La pelea entre Susurro Días y Walter Mac Terry fue un hecho histórico, aunque otros dicen que tuvo un final distinto al que le escribió quien, aseguran, era también el autor de las canciones de la Arruyo.
Hay quienes dicen que Mac Terry llegaba muy desmejorado a esos rounds jujeños, que ya había fracasado con su candidatura a gobernador de California, que había pasado desapercibida su producción de música disco y que por ello había elegido cuidadosamente a su contrincante, cosa de no volver a fracasar.
No sólo buscaba que el contrincante fuera malo, sino que entre sus virtudes no hubiera ninguna que pudiera hacerle sombra a un estilo que, allá por sus buenos momentos del noventa y tantos, dejara tantos recuerdos en el ambiente pugilístico.
Eso creyó ver el equipo asesor de Walter Mac Terry en las filmaciones de las peleas de Susurro Días, con el agregado de que el porte del jujeño ahuyentaba toda sospecha de que fuera un paquete. Más bien parecía uno de esos policías capaces de acabar con el crimen sólo gracias a la foto de su documento de identidad, y ese aspecto y esa tosquedad estilística abrían la puerta a un buen espectáculo que diera la victoria a Mac Terry.
El poeta abstemio que había escrito su mejor libro en base a esta pelea, me dijo con una sonrisa que eso no fue así, no fue como los gringos lo pensaron. Lo dijo, y en sus ojos vi ese orgullo que a veces nos carcome porque es incapaz de echarle sombra a los pesares. Como sea, lo que sucedió esa noche estaba lentamente relatado en las páginas de su libro.