26 de Junio,  Jujuy, Argentina
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La memoria de un tejedor, los recuerdos de Roberto Puca | Humahuaca, Roberto Puca, tejido en telar

Martes, 14 de julio de 2015 00:00
<p>DON ROBERTO ARTESANO/ MUESTRA ESAS MANOS HECHAS A LA URDIMBRE Y A LA TRAMA, A LA LANA Y AL PEINE,DISPUESTAS AL TRABAJO.</p>

Este domingo, Humahuaca celebró los cincuenta años de don Roberto Puca con el tejido en telar. Para recordar la trayectoria de un artesano de su talla, compartimos algunos de sus recuerdos.

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Este domingo, Humahuaca celebró los cincuenta años de don Roberto Puca con el tejido en telar. Para recordar la trayectoria de un artesano de su talla, compartimos algunos de sus recuerdos.

Así, nos dijo que "nací en la provincia de Salta, en un lugar que se llamaba Esquina Grande, cerca de Susques, y estaba internado en una escuela hogar. De mis padres yo conozco a mi madre. Mi padre de crianza lo conozco a Abdón Castro Tolay."

Roberto nos cuenta que "después del ´54, cuando cayó el gobierno de Perón, se cerró la escuela hogar. Vivíamos en un pueblito que estaba a 18 kilómetros de la escuela de Barrancas, y don Abdón simpatizó conmigo. Yo tendría doce años y él se jubiló en el ’56, se vino para Humahuaca y me dijo: "Hijo, si vos querés y te autoriza tu madre, podés venirte".

A aquella Humahuaca que recién estrenaba su Monumento, Roberto Puca llegó un 3 de marzo.

Nos dice que "ya conocía porque había hecho un primer viaje de arriero, con mi abuelo, y bueno, dejé el animal en la casa donde me dijeron, tomé el tren en Abra Pampa y llegué un sábado de carnavales, solo. Don Abdón dijo: "Sembremos, con eso vamos a vivir, y con eso vivíamos."

Entonces recuerda que "don Castro Tolay dijo: Voy a crear una escuela de artesanías regionales porque aquí hace falta, y en el ´67 se inauguró oficialmente, teniendo como director al señor Luis Ramoneda. Yo trabajaba como portero y me dijo don Abdón: Vos vas a ser maestro de telares, así que me mandó seis meses al campo a aprender."

Roberto Puca anduvo de casa en casa, y allí lo recibían aquellos tejedores de campo: "Fui a Coctaca, Rodero, Achicote, todo por ahí he andado. Ellos no te enseñaban, te preguntaban: ¿querés aprender? Bueno, aquí está armado, tejé. Así nomás me decían, y he ido aprendiendo así. Después me terminó de enseñar un señor que era curandero, Antonio García. Ese ya me cobraba."

Por aquellos años "había tejedores que han desaparecido. De aquel tiempo yo conozco una familia Alancay, Tactaca, Calapeña, eran viejitos, no se daban a conocer. La familia Soto también, de Achicote. Ellos te daban un tejido, me armaban todo y decían: "tejé, y luego: volvé al otro mes", y yo me iba al otro lado, y volvía otra vez. Así aprendí."

Para el año 1965, "don Abdón le dice a onseñor Márquez Bernal: "Monseñor, ya Roberto sabe tejer, hagamos una exposición en diciembre". "Y bueno, dice, le mandemos a Buenos Aires". Y mi primera exposición la hice en Buenos Aires. Llevé frazadas, mantas, rebozos que le decían, barracanes, una alfombrita, y después viajé a Tucumán, a Cosquín."

Un día de 1975, Roberto estaba barriendo en la Escuela de Artesanías cuando llega el inspector y le dice: "Puquita, a partir de hoy me deja la escoba. Yo pensé que me dejaba sin trabajo, se me estremeció el cuerpo. No te asustés, Puquita, ya te conocemos todos los trabajos que has hecho, dice, a partir del lunes vos trabajás como maestro especial de telares."

Desde entonces, a la delicadeza de sus prendas de colores suaves y hechura esmerada, don Roberto Puca le suma la transmisión de un arte que fue aprendiendo de casa en casa, andando por el campo.

Hoy recuerda la época en que "tenía que hacer doce metros de barracanes a la semana, pero no para el turismo, para la gente de la zona."

Nos dice que "se usaba el hilo de oveja y el color natural: el marrón, el negro y el blanco. Por ahí se hacían los teñidos, en ese tiempo con lampayo o quinchamal, pero la gente usaba con los colores naturales o con nogal, que traían de los valles. Entraron los colores cuando era gente del valle, incluso a algunos barracanes teníamos que ponerle un rojo, un amarillo, un verde, pero la mayoría dominaba el blanco y el negro."

Entonces entrecierra los ojos.

A sus espaldas está colgada la fotografía de ese buen mozo de bigote fino sentado ante su telar.

Parece recordar, sonríe y dice que "si no habría sido por don Abdón yo no habría aprendido a tejer, habría sido comerciante nomás. En realidad yo no lo tenía pensado, y ahora puede ver que éste es mi arte y me dediqué ya exclusivamente."

Antes de despedirnos, Roberto Puca nos dice que ahora quiere aprender a tocar la guitarra para dedicarle los próximos cincuenta años a la música. Le miramos esas manos hechas a la urdimbre y a la trama, a la lana y al peine, y se nos hace que serán ellas las que no lo dejaran abandonar ya el telar. Pero quien sabe, acaso la próxima lo escuchemos cantando en un escenario.

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