A través de un programa impulsado por la Secretaría de Economía Popular y con un fuerte componente práctico en una finca experimental de Perico, se generan datos concretos que evidencian las ventajas de este modelo productivo, en rendimiento y calidad de los cultivos. Las plantas tratadas con bocashi crecieron un 77% más que las tratadas con insumos convencionales de la misma finca.
inicia sesión o regístrate.
A través de un programa impulsado por la Secretaría de Economía Popular y con un fuerte componente práctico en una finca experimental de Perico, se generan datos concretos que evidencian las ventajas de este modelo productivo, en rendimiento y calidad de los cultivos. Las plantas tratadas con bocashi crecieron un 77% más que las tratadas con insumos convencionales de la misma finca.
Emanuel García, docente e investigador de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Unju y técnico del Complejo de Agroecología de la Secretaría de Economía Popular, integra un equipo y realiza el seguimiento técnico y científico del trabajo en campo. "Estamos viendo más allá de lo que se puede observar, comparando mediante métodos estadísticos para demostrar la eficacia de estas prácticas".
Uno de los casos más destacados es el del maíz tratado con bocashi, un bioinsumo de origen japonés que se elabora con materiales disponibles en fincas. En la finca de Perico en una parte se trata con método convencional y otra agroecológica, y allí las mazorcas tratadas con bocashi llegaron a pesar hasta 430 gramos, frente a los 350 gramos logrados con el fertilizante urea. "Además del tamaño, se destaca la sanidad y el aspecto de la mazorca, lo que mejora su valor de mercado", destacó García.
El bocashi se prepara con guano de animales, preferentemente rumiantes como vacas, ovejas o caballos, levadura, leche, material verde y tierra de monte que macera 15 días, y el resultado es un fertilizante natural que aporta macro y micronutrientes de manera equilibrada. Una de sus principales ventajas es que mejora la estructura del suelo y evita la pérdida de nutrientes, a diferencia de los fertilizantes químicos.
En otra parte de la finca, con plantines de frutilla trasplantados y tratados con té de sauce, otro bioinsumo natural según lo relevado, las plantas tratadas con esto crecieron un 77% más que las tratadas con insumos convencionales. "Ese crecimiento se traduce en menores pérdidas, menor refase y mayor productividad desde el inicio", explicó el técnico.
Las experiencias se desarrollan en articulación con productores de la cooperativa Los Tatitos, que lleva más de cinco años trabajando con agroecología, y con la asociación Madre Tierra de las Yungas, y el estudio lo articulan con la Dirección de Agricultura y la secretaría de Economía Popular. Esta articulación permite no solo el desarrollo técnico, sino también la difusión de estas prácticas y el acercamiento a otros productores.
"En la finca tenemos espacios con producción convencional, por eso las comparaciones son claras. Cuando se ven las diferencias de tamaño, color o vigor entre plantas tratadas con insumos agroecológicos y convencionales, eso impacta en los productores, en los estudiantes, en los técnicos", explicó García. En el caso del zapallito, por ejemplo, notaron que mientras los cultivados con fertilizantes químicos se tornaban oscuros, los tratados con bocashi mantenían su color brillante hasta la última cosecha, lo que también se refleja en un mejor precio de venta.
El técnico destacó que mientras con urea se necesita aumentar la cantidad año a año, el bocashi permite reducir progresivamente su uso, porque mejora la capacidad del suelo de retener nutrientes. "El suelo con bocashi funciona como una esponja que guarda los nutrientes, mientras que con urea muchos de ellos se pierden con el riego o la lluvia", explicó.
También destacó un cambio en los hábitos de consumo que está beneficiando a este tipo de producción. "Antes la prioridad era que el alimento fuera rico y accesible. Hoy también se pregunta si es saludable, de dónde viene y cómo se produjo. Eso abre una oportunidad para los productos agroecológicos", dijo.
Desde la Secretaría de Economía Popular impulsan también un sistema de certificación participativa, que busca garantizar a consumidores y productores que los alimentos agroecológicos son seguros y de calidad. Como parte de esta estrategia, una vez al mes se realiza una feria en el predio de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Unju, donde productores agroecológicos venden sus productos.
García, también docente de la cátedra de Ecología Agrícola, relató una experiencia con lechugas en una parcela experimental. "Los productores veían la diferencia de tamaño entre la lechuga cultivada con urea y la que se hizo con bocashi, y se sorprendían. Al saber que no era una semilla especial sino un manejo distinto, muchos se interesaron en probar", dijo.
Es posible hacerlo
Cambiar el contenido de materia orgánica de un suelo lleva al menos seis meses, lo que implica desafíos si el terreno es arrendado o compartido. "Por eso buscamos que los productores vean resultados concretos, mayor cantidad de fruta, mejor sabor, mayor calidad visual. A partir de ahí se animan al cambio", dijo García.
Entre los bioinsumos que utilizan además del bokashi y el té de sauce, usan caldo de ceniza, útil contra plagas como arañuelas rojas y pulgones.
García explicó que el objetivo de este trabajo de recolección de datos y sistematización es presentar los resultados en el IV Congreso Argentino de Agroecología, que se realizará en noviembre en San Salvador de Jujuy. "Queremos mostrar que en Jujuy se produce con agroecología, con buenos resultados y con beneficios reales para los productores", concluyó.