Dentro del calendario litúrgico de Semana Santa, la misa del jueves y la celebración de la Pasión del Señor cobran singular importancia por los signos tan significativos. En las parroquias de la ciudad de San Pedro de Jujuy, Santa Teresita y San Juan Bautista Scalabrini y en San Pedro de Río Negro, fue multitudinaria la presencia de los feligreses.
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Dentro del calendario litúrgico de Semana Santa, la misa del jueves y la celebración de la Pasión del Señor cobran singular importancia por los signos tan significativos. En las parroquias de la ciudad de San Pedro de Jujuy, Santa Teresita y San Juan Bautista Scalabrini y en San Pedro de Río Negro, fue multitudinaria la presencia de los feligreses.
El jueves, la celebración presidida por el párroco Daniel Alberto Baca, dio inicio con la presentación de jóvenes y niños elegidos como discípulos misioneros para el lavatorio de pies y que representaron a las diferentes comunidades y capillas, quienes se ubicaron delante del altar.
"Celebramos esta Semana Santa en el año del jubileo, siendo llamados a ser peregrinos de esperanza, en medio de todas las situaciones que hoy vive el hombre particular, la familia, la sociedad, nuestros pueblos, el mundo. Esa esperanza es Cristo y lo dirá María Magdalena el día de la resurrección que ha resucitado el Cristo, nuestra esperanza", dijo tras acotar que Dios invita a su pueblo a celebrar la Pascua, a celebrar una cena, una comida y la palabra, justamente es comida de esperanza que nos recuerdan alianza que Dios hizo con su pueblo, entregando a hijo para ser pan de la salvación. "Esa alianza es un memorial perpetuo de su pasión, muerte y resurrección", reflexionó el sacerdote. Cabe acotar que idéntica celebración se vivió en la parroquia Santa Teresita y San Juan Bautista Scalabrini, que fue presidida por el párroco Jorge García Méndez.
Otro momento de masiva participación y gran devoción, se vivió el en la celebración de la Pasión del Señor, durante la adoración de la cruz, y el rezo del Vía Crucis, con las sagradas imágenes del Cristo Yacente, La Dolorosa, San Juan Evangelista y la cruz.
Viernes Santo
El padre Jorge García Méndez, convaleciente aún de la intervención quirúrgica a la cual fue sometido, quiso estar presente en cada celebración, expresando beneplácito por poder acompañar a la gente, particularmente en estos momentos tan importantes en la vida de fe. "Los misterios que fundamentan nuestra razón de ser cristianos, que es recordar que todo sufrimiento en la vida tiene un para qué. Jesús nos enseñó eso, por eso se hizo hombre, se encarnó para que con nuestra propia humanidad, pudiera otra vez devolverle la dignidad al ser humano", expresó el padre García Méndez.
En otro tramo de su mensaje, destacó lo fundamental del amor, de la caridad. "Cristo nos abre el corazón para poder amar a otros, a desinteresarme de mí, porque mi razón de ser está en el otro. Porque la vida de Cristo por el bautismo está en nosotros. No es que yo lo sigo, Él me llama. Y como dice Pablo, 'íay de mí si no lo hago!' Ese es el gran secreto, el gran misterio que nos cuesta entender como humanos. Amor es servicio. No que me sirvan. Ayer yo le decía a la gente que a veces confundimos la tarea ministerial del sacerdote. No es un título de grandeza de este mundo. Somos para Cristo. Somos de Cristo.
Y esa consagración que recibimos nosotros es para ser cristiforme en nuestra vida, imitarlo en nuestras obras. Yo le decía las obras de misericordia dibujan a Jesús pobre, llorando, consolando, devolviendo la vida a los muertos, sanando a los enfermos, visitando presos, ayudándonos a vivir la libertad que Él nos dio. Entonces, esa es nuestra razón de ser", prosiguió el párroco al explicar que todos somos migrantes.
"Nuestra iglesia peregrina en busca de una patria que no vamos a encontrar aquí en la tierra, vamos a luchar por la paz, vamos a luchar por la justicia, ¿pero cuándo la vamos a ver? Tal vez como Jesús, después de la muerte. Entonces recordar la muerte de Jesús es comprometerme a vencer mi egoísmo, a vivir el nuestro, el nosotros, a olvidarme de lo mío, del yo. Dios me dio la vida para compartirla y ese es el gran desafío nuestro, ponernos al servicio de los demás, dejarnos querer por Él, que nos llama en ese pueblo sufriente, en esos hogares destrozados, en esa juventud desorientada, en los enfermos abandonados.
Este es el misterio que recordamos hoy. Ojalá todos podamos comprender esta muerte al egoísmo, muerte al pecado del yo y aprender a vivir en nosotros, el nuestro, en nuestro Señor", finalizó en su sentido mensaje misionero scalabriniano.