Estos bombardeos suponen un giro en la política del gobierno islamista conservador turco, acusado por sus aliados de apoyar a las organizaciones en guerra contra el régimen del presidente sirio
Bashar al Asad.
Las operaciones militares fueron ordenadas tras una espiral de violencia que comenzó el lunes con el atentado suicida de un joven turco contra militantes prokurdos en la ciudad de Suruc, cerca de la frontera siria, con un saldo de 32 muertos y un centenar de heridos.
El Gobierno turco atribuyó la autoría de este ataque al Estado Islámico, aunque no lo ha reivindicado.
Al mismo tiempo, los aviones de combate turcos se dirigían al norte de Irak para bombardear las bases de retaguardia del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
"Hay operaciones aéreas y terrestres actualmente en curso", anunció el primer ministro Ahmet Davutoglu. "No están limitadas y continuarán mientras exista una amenaza contra Turquía", añadió.
El frente contra el PKK se abrió el viernes por la noche, cuando los aviones bombardearon siete objetivos de los rebeldes, refugios, hangares y depósitos de municiones, en sus retaguardias de las montañas Kandil, en el extremo norte de Irak.
Davutoglu aseguró haber hablado con el presidente de la región autónoma kurda de Irak, Masud Barzani, quien le expresó su "solidaridad".
Esta ofensiva contra los militantes kurdos amenaza con hacer estallar por los aires el proceso de paz entablado en 2012 para intentar acabar con la rebelión en territorio turco.