ABRA PAMPA (Corresponsal)
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ABRA PAMPA (Corresponsal)
Durante la noche del 23 y la madrugada del 24 del corriente, la localidad puneña de Cochinoca volvió a encender su fuego sagrado en honor a San Juan Bautista, con la emotiva ceremonia de la quema de pecados. En un clima de recogimiento y fervor popular, vecinos y visitantes se congregaron frente a la iglesia del pueblo para participar de uno de los rituales más simbólicos y esperados del calendario religioso andino.
Como cada año, la festividad reunió a peregrinos provenientes de San Isidro, Abra Pampa, Cochagaste, Tambillos y Yumpaite, quienes recorrieron kilómetros de puna para compartir este acto de fe, renovación espiritual y pertenencia cultural.
La llegada de estas comunidades reafirmó el carácter colectivo y solidario de la celebración, que trasciende fronteras geográficas para consolidarse como un espacio de reencuentro y memoria compartida.
La noche del 23 también estuvo marcada por la tradicional serenata a San Juan, donde alumnos de las escuelas primaria y secundaria de Cochinoca, copleros, cuerpos de danza y conjuntos musicales ofrecieron un emotivo homenaje cargado de música, poesía y tradición. Este espacio artístico no solo celebró al santo patrono, sino que también dio voz a los artistas, que mantienen viva la herencia cultural de los pueblos.
Tras la celebración a cargo del animador, Máximo Palacios, la comunidad anfitriona ofreció una cena fraterna a todos los presentes, gesto que reafirmó el espíritu de hospitalidad y comunión que caracteriza a esta festividad. Entre platos típicos, anécdotas y abrazos, se compartió no solo el alimento, sino también la gratitud por un nuevo año de tradición viva.
Uno de los momentos más conmovedores fue la procesión de antorchas alrededor de la plaza del pueblo, acompañada por la banda local que lleva con orgullo el nombre de "San Juan". Esta agrupación musical, nacida en el seno de la comunidad, aportó con sus sones un marco de solemnidad y alegría que conmovió a los presentes y dio ritmo al andar de la fe.
La ceremonia alcanzó su punto culminante a la medianoche, cuando decenas de personas caminaron descalzas sobre brasas ardientes al grito de "íQue viva San Juan!". Según la creencia popular, quien cruza con fe no siente el ardor del fuego, y con ello purifica su alma de culpas y pesares. Seguido los se recibió la bendición con agua frente a San Juan a cargo de Angélica Mamani.
En tiempos donde muchas costumbres se diluyen, Cochinoca mantiene encendida la llama de una práctica que entrelaza lo espiritual con lo ancestral, lo íntimo con lo comunitario. Una llama que no solo ilumina la noche puneña, sino también la memoria viva de un pueblo que honra su historia con cada paso sobre el fuego y la tibieza de la hospitalidad.