y estrechó las manos, uno por uno, de 250 de ellos, a quien Francisco les reconoció la esperanza de "construir una nueva vida en este continente".
Algunos, entre llantos y emoción, de a uno o en grupos, mujeres, niños y hombres, le pedían que los bendijera dentro de la gran tienda en la que recibieron al Obispo de Roma y donde un coro de niños que permanecen en Moria le dedicó una canción.
"He venido aquí con mis hermanos. El patriarca Bartolomé y el Arzobispo Hieronymos, sencillamente para estar con ustedes y escuchar sus historias. Hemos venido para atraer la atención del mundo ante esta grave crisis humanitaria y para implorar la solución de la misma", resaltó Francisco. "Esperamos que el mundo preste atención a estas situaciones de necesidad trágicas y verdaderamente desesperadas y responda de un modo digno de nuestra humanidad común", agregó.
"Este es el mensaje que les quiero dejar hoy: ¡No pierdan la esperanza!", les pidió el Pontífice en el campo que alberga a miles de personas, en su mayoría musulmanas, que han llegado a Grecia en los últimos meses por vía marítima en búsqueda de una entrada a Europa.
En esa línea, según las cifras que maneja la Santa Sede, el 43% de los 152.619 refugiados que llegó en 2016 por vía marítima a Grecia son de Siria; un 23% de Afganistán; un 14% de Irak; y el resto de Pakistán, Irán, Nigeria, Gambia, Guinea, Senegal y Costa de Marfil, todos reflejados en las pancartas con que esperaban al Papa en Moria.
Además, el pontífice renovó su agradecimiento al pueblo griego, que "ha respondido generosamente a sus necesidades a pesar de sus propias dificultades", por lo que, expresó, "somos conscientes de que estas crisis pueden despertar lo mejor de nosotros".
Encuentro con Tsipras
Francisco llegó en la mañana de ayer al aeropuerto de Mitylene a las 10.05 locales, en la isla de Lesbos, y se reunió con el primer ministro griego Alexis Tsipras durante 20 minutos antes de entrar al campo de refugiados más grande de la isla, en el que almorzó con un grupo de ocho migrantes.
"Gracias por el mensaje contra la guerra y por la acogida, en momentos en que otros líderes cristianos alzan muros y barreras", le agradeció Tsipras.
El Pontífice aseguró a los periodistas que lo acompañaron en el avión, que se trató de "un viaje signado por la tristeza", en el que se encontró con "la catástrofe humanitaria más grande después de la Segunda Guerra Mundial". Francisco reconoció ayer que al ver la situación en la isla griega de Lesbos le dieron "ganas de llorar".
"Después de lo que he visto, de lo que ustedes han podido observar, en ese campo de refugiados, daban ganas de llorar", afirmó.

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"No están solos. No pierdan la esperanza", animó ayer el papa Francisco a los migrantes de Moria, el mayor campo de refugiados de la isla griega de Lesbos, donde llegó ayer en un viaje relámpago para "atraer la atención del mundo", junto al Patriarca Bartolomé y al Arzobispo Hieronymos.
"He querido estar aquí con ustedes. Quiero decirles que no están solos. En estas semanas y meses, sufrieron mucho en su búsqueda de una vida mejor", saludó el Pontífice a los más de 2.500 refugiados que esperan en la isla helénica una respuesta al derecho de asilo para poder entrar en Europa, luego de haber cruzado al mar Egeo para escapar del hambre y las guerras.
Al ingresar al campo, donde fue recibido por 150 niños con carteles de bienvenida, el Pontífice recorrió el mismo pasillo que los refugiados deben hacer para registrarse y saludó y estrechó las manos, uno por uno, de 250 de ellos, a quien Francisco les reconoció la esperanza de "construir una nueva vida en este continente".
Algunos, entre llantos y emoción, de a uno o en grupos, mujeres, niños y hombres, le pedían que los bendijera dentro de la gran tienda en la que recibieron al Obispo de Roma y donde un coro de niños que permanecen en Moria le dedicó una canción.
"He venido aquí con mis hermanos. El patriarca Bartolomé y el Arzobispo Hieronymos, sencillamente para estar con ustedes y escuchar sus historias. Hemos venido para atraer la atención del mundo ante esta grave crisis humanitaria y para implorar la solución de la misma", resaltó Francisco. "Esperamos que el mundo preste atención a estas situaciones de necesidad trágicas y verdaderamente desesperadas y responda de un modo digno de nuestra humanidad común", agregó.
"Este es el mensaje que les quiero dejar hoy: ¡No pierdan la esperanza!", les pidió el Pontífice en el campo que alberga a miles de personas, en su mayoría musulmanas, que han llegado a Grecia en los últimos meses por vía marítima en búsqueda de una entrada a Europa.
En esa línea, según las cifras que maneja la Santa Sede, el 43% de los 152.619 refugiados que llegó en 2016 por vía marítima a Grecia son de Siria; un 23% de Afganistán; un 14% de Irak; y el resto de Pakistán, Irán, Nigeria, Gambia, Guinea, Senegal y Costa de Marfil, todos reflejados en las pancartas con que esperaban al Papa en Moria.
Además, el pontífice renovó su agradecimiento al pueblo griego, que "ha respondido generosamente a sus necesidades a pesar de sus propias dificultades", por lo que, expresó, "somos conscientes de que estas crisis pueden despertar lo mejor de nosotros".
Encuentro con Tsipras
Francisco llegó en la mañana de ayer al aeropuerto de Mitylene a las 10.05 locales, en la isla de Lesbos, y se reunió con el primer ministro griego Alexis Tsipras durante 20 minutos antes de entrar al campo de refugiados más grande de la isla, en el que almorzó con un grupo de ocho migrantes.
"Gracias por el mensaje contra la guerra y por la acogida, en momentos en que otros líderes cristianos alzan muros y barreras", le agradeció Tsipras.
El Pontífice aseguró a los periodistas que lo acompañaron en el avión, que se trató de "un viaje signado por la tristeza", en el que se encontró con "la catástrofe humanitaria más grande después de la Segunda Guerra Mundial". Francisco reconoció ayer que al ver la situación en la isla griega de Lesbos le dieron "ganas de llorar".
"Después de lo que he visto, de lo que ustedes han podido observar, en ese campo de refugiados, daban ganas de llorar", afirmó.

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