Las elecciones locales y legislativas de México arrancaron ayer con incidentes en algunas localidades del sur del país, donde maestros de un sector radical y otros grupos buscaron sabotear la jornada y ya lograron anular los comicios en un pueblo del estado de Guerrero (sur).
Las elecciones son el primer gran test electoral para el presidente Enrique Peña Nieto pero también un examen de su estrategia para recuperar la paz en el país.
El Gobierno desplegó al Ejército y a la Policía Federal por tierra, mar y aire para garantizar que se pueda votar en las 148.000 casillas (centros de voto) desplegadas en el país, donde los mexicanos debían elegir a los 500 diputados federales (cámara baja del Congreso federal), los gobernadores de nueve de los 32 estados y casi 900 alcaldías.
A pesar del operativo, en algunos puntos de los conflictivos estados sureños de Guerrero y Oaxaca se produjeron acciones de boicot por el movimiento de maestros y otros grupos, como el de padres y compañeros de los 43 estudiantes de magisterio de la escuela de Ayotzinapa (Guerrero) desaparecidos en septiembre.
El Instituto Electoral de Guerrero confirmó en Twitter que las elecciones fueron suspendidas en el pueblo de Tixtla (40 mil habitantes) después de que los padres y estudiantes impidieran desde el amanecer la instalación de las casillas. Los manifestantes, algunos de ellos encapuchados, se llevaron la papelería de al menos tres casillas y quemaron las boletas electorales de una de ellas, sin que se observara presencia de las fuerzas de seguridad.
Posteriormente se enfrentaron a pedradas con un grupo de personas que llegó armado con palos para impedirles seguir con sus acciones, sin que se reportaran heridos en la refriega.
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Las elecciones locales y legislativas de México arrancaron ayer con incidentes en algunas localidades del sur del país, donde maestros de un sector radical y otros grupos buscaron sabotear la jornada y ya lograron anular los comicios en un pueblo del estado de Guerrero (sur).
Las elecciones son el primer gran test electoral para el presidente Enrique Peña Nieto pero también un examen de su estrategia para recuperar la paz en el país.
El Gobierno desplegó al Ejército y a la Policía Federal por tierra, mar y aire para garantizar que se pueda votar en las 148.000 casillas (centros de voto) desplegadas en el país, donde los mexicanos debían elegir a los 500 diputados federales (cámara baja del Congreso federal), los gobernadores de nueve de los 32 estados y casi 900 alcaldías.
A pesar del operativo, en algunos puntos de los conflictivos estados sureños de Guerrero y Oaxaca se produjeron acciones de boicot por el movimiento de maestros y otros grupos, como el de padres y compañeros de los 43 estudiantes de magisterio de la escuela de Ayotzinapa (Guerrero) desaparecidos en septiembre.
El Instituto Electoral de Guerrero confirmó en Twitter que las elecciones fueron suspendidas en el pueblo de Tixtla (40 mil habitantes) después de que los padres y estudiantes impidieran desde el amanecer la instalación de las casillas. Los manifestantes, algunos de ellos encapuchados, se llevaron la papelería de al menos tres casillas y quemaron las boletas electorales de una de ellas, sin que se observara presencia de las fuerzas de seguridad.
Posteriormente se enfrentaron a pedradas con un grupo de personas que llegó armado con palos para impedirles seguir con sus acciones, sin que se reportaran heridos en la refriega.
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