Pablo le contó de su partida de España cuando niño, viajando a América con su hermano y su madre para encontrar a un padre que guerreaba en nombre del rey. En estas tierras su padre cambió de bando y dieron con él en el campamento del cerro Lumará después de perder a su hermano en la costa.
inicia sesión o regístrate.
Pablo le contó de su partida de España cuando niño, viajando a América con su hermano y su madre para encontrar a un padre que guerreaba en nombre del rey. En estas tierras su padre cambió de bando y dieron con él en el campamento del cerro Lumará después de perder a su hermano en la costa.
¿Y cómo perdieron a tu hermano?, quiso saber Pedro. Lo robó un mercader inglés. ¿Y cuál es el nombre de tu madre? Macarena, le dijo Pablo y Pedro le dijo que su padre se llamaba Carlos. ¿Cómo lo sabés? Porque yo soy Pedro, respondió.
Entonces supieron que eran hermanos. Pablo le dijo que sus padres estaban juntos en la finca de doña Carmen y ambos se contaron sus vidas, que los lectores de estos Laberintos conocen acaso mejor que ellos mismos.
Pedro supo entonces que se quedaría con su hermano dejando que Kerioco siguiera su propio destino. Quería regresar después de la campaña a Tucumán para encontrarse con Carlos y Macarena, tras toda una vida de no verlos, pero decidió no mencionar que Kerioco lo esperaba en la vertiente.
Pedro no sabía qué tanto podía confiar en su hermano y no delató la deserción de quien fuera su compañero de andar por tanto tiempo, y al alba marchó con la tropa rumbo a la ciudad de Tucumán, dejando que Kerioco buscara solo su destino de selva y libertad.
Cada tanto, desde sus respectivos caballos, Pedro y Pablo se echaban una mirada sin alcanzar a creer que el otro era el mismo que aquel niño con que jugaran en la aldea española, con el que navegó rumbo a América hasta separarse en la costa del Brasil.