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10 de Septiembre,  Jujuy, Argentina
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Laberintos humanos. La difícil decisión

Sabado, 02 de agosto de 2014 00:00

El mercader, que era inglés y dueño del barco, me ofreció quedarse con Pedro, mi hijo mayor, para criarlo como propio, recordaba Macarena ya en su vejez. Yo debía atravesar Brasil para llegar a Perú y buscar allí a mi amado, que había partido para la guerra, pero mi Pedro era muy pequeño, de nada más que 5 años y la decisión era difícil.

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El mercader, que era inglés y dueño del barco, me ofreció quedarse con Pedro, mi hijo mayor, para criarlo como propio, recordaba Macarena ya en su vejez. Yo debía atravesar Brasil para llegar a Perú y buscar allí a mi amado, que había partido para la guerra, pero mi Pedro era muy pequeño, de nada más que 5 años y la decisión era difícil.

Cuando la tormenta nos llevó a esas costas y no a las que nos propusimos, y cuando el capitán resolvió volver a Europa, sólo me restaba andar atravesando la selva. Entonces el riesgo era enorme y acaso no llegáramos. Dejarlo con el mercader no era la peor de las decisiones, pero era mi hijo y era tan pequeño.

Lo pensé andando por ese puerto extraño. Había bajado sola, dejando a mis hijos a bordo. Tenía que tomar una decisión y prefería pensar tranquila y anduve horas lamentando aquella otra decisión de dejar mi aldea en España, donde vivía con mis padres. Y lo pensé hasta que vi con desesperación que el barco se alejaba por el mar, pensé al principio que tal vez sólo para buscar un lugar mejor.

Esperaba que regresara desde el muelle y luego corrí por la playa tras su estela, pero el barco entró ya hacia el oriente hasta achicarse y pensé en nadar o en embarcarme para seguir su rumbo, porque en ese barco viajaban mis dos hijos. Hasta que dejé de pensar porque toda mi razón fue un barullo espeluznante y un mareo.

Enloquecida, volví al puerto. Pregunté hasta que di con quien hablara castellano y supe que de los que viajaban en mi barco varios desembarcaron en cierto sitio.

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