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25 de Junio,  Jujuy, Argentina
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La voz de Macarena

Lunes, 06 de octubre de 2014 00:00

Ese hijo no es tuyo, es mío y me lo querés robar, le gritaban las aguas de la laguna del naranjo con la voz de Macarena a doña Carmen. Pero doña Carmen había salvado al niño de las garras del agua, que habían querido perderlo, y cada vez los dichos del agua eran más hirientes y agraviantes para con doña Carmen y eran más la voz de Macarena.

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Ese hijo no es tuyo, es mío y me lo querés robar, le gritaban las aguas de la laguna del naranjo con la voz de Macarena a doña Carmen. Pero doña Carmen había salvado al niño de las garras del agua, que habían querido perderlo, y cada vez los dichos del agua eran más hirientes y agraviantes para con doña Carmen y eran más la voz de Macarena.

Doña Carmen era caudillo de una tropa gaucha hecha a mil entreveros contra los realistas, pero tan bajas eran las cosas que le escuchaba a esa laguna, tan personales de su propio dolor, tan encarnadas como espinas en lo más herido del recuerdo, que doña Carmen comenzó a llorar.

Al verla, Pablito levantó su mano para secarle las lágrimas y entonces doña Carmen miró con fiereza al agua de la laguna, donde se reflejaba su propio rostro, y le gritó que no sabía por qué hacía esas cosas, por orden de quien quería perderlos, pero que ese niño precisaba del padre que le había llevado el almita de la difunta india Leonor, y que ella lo necesitaba porque era su mejor guerrero.

Es por la niñez y por la patria, le dijo doña Carmen a la laguna y vieron como la laguna se secaba en sí misma para abrirles el paso. Doña Carmen aún desconfiaba, y abrazando fuerte al niño contra su pecho lo llevó andando por ese huayco en el que hubo una laguna diabólica y en ella un naranjo del que colgaban frutas maduras.

Y así siguieron sin saber qué espanto se les cruzaría en el camino ni que camino debían tomar para vencerlo, pero iban fortalecidos por cada victoria que se alzaban a su paso.

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