Los derechos humanos son sagrados
Un editorial del diario La Nación causó ayer una fuerte reacción adversa; titulado "No más venganza", sostiene que "la elección de un nuevo gobierno es momento propicio para terminar con las mentiras sobre los años 70 y las actuales violaciones de los derechos humanos".Hasta los mismos periodistas de la redacción de La Nación lo cuestionaron con dureza. En su página digital, el diario consignó las críticas, internas y externas, y pidió disculpas a la senadora cordobesa Norma Morandini, de quien fue citado un artículo reciente donde ella decía que "no se puede defender la causa de los derechos humanos con mentiras".
La senadora Morandini fue militante de izquierda, exiliada durante la dictadura y tiene dos hermanos detenidos - desaparecidos. Como algunos protagonistas de esos años violentos, adoptó una actitud autocrítica y, por vocación democrática, es una enérgica defensora de los derechos humanos. Esa actitud nunca se observó en los exrepresores, que sobrevivieron casi en su totalidad y que mantienen un silencio que los hace cómplices y hasta orgullosos de lo que hicieron.
El diario La Nación sostiene, en su aclaración posterior, que solo se buscaba que los represores ancianos gocen de arresto domiciliario. Sin embargo, en el texto del editorial avanza en una descripción de aquellos años, aplica una durísima adjetivación en la descalificación de los grupos insurgentes y explica con benevolencia la represión ilegal ejecutada desde el Estado. Norma Morandini se expresó, muy indignada: "Trato de superar la idea de los dos bandos y ahora me veo envuelta en una utilización".
Una periodista le preguntó al presidente electo sobre su posición. Mauricio Macri respondió que "los juicios por los delitos de lesa humanidad, del pasado y del presente, seguirán siendo juzgados por una justicia independiente".
El actual gobierno incorporó los derechos humanos en sus políticas desde 2003, aunque los circunscribió a los que cometieron los grupos de tareas de las fuerzas armadas y de seguridad entre 1976 y 1983. Reabrió las causas que habían sido clausuradas por presión de los grupos carapintadas con las leyes de punto final, obediencia debida y el indulto. Además, permitió la reivindicación de la lucha armada de parte de algunos grupos políticos afines. Al anular el indulto, mantuvo el que beneficiaba al jefe montonero Mario Firmenich.
En tanto, no mostró ningún celo por esclarecer los casos de Julio López y Miguel Bru, desaparecidos en democracia. Las cárceles a su cargo son tan inhumanas como las de la dictadura, las fuerzas policiales siguen utilizando la tortura y los golpes contra los detenidos, y ningún funcionario ni simpatizante kirchnerista levantó su voz para que haya justicia para las víctimas de la represión de estallidos sociales, saqueos y ocupaciones de tierra producidos en el país desde diciembre de 2010 hasta hoy, que ya suman unos sesenta muertos.
En ese sentido, es muy alentadora la definición de Macri.
Sería nefasto que los derechos humanos terminen siendo relativizados. Los grupos de tareas violaron todas las leyes de la Argentina y lo hicieron por orden de sus superiores. No existe razón, ni siquiera militar, que los justifique.
La elección de un nuevo gobierno es propicia para un pronunciamiento categórico como el que hizo el presidente electo. La violencia de los años setenta fue el producto de décadas de enfrentamientos, golpes de Estado y crímenes infames. La única garantía para los derechos humanos es que sean para todos, que los preserve una Justicia independiente y que nadie los agravie con gui ños a favor de la violencia, cualquiera sea su signo.
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Los derechos humanos son sagrados
Un editorial del diario La Nación causó ayer una fuerte reacción adversa; titulado "No más venganza", sostiene que "la elección de un nuevo gobierno es momento propicio para terminar con las mentiras sobre los años 70 y las actuales violaciones de los derechos humanos".Hasta los mismos periodistas de la redacción de La Nación lo cuestionaron con dureza. En su página digital, el diario consignó las críticas, internas y externas, y pidió disculpas a la senadora cordobesa Norma Morandini, de quien fue citado un artículo reciente donde ella decía que "no se puede defender la causa de los derechos humanos con mentiras".
La senadora Morandini fue militante de izquierda, exiliada durante la dictadura y tiene dos hermanos detenidos - desaparecidos. Como algunos protagonistas de esos años violentos, adoptó una actitud autocrítica y, por vocación democrática, es una enérgica defensora de los derechos humanos. Esa actitud nunca se observó en los exrepresores, que sobrevivieron casi en su totalidad y que mantienen un silencio que los hace cómplices y hasta orgullosos de lo que hicieron.
El diario La Nación sostiene, en su aclaración posterior, que solo se buscaba que los represores ancianos gocen de arresto domiciliario. Sin embargo, en el texto del editorial avanza en una descripción de aquellos años, aplica una durísima adjetivación en la descalificación de los grupos insurgentes y explica con benevolencia la represión ilegal ejecutada desde el Estado. Norma Morandini se expresó, muy indignada: "Trato de superar la idea de los dos bandos y ahora me veo envuelta en una utilización".
Una periodista le preguntó al presidente electo sobre su posición. Mauricio Macri respondió que "los juicios por los delitos de lesa humanidad, del pasado y del presente, seguirán siendo juzgados por una justicia independiente".
El actual gobierno incorporó los derechos humanos en sus políticas desde 2003, aunque los circunscribió a los que cometieron los grupos de tareas de las fuerzas armadas y de seguridad entre 1976 y 1983. Reabrió las causas que habían sido clausuradas por presión de los grupos carapintadas con las leyes de punto final, obediencia debida y el indulto. Además, permitió la reivindicación de la lucha armada de parte de algunos grupos políticos afines. Al anular el indulto, mantuvo el que beneficiaba al jefe montonero Mario Firmenich.
En tanto, no mostró ningún celo por esclarecer los casos de Julio López y Miguel Bru, desaparecidos en democracia. Las cárceles a su cargo son tan inhumanas como las de la dictadura, las fuerzas policiales siguen utilizando la tortura y los golpes contra los detenidos, y ningún funcionario ni simpatizante kirchnerista levantó su voz para que haya justicia para las víctimas de la represión de estallidos sociales, saqueos y ocupaciones de tierra producidos en el país desde diciembre de 2010 hasta hoy, que ya suman unos sesenta muertos.
En ese sentido, es muy alentadora la definición de Macri.
Sería nefasto que los derechos humanos terminen siendo relativizados. Los grupos de tareas violaron todas las leyes de la Argentina y lo hicieron por orden de sus superiores. No existe razón, ni siquiera militar, que los justifique.
La elección de un nuevo gobierno es propicia para un pronunciamiento categórico como el que hizo el presidente electo. La violencia de los años setenta fue el producto de décadas de enfrentamientos, golpes de Estado y crímenes infames. La única garantía para los derechos humanos es que sean para todos, que los preserve una Justicia independiente y que nadie los agravie con gui ños a favor de la violencia, cualquiera sea su signo.