°
11 de Septiembre,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

Dirigiendo el rastro

Martes, 12 de marzo de 2013 20:45

Como la perrita, como sucede con las perritas bien educadas, no hablaba con personas sino con perros y con seres sobrenaturales, no pudo explicarle a la familia en la que fue criada su objetivo, que era aprovechar las ventajas de su pelaje negro para encarar al Diablito y pedirle explicaciones sobre el fin del Carnaval que, como recordarán, sucedió ese año.

Así, no pudo despedirse ni decir a donde iba, y cuando se marchó, a pocos metros de su casa, echó hacia atrás su mirada turbia ya por los recuerdos que allí dejaba. Lanzó un breve aullido que, de todos modos, no quiso que llamara la atención, y dirigió su rastro hacia la alzada del cerro, que comenzaba poco más allá.

Hay quien cuenta que aún se la escucha ladrar del otro lado del agua de las vertientes de los valles, y acaso sea cierto como la mayor parte de las cosas que se dicen. La cosa es que partió y que para llegar hasta la presencia del Diablito debió sortear no pocos misterios.

Dicen que, más allá de cierto cerro, los perros ya no son perros sino zorros. Dicen que esos zorros, envidiosos de la puntual alimentación que reciben los perros con la gente, no los reciben de buena manera sino que los asustan. No más que eso, un susto, porque la maldad de un animal siempre es inferior a la humana, pero un susto es un susto y el miedo no es la mejor de las compañías.

Así, dicen, la perrita negra se vio pronto rodeada de las fauces de harto zorro, y entonces recordó con nostalgia su cama calentita y su plato de comida balanceada, pero no retrocedió en su noble misión.
 

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD