El papa León XIV inicia el jueves su primer viaje al exterior con una visita a Turquía y Líbano, con el objetivo de promover la unidad cristiana y reforzar mensajes de paz en un contexto de tensiones crecientes en Oriente Medio. El pontífice estadounidense, elegido en mayo, encara así su primer examen internacional ante una región marcada por conflictos y fracturas políticas.
En el país, de población mayoritariamente musulmana y con solo un 0,2% de cristianos entre sus 86 millones de habitantes, la visita generó escasa atención. En contraste, en Líbano el viaje despierta expectativas significativas. La nación, tradicionalmente presentada como modelo de convivencia religiosa, atraviesa desde 2019 una serie de crisis profundas: el colapso económico que extendió la pobreza, la explosión del puerto de Beirut en 2020 y la reciente guerra con Israel.
“El pueblo libanés está cansado”, afirmó Vincent Gelot, director para Líbano y Siria de l’Oeuvre d’Orient, organización católica de apoyo a las comunidades cristianas del Medio Oriente. “Ellos esperan una palabra franca dirigida a la élite libanesa, además de acciones fuertes y concretas”, señaló en declaraciones a AFP.
En Beirut, las autoridades y la Iglesia avanzan con los preparativos. Carteles con la imagen del pontífice y el lema “Líbano quiere paz” cubren caminos recientemente reparados. El embajador libanés ante la Santa Sede, Fadi Assaf, definió la visita como “excepcional” y sostuvo que permitirá “subrayar las dificultades que enfrenta Líbano”, país que busca un “desbloqueo político y económico”.
Gelot describió que los libaneses quedaron atrapados en “un círculo vicioso de guerras y sufrimiento”, con “esperanzas frustradas” y “incertidumbre sobre el futuro”. Reconoció que la presencia de León XIV no resolverá los problemas estructurales del país, pero sí dará visibilidad al rol de instituciones privadas, muchas de ellas religiosas, que sostienen servicios esenciales como salud y educación. Entre ellas se encuentra el hospital psiquiátrico administrado por monjas franciscanas que el papa visitará.
El programa en Líbano incluye un encuentro con jóvenes, una misa al aire libre que podría convocar a 100.000 personas y una oración en la zona del puerto devastado, donde murieron más de 220 personas. Según Abdo Abou Kassem, coordinador de medios de la Iglesia para la visita, el pontífice también busca “reafirmar el papel de Líbano como modelo para Oriente y Occidente” mediante un encuentro interreligioso en el centro de Beirut.
La primera parada del papa será Turquía, país situado en un punto estratégico entre Oriente y Occidente. Allí, León XIV impulsará el diálogo de la Iglesia con el Islam, con reuniones previstas con el presidente Recep Tayyip Erdogan en Ankara y una visita a la Mezquita Azul en Estambul.
El núcleo espiritual de la gira es el aniversario del Concilio de Nicea, al que León XIV fue invitado por el patriarca Bartolomé I, líder espiritual de la Iglesia Ortodoxa. El concilio, celebrado en 325 d.C., ocurrió siglos antes de los cismas que dividieron al cristianismo entre Oriente y Occidente, y la conmemoración ofrece una oportunidad para subrayar la búsqueda de unidad. En las orillas del lago Iznik, nombre actual de Nicea, el papa se unirá a dignatarios ortodoxos en una oración prevista para el viernes.
Sin embargo, la cita tendrá una ausencia relevante: el patriarca ruso Kirill, aliado del presidente Vladimir Putin, no fue invitado. La guerra en Ucrania profundizó la fractura entre los patriarcados de Moscú y Constantinopla. En este marco, el Vaticano evitará gestos que puedan interpretarse como una provocación o un intento de reforzar la posición de Constantinopla en detrimento de Moscú.